'La boh¨¨me', un acontecimiento al alcance de todos
?Va a resultar que la ¨®pera es un espect¨¢culo de masas? ?No se nos hab¨ªa dicho que se trataba de una forma decadente y aburrid¨ªsima, burguesa y remota?.La reciente retransmisi¨®n televisiva de La Boh¨¨me, drama l¨ªrico en cuatro cuadros de Giacomo Puccini, desde la Metropolitan Opera House de Nueva York, acaba de acercar, de multiplicar, de, probablemente, entretener, a m¨¢s de un ciudadano que, sin fe ni entusiasmo, puls¨® un botoncillo "a ver lo que ponen en el UHF".
El montaje de Franco Zeffirelli pintaba, envolv¨ªa, desvelaba la triple sustancia de la partitura: la buhardilla, la tos y el fr¨ªo. El tr¨ªptico de t¨®picos de la vida bohemia, reposo y comidas a su hora, oscila entre la miseria y el amor imposible o, si es preferible, entre la desolaci¨®n de una libertad ilusoria y la desolaci¨®n de una sinceridad negada.
La pobreza se combate a base de bromas, de expulsar entre carcajadas al casero, de lanzarse los peces y panes de una cena excepcional con agilidad de saltimbanquis, de zambullirse en una calle abigarrada en cuanto cohabitan, desplaz¨¢ndose multitud de indegencias multicolores.
Puccini, cuando estrenaba La Boh¨¨me en el Teatro Regio de Tur¨ªn el 1 de Febrero de 1896, no s¨®lo se despegaba de la nitidez del conflicto verdiano (el amor que sucumbe bajo la intransigencia de la estirpe), sino tambi¨¦n de la contundencia del verismo que ya hab¨ªa aparecido (el honor tremendo de Caballer¨ªa rusticana, estrenada seis a?os antes), m¨¢s flu¨ªdos, m¨¢s completos. En Tosca (1900), demostrar¨ªa la correspondencia entre la pol¨ªtica y la desesperaci¨®n, entre el amor furibundo y la tortura; en Madame Butterfly (1904) levantar¨ªa la catedral del abandono.
La m¨²sica de La Boh¨¨me describe el ambiente, subraya gestos, hasta que, s¨²bitamente, los sentimientos asoman, crecen, se confirman, se enfrentan al bullicio de la calle, a otros sentimientos opuestos o paralelos, simult¨¢neos, y reciben la herida del fr¨ªo, del silencio, se repliegan, se quiebran, se pudren.
James Levine, director de orquesta, y los cantantes (Jos¨¦ Carreras, Teresa Stratas, Renata Scotto, y todos los dem¨¢s) actuaron la otra noche para medio mundo. Alguno de ellos, probablemente, recordar¨¢ a Arturo Toscanini, que estren¨® la ¨®pera y cincuenta a?os despu¨¦s volvi¨® a dirigirla, tambi¨¦n en Nueva York. ?Ha nacido ya el genio del video llamado a inventar la retransmisi¨®n p¨®stuma?.
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