El pueblo polaco cree que sus Posibilidades de libertad han sido totalmente liquidadas
Aunque la represi¨®n en Polonia desde la declaraci¨®n del estado de guerra no presenta los caracteres de brutalidad sistem¨¢tica de otras dictaduras militares, entre la poblaci¨®n existe el convencimiento de que las libertades conseguidas en los 486 d¨ªas del verano polaco han sido liquidadas, y se compara la situaci¨®n del pa¨ªs incluso con la de los a?os cincuenta. Tras cinco d¨ªas en Polonia, estos son algunos testimonios recogidos por el enviado especial de EL PAIS.
"El golpe fue terrible. No lo esper¨¢bamos, y yo no querr¨ªa vivir aqu¨ª. S¨®lo se vive una vez, y yo querr¨ªa seguir viviendo en libertad", comenta, casi con l¨¢grimas en los ojos, una antigua periodista en la estaci¨®n central de Varsovia. La madre de una joven polaca, que el 13 de diciembre se encontraba fuera del pa¨ªs, intent¨® en vano conseguir que los viajeros del tren Leningrado-Par¨ªs sacasen una carta para su hija. "Yo quer¨ªa decirle que no regrese. Ella no podr¨ªa soportar este clima de p¨¦rdida de libertad", explica.Una joven profesional, nacionalista hasta casi el chovinismo, se indigna cuando se le argumenta que la situaci¨®n no se puede comparar con una dictadura suramericana. "No entend¨¦is nada de lo que ocurre. Vosotros no os dais cuenta de que est¨¢n exigiendo a la gente que firme declaraciones de lealtad. Es lo mismo que ocurr¨ªa en los a?os cincuenta".
En Varsovia reina una atm¨®sfera de opresi¨®n, con los controles policiales continuos y la imposibilidad de utilizar el tel¨¦fono. Ir¨®nicamente se comenta que "parece que ahora no pueden resolver t¨¦cnicamente el problema de poner de nuevo en marcha la central telef¨®nica. Desconectar los cables fue f¨¢cil, pero ahora no aciertan a hacerla funcionar de nuevo".
La cafeter¨ªa del hotel Europejski era el centro de reuni¨®n de intelectuales, esnobs, periodistas y hasta altos funcionarios del partido en los d¨ªas anteriores al 13 de diciembre, en los tiempos del verano polaco. Actualmente, la cafeter¨ªa, al lado de un edificio militar, est¨¢ cerrada y oscura; todo tiene un aspecto l¨®brego.
En la actual situaci¨®n resulta casi imposible conseguir testimonios directos de personas que vivieron los acontecimientos desde la declaraci¨®n de estado de guerra. Sin tel¨¦fono, los contactos son casi imposibles. En Varsovia, la Embajada espa?ola prestaba sus servicios el d¨ªa 31 de diciembre, a pesar de las limitaciones impuestas por el estado de guerra, con el t¨¦lex cortado y pr¨¢cticamente incomunicados con Madrid. Para llegar a la Embajada hab¨ªa que pasar tres controles policiaco-militares.
Una persona residente en Gdnya, en la costa del B¨¢ltico, que pudo llegar a Varsovia, nos relat¨® que en la noche del s¨¢bado 12 de diciembre "empezaron a pasar los tanques por debajo de mi casa. Eran viej¨ªsimos y echaban mucho humo, tanto que la humareda tapaba la luna llena cada vez que pasaba uno. Yo cont¨¦ 86, que aparcaron en el campo de f¨²tbol. Las escuelas fueron utilizadas para acuartelamiento de las tropas".
La manifestaci¨®n de Gdansk
El informante fue testigo presencial, el d¨ªa 17 de diciembre, de la manifestaci¨®n en Gdansk alrededor de las tres cruces del monumento a las v¨ªctimas de la matanza de diciembre de 1970, ante la puerta del astillero Lenin, donde el 14 de agosto de 1980 empez¨® el movimiento del sindicato independiente Solidaridad.El testigo directo cuenta que "se reuni¨® una gran muchedumbre alrededor de las cruces del movimiento y lleg¨® la polic¨ªa motorizada, que se lanz¨® contra la gente y se abri¨® paso hasta el centro del monumento. All¨ª, la gente les rode¨® y empez¨® a pegarles todo lo que pod¨ªa. Hubo 140 polic¨ªas heridos y muchos manifestantes, pero no vi ning¨²n muerto en las calles. La polic¨ªa emple¨® gases de guerra, que producen v¨®mitos y mareos, para disolver la manifestaci¨®n. Los primeros d¨ªas, la ciudad estuvo completamente paralizada. En el astillero. se encerraron 1.300 obreros de los 16.000 que forman la plantilla. La polic¨ªa los desaloj¨® y luego cerr¨® el astillero".
Nuestro informante, cree que la resistencia pasiva es enorme: "La gente acude al trabajo, pero no se produce casi nada". En Varsovia, una profesora universitaria se preguntaba "c¨®mo van a poder producir las f¨¢bricas si est¨¢n incomunicadas y no pueden utilizar el tel¨¦fono para pedir los suministros necesarios". Los ¨ªndices de consumo energ¨¦tico, que publica de cuando en cuando la Prensa oficial, permiten llegar a la conclusi¨®n de que actualmente se gasta mucha menos energ¨ªa que antes del 13 de diciembre, lo que indica un descenso en la producci¨®n.
