Empresarios y toreros tendr¨¢n que cambiar su pol¨ªtica
La crisis, que ha empezado a remitir, tuvo sus causas principales en una pol¨ªtica empresarial sin visi¨®n de futuro, que desnaturaliz¨® el espect¨¢culo y se centr¨® en un control desmedido de los elementos b¨¢sicos del mismo. Toreros y cosos fueron objeto del acaparamiento discriminatorio por parte del grupo de empresarios m¨¢s poderosos. La ganader¨ªa de bravo, otro de loss elementos b¨¢sicos de la fiesta, es una explotaci¨®n complicada que requiere dedicaci¨®n y sacrificios, mientras sus resultados son siempre problem¨¢ticos, y los empresarios renunciaron a su adquisici¨®n masiva. En realidad, tampoco necesitaban tanto. Puesto que ya contaban con las mejores plazas y con una cuadra de toreros, impon¨ªan sus condiciones, y los ganaderos s¨®lo pod¨ªan optar por acatarlas o enviar al matadero las reses, que adem¨¢s criaban en n¨²mero muy superior a la demanda.
El estamento ganadero ha pasado por situaciones dificil¨ªsimas, en algunos casos cercanas a la quiebra. Buena parte de los criadores manten¨ªan sus explotaciones por afici¨®n o por tradici¨®n, o por mantener el nombre de marca que les conven¨ªa a otras de sus actividades. Hasta que, con el correr de los a?os, acordaron unirse y ajustar su oferta a la demanda real de toros de lidia, acaso ¨²nica f¨®rmula para garantizar la venta y defender el precio de su producci¨®n.Cuando remiti¨® el boom tur¨ªstico, los empresarios se encontraron sin extranjeros y sin nativos con que llenar sus plazas. Ninguno hab¨ªa tenido previsi¨®n de futuro. Ninguno hab¨ªa sabido defender su negocio. Los m¨¢s enmascaraban su fracaso con excusas: ?Los toros ya no interesan en Espa?a. El f¨²tbol, las discotecas y el chal¨¦ en la sierra nos han ganado la partida. Los cr¨ªticos, con su derrotismo, han desenga?ado al p¨²blico. Este es un espect¨¢culo anacr¨®nico?. Pero, al tiempo, ca¨ªan en la cuenta de que se trataba de un espect¨¢culo aut¨®ctono -?no le llaman fiesta nacional?- y su ocurrencia m¨¢s feliz fue pedir ayuda a la Administraci¨®n. La llamada quiniela taurina se propuso y a¨²n se propone como panacea para solucionar los males de la fiesta.
No sabemos de ning¨²n empresario que haya reconocido su responsabilidad y su fracaso en la crisis aguda que ha venido atravesando el espect¨¢culo. Tampoco de ninguno que haya afrontado la promoci¨®n del mismo, la cual deber¨ªa empezar precisamente en el nivel que ocasion¨® su decadencia. La promoci¨®n, sin embargo, empez¨® a llegar de manera insospechada. Desde el reglamento taurino, aprobado en 1962, se ven¨ªan lidiando legalmente utreros por toros, lo cual incid¨ªa directamente en la situaci¨®n de fraude m¨¢s o menos velado y falta de emoci¨®n con que se desarrollaban las corridas, e hizo posible el encumbraraiento de un buen n¨²mero de toreros de calidad muy discutible, entre otros El Cordob¨¦s. Pero por la presi¨®n de la cr¨ªtica taurina se estableci¨® el Libro Registro de Toros de Lidia, y la modalidad de marcar a fuego en el brazuelo de las reses el guarismo de su a?o de nacimiento, con lo cual se consigui¨® que el toro volviera a salir a los ruedos. Fue ya entrada la d¨¦cada de los a?os setenta.
La mayor parte de los toreros no estaban capacitados para dominar al nuevo toro -el toro real, el cuatre?o- y varios de ellos se retiraron. Pero volvi¨® la emoci¨®n a la lidia y pali¨® la que habr¨ªa podido ser una deserci¨®n total del p¨²blico. El toro reglamentario, sin embargo, no era habitual en los ruedos y en los carteles importantes siempre hab¨ªa estratagemas para que saltara disminuido a la arena. De ellas, la lacra mayor ha sido la del afeitado que, a¨²n con altibajos, tiene plena vigencia desde la ¨¦poca de Manolete. El Ministerio del Interior, que es el departamento encargado de que la reglamentaci¨®n taurina se cumpla, no ha sido capaz de erradicar el fraude -uno de los m¨¢s graves que pueden darse en la fiesta de toros- y es este otro factor que atenta contra la emoci¨®n, la autenticidad y el arraigo popular del espect¨¢culo.
Parec¨ªa que la fiesta estaba condenada a morir, v¨ªctima de la incompetencia de los propios taurinos, cuando por s¨ª misma, en una sola temporada, ha vuelto a cobrar fuerza. Han bastado las reapariciones de dos diestros veteranos, Anto?ete y Manolo V¨¢zquez, para que el p¨²blico vibre de nuevo con el arte del toreo y se produzca una influencia vivilicante que alcanza a los j¨®venes espadas. Simult¨¢neamente, la llegada a Las Ventas de la empresa Chopera, con criterios de autenticidad, ha producido una promoci¨®n del espect¨¢culo, con alcance nacional, en virtud de la proyecci¨®n que tiene la llamada ?primera plaza del mundo?.
Los planteamientos para la temporada 1982 son, en consecuencia, muy positivos. S¨®lo falta ahora que el nuevo reglamento taurino, que posiblemente sea publicado en breve, est¨¦ a tono con el momento real que vive el espect¨¢culo, y que los empresarios sepan ver, y aprovechar, la promoci¨®n verdadera de la fiesta, que se les presenta de regalo y por primera vez al cabo de dos d¨¦cadas. En la temporada 1981 retornaron a los tendidos veteranos aficionados que parec¨ªan desentendidos definitivamente de las corridas de toros, y se han acercado a las plazas numerosos j¨®venes.
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