L¨ªrismo cr¨ªptico
Hubo una cierta decepci¨®n ante El prado en los festivales de Venecia y San Sebasti¨¢n de hace dos a?os. La sorpresa que en 1977 hab¨ªa constituido la pel¨ªcula anterior de los hermanos Taviani, Padre padrone, estimulaba la curiosidad de los festivaleros por conocer la trayectoria posterior de los cincastas. Los Taviani tienen en su haber una f¨ªlmograf¨ªa desigual, pero coincidente en su inquietud pol¨ªtica, en su af¨¢n por reflexionar sobre las actitudes posibles en el campo de la izquierda.Los conflictos que generalmente viven sus personajes desembocan en un apunte de las contradicciones que pueden vivirse desde esa misma izquierda y, como todo cine militante, en un intento de clarificarlas desde la pantalla.
El prado
Gui¨®n y direcci¨®n: Paolo y Vittorio Taviani. Fotografia: Franco di Giacomo. M¨²sica: Ennio Morricone. Int¨¦rpretes: Saverio Marconi, Isabella Rossellini, Michele Pl¨¢cido, Giulio Brogi. Italia, 1979. Local de estreno: Alphaville
Sin embargo, tanto en esos t¨ªtulos como en el resto de su filmografia destacaba tambi¨¦n un af¨¢n l¨ªrico que no alcanzaba la misma madurez de los planteamientos pol¨ªticos. Incluso en Padre padrone ese lirismo amenazaba con arruinar el espl¨¦ndido documento que supon¨ªa la pel¨ªcula; la fuerza original del planteamiento acababa imponi¨¦ndose, y Padre padrone constituye por ahora la mejor obra de sus autores.
En El prado no han podido contenerlo. Entre lo obvio y lo cursi, ese lirismo anega el conjunto, ocultando incluso el sentido ¨²ltimo que los cineastas quer¨ªan dar a su pel¨ªcula. Los dos j¨®venes, enamorados de la misma mujer, representan dos posturas distintas ante la vida; ella, a su vez, enamorada de ambos hombres, supone la tercera posibilidad. En la dial¨¦ctica de sus encuentros (y en los monocordes discursos del padre del protagonista) se encierran las intenciones del filme. Pero no es f¨¢c¨ªl en la creaci¨®n de secuencias que alcancen un. cierte grado de belleza, en el ofrecimiento de un espect¨¢culo que sugiera emociones abstractas, y no en el desarrollo de un pensamiento preciso.
Desaparecido el sentido pol¨ªtico que la aventura amorosa de El prado pudiera haber querido ofrecer, la pel¨ªcula es valorable s¨®lo en el acierto de algunas secuencias aisladas, en la primera parte de la pel¨ªcula, sobre todo cuando a¨²n existen expectativas ante lo que va a ocurrir, es decir, antes de que la propia pel¨ªcula transforme esas expectativas en desilusi¨®n.
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