Decadencia del g¨¦nero musical
El d¨¦bil musical Papalto piernas largas, que Jean Negulesco dirigi¨® en 1955, ser¨¢ la pel¨ªcula que la primera cadena emitir¨¢ esta tarde a las seis. No estuvo el gui¨®n a la altura de los musicale que Fred Astaire hab¨ªa interpre lado en sus mejores momentos ni estaba tampoco la Fox sobrada de talentos musicales en esos a?os.De hecho, Papa¨ªto piernas largas s¨®lo interesa cuando se remite a experiencias anteriores en el g¨¦nero. La aparici¨®n de Leslie Caron tuvo, en ese sentido, una importancia decisiva, ya que su buen hacer no le imped¨ªa adoptar una actitud discreta y ser acepta da, por ello, sin comparacione agresivas, como otras bailarinas anteriores.
S¨®lo en los momentos en que Astalre y Caron interpretan alg¨²n n¨²mero musical es cuando la pel¨ªcula, demasiado rosa y previsible, adquiere cierto inter¨¦s. La decadencia que el g¨¦nero comenz¨® a vivir a media dos de los cincuenta tiene en Papa¨ªto piernas largas una buena prueba.
Sin embargo, y como es habitual, la revisi¨®n de estos viejos t¨ªtulos conduce a veces a cierta sorpresas. La rapidez con que se consumen las pel¨ªculas en su tiempo de explotaci¨®n comercial no permite m¨¢s que un juicio de urgencia, que el tiempo suele distanciar de la realidad.
En el caso del musical de hoy, los comentarios cr¨ªticos son, no obstante, un¨¢nimes en su recha zo. Lo que no puede decirse de El prisionero de la Segunda Avenida, el segundo t¨ªtulo norteamericano del d¨ªa de hoy, que ser¨¢ emitido por la segunda cadena, a las diez de la noche. La cr¨ªtica se dividi¨® en su momento, considerando una parte de ella que se trataba de la mejor comedia de Neil Simon a su habitual tono empalagoso hab¨ªa a?adido en esta ocasi¨®n una cierta melancol¨ªa que acababa enriqueciendo las t¨®picas situaciones de costumbres; a ello se a?ad¨ªa, seg¨²n esas opiniones, el talento interpretativo de Jack Lerrimon y Anne Bancroft, aut¨¦nticos soportes de toda la historia.
Precisamente al considerar tambi¨¦n otro sector de la cr¨ªtica que los actores hac¨ªan un trabajo admirable, entend¨ªa que su esfuerzo trataba de suplir las deficiencias del gui¨®n original. En cualquier caso, pues, son Lemmon y Bancroft el aut¨¦ntico espect¨¢culo del Prisionero de la segunda Avenida que el mediocre Melvin Franck dirigi¨® en 1974. A la sensibilidad y frescura de ambos int¨¦rpretes se deben los aciertos que el filme contenga.
Como dato anecd¨®tico puede se?alarse la aparici¨®n de Silvester Stallone en un breve papel de ladr¨®n.
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