Ayuda a los internados
En la calle Piwna, de la ciudad vieja de Varsovia, est¨¢ la iglesia de San Mart¨ªn, donde el sacerdote Bronislaw Dembowski est¨¢ encargado por el primado de coordinar la ayuda a los internados. El sacerdote dice que en la archidi¨®cesis de Varsovia hay unos trescientos internados en Bialolenka, ochenta mujeres en una c¨¢rcel de mujeres y otros cuarenta en otro lugar. Dembowski explica que el primer d¨ªa del estado de guerra "la acci¨®n se realiz¨® con tanto secreto que la c¨¢rceles no estaban avisadas n preparadas para recibir a tanta gente. Esto provoc¨® que mucho estuviesen al aire libre y en mala condiciones, perose resolvi¨® el problema y ahora los internados est¨¢n bien".El sacerdote reconoce que en los primeros momentos hubo malos tratos y que algunos fueron golpeados en el momento de la detenci¨®n. A la pregunta de que si el n¨²mero de muertos reconocido por las autoridades militares coincide con la realidad, el sacerdote responde con un seco "no quiero comentar eso".
Tampoco puede informar el sacerdote, o no quiere hacerlo, sobre la situaci¨®n de los presos, las personas que, a diferencia de los internados, fueron condenadas por los consejos de guerra celebrados despu¨¦s del 13 de diciembre, en procedimientos sumar¨ªsimos, donde la pena m¨ªnima, en caso de condena, est¨¢ fijada por la ley en tres a?os.
Un joven profesional, militante de Solidaridad, intent¨® inmediatamente despu¨¦s de la declaraci¨®n de estado de guerra entrar en actividad para "poner en marcha una red de comunicaci¨®n" y tratar de organizar la huelga en las empresas del cintur¨®n industrial de Varsovia.
Ah¨ª se encuentran f¨¢bricas tan importantes como la de tractores Ursus, la m¨¢s activa en las huelgas del a?o 1976, que originaron la creaci¨®n del Comit¨¦ de Autodefensa Social (KOR), la siderurgia Huta Warszawa o la f¨¢brica Rosa Luxemburgo.
El joven explica que "la polic¨ªa cerr¨® las entradas y salidas de la f¨¢brica y controlaba. a todas las personas sin emplear m¨¦todos violentos. Nos marcharnos en el coche y poco despu¨¦s nos adelant¨® otro, que nos oblig¨® a parar. Nos, detuvieron a los cuatro que ¨ªbamos dentro y nos llevaron a la comisar¨ªa, donde estuvimos juntos hora y media en una celda".
Despu¨¦s siguieron los interrogatorios uno a uno y les presentaron un escrito, del que s¨®lo hab¨ªa un ejemplar impreso, que dec¨ªa: "Declaro que me comprometo a renunciar a toda actividad contraria a los intereses de la Rep¨²blica Popular de Polonia y me comprometo igualmente a obedecer la ley vigente". La polic¨ªa les dijo en la comisar¨ªa: "Usted lo firma y se va a la calle. Si no lo firma, le llevamos a Bialolenka". Los j¨®venes se negaron a, firmar el documento y quedaron encerrados toda la noche, aunque pod¨ªan gritarse de una celda a otra c¨®mo iban las cosas.
Al d¨ªa siguiente, nuevo interrogatorio con un polic¨ªa que era el bueno y otro el malo. El malo dec¨ªa: "Este t¨ªo es terco; est¨¢ claro que quiere irse a un campo. Bueno, all¨¢ ¨¦l; nosotros hemos cumplido con nuestro deber". Volvieron a encerrarles en la celda, donde pudieron volver a comunicarse a gritos.
"Poco despu¨¦s vinieron, nos dieron las cosas, los cordones de los zapatos, el cintur¨®n y todo el dinero que nos quitaron, y nos mandaron a la calle. Encontramos el coche, que ni hab¨ªan registrado".
Bialolenka
En la iglesia de San Mart¨ªn reina una febril actividad. El refectorio ha quedado convertido en almac¨¦n de v¨ªveres y regalos para los internados. En el tabl¨®n de anuncios se informa sobre las horas de salida de los autobuses para Bialolenka y se dan las iniciales de las personas que pueden viajar: "de la a a la l". En Varsovia hay una ola de solidaridad con los internados, que incluso irrita a algunos militantes de Solidaridad, porque, est¨¢ claro que el Gobierno mima a los intelectuales, porque le viene bien para su t¨¢ctica. Los que peor lo pasan ser¨¢n, sin duda, los obreros".Una amiga del disidente Adam Michnik, de quien se dijo en un primer momento que hab¨ªa sido brutalmente maltratado, comenta: "Adam estuvo magn¨ªfico. Lleg¨® a Bialolenka y dijo: ?Este sitio ya le conozco de mis anteriores estancias aqu¨ª?. Se encierra a discutir con el director de la prisi¨®n y hablan los dos de pol¨ªtica".
Los mecanismos de represi¨®n, de las autoridades militares van por otros caminos m¨¢s fr¨ªos y refinados. En las empresas empiezarl, a circular formularios en los que se exige la firma de adhesi¨®n al r¨¦gimen en t¨¦rminos id¨¦nticos al documento presentado al militante de Solidaridad detenido.
Se teme que los quese nieguen a firmar pierdan el puesto de trabajo. Varias empresas han sido disueltas provisionalmente; entre ellas, la agencia Interpress, que se ocupaba de editar folletos de propaganda y de asesorar a los periodistas extranjeros. La impresi¨®n reinante en Polonia es que "el estado de guerra va para largo".
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