Demograf¨ªa
En su carta a EL PA?S (2-1-1982), el matrimonio Riesgo se opone no s¨®lo al aborto, sino hasta al control de la natalidad, con "razones" que quisiera razonar. La primera es la supervivencia de la naci¨®n, dando como ejemplo Alemania, que en un siglo descender¨¢ a un tercio "si sigue el ritmo actual". Proyecci¨®n anticient¨ªfica, como la de quien, ante un autom¨®vil que disminuye su velocidad ante un bache, calcula alarmado cuanto tiempo tardar¨¢ en detenerse "para siempre". Tranquil¨ªcense: la gente sabe cuidar su marcha por la vida, y de hecho, pasado ya lo peor de la crisis, Alemania ha reactivado ya su natalidad. En Espa?a, la maniobra ha comenzado despu¨¦s y es m¨¢s lenta; y dada la gravedad de nuestra crisis, con millones de emigrantes, parados, sequ¨ªa, etc¨¦tera, tendr¨ªamos que llegar a una temporal, pero real, "huelga de vientres", mucho m¨¢s fuerte a¨²n que la alemana, sociedad que no funda su prosperidad en "milagros", sino en comportamientos racionales.La otra "raz¨®n" que aducen no es menos especiosa y manida: el control de la natalidad "envejecer¨ªa" la poblaci¨®n. Biol¨®gicamente, envejecemos desde nuestro nacimiento. Pero es demag¨®gico emplear la palabra envejecimiento en su aspecto social, como debilitamiento y dependencia, para indicar situaciones como la de Espa?a, cuyos habitantes tienen en promedio 35 a?os. Hay pues que hablar aqu¨ª de madurez, de estado adulto, como la de los pa¨ªses de mogr¨¢ficamente desarrollados, que est¨¢n a la cabeza del mundo, a pesar de todas esas jerem¨ªadas. Los que aumeritan el debilitamiento y dependencia son los partidarios del descontrol de la natalidad, ya que en pa¨ªses en que no se practica ¨¦ste el porcentaje de dependientes (ni?os y viejos) supera la mitad de la poblaci¨®n, y en Espa?a es s¨®lo el 38%./ Dem¨®grafo.
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