Polonia y Turqu¨ªa
MOSCU EXPLICA que los generales polacos han salvado al pa¨ªs de un caos provocado por los derechistas y por los occidentales; levanta un sentimiento de justa indignaci¨®n en Occidente. Cuando califica de patriotas a los dictadores polacos y de tiranos sangrientos a los turcos no tenemos la menor duda de que est¨¢ acudiendo a un sistema de cinismo, de propaganda, de falsificaci¨®n de la realidad objetiva que est¨¢ en su proyecto pol¨ªtico y que hizo tristemente c¨¦lebre a Suslov, por el cual su muerte ha provocado toda clase de epitafios peyorativos en Occidente. Todo ello es una infamia.En consecuencia, nada m¨¢s embarazoso que escuchar al secretario general de la OTAN, Joseph Luns, emplear el mismo sistema susloviano al manifestar que los generales turcos son "patriotas" y los polacos "traidores", y explicarlo como hizo el viernes pasado: "Los generales de Varsovia aterrorizan a su propio pueblo, y sus hom¨®logos en Ankara restauran un sentimiento nacional de seguridad individual". No es f¨¢cil atribuir a Luns un sistema mental estalinista; habr¨ªa que acudir al otro origen adverso de la deformaci¨®n de las ideas, el nazi: contra el cual, por cierto, luch¨® Joseph Luns cuando los alemanes ocupaban su pa¨ªs, Holanda. La comparaci¨®n de la frase de Luns con los informes de Amnist¨ªa Internacional aumentan la perplejidad: en diecis¨¦is meses, los dictadores militares turcos han encarcelado a 20.000 personas, han pronunciado 71 penas de muerte, de las cuales se han ejecutado diez y veintisiete est¨¢n pendientes de cumplimiento, y en las c¨¢rceles turcas han muerto torturadas setenta personas.
La OTAN, los ej¨¦rcitos europeos, los pueblos democr¨¢ticos no pueden tener otra justificaci¨®n en su sentido de vigilancia y defensa y en su deseo de acabar con la infamia en que se ha convertido el comunismo cient¨ªfico de otros tiempos que el establecimiento de unos reg¨ªmenes de libertades y el imperio de los sistemas de "libertad, igualdad y fraternidad" que vienen proclamando desde hace dos siglos, y por lo menos, desde la declaraci¨®n de independencia de Estados Unidos y desde la Revoluci¨®n Francesa. La idea de sustituir una tiran¨ªa por otra no merece ninguna clase de esfuerzo, y si se trata de introducir una pol¨ªtica de buenos y malos por conveniencias, intereses o imperialismos de las grandes potencias, ni Estados Unidos ni sus vicarios en Europa van a encontrar f¨¢cilmente la ayuda de sus poblaciones.
Esta es la esencia de lo que se est¨¢ considerando ahora como la crisis m¨¢s grave dentro de la Alianza Atl¨¢ntica entre los pa¨ªses europeos y Estados Unidos. Y esta es la raz¨®n del pacifismo que se alza en todos los pa¨ªses, y que no es un pacifismo pasivo o religioso, sino un movimiento en defensa de unas premisas invariables. Luns, evidentemente, es europeo, y europeos son tambi¨¦n los conservadores que han preferido conservar a Turqu¨ªa dentro del Consejo de Europa, limitando su condena a una advertencia a los generales. Quiere decirse que hay numerosos europeos que comparten las tesis triunfantes desde que Reagan lleg¨® al poder; a lo que hay que a?adir que, sin duda, hay una amplia opini¨®n en Estados Unidos contra la doctrina de Reagan. La crisis se produce por la coincidencia de que los Gobiernos mayoritarios en Europa han llegado al poder apoyados por una mayor¨ªa que cree que no hay legalidad posible para ninguna dictadura sangrienta, y que ello coincide con la aparici¨®n de Reagan sobre unas tesis que prefieren los fines a los medios y la influencia imperial a la justicia democr¨¢tica. La situaci¨®n, tal como se est¨¢ produciendo ahora, no s¨®lo amenaza con una crisis en la Alianza, sino que est¨¢ produciendo crisis graves en el interior de los pa¨ªses mismos: Turqu¨ªa es una resultante de esa divisi¨®n interna, Polonia es otra. Una raz¨®n m¨¢s para considerar su identidad, independientemente de que unos sean otanistas y otros varsovianos.
Lo que Occidente rechaza en primer lugar del comunismo es su violaci¨®n de las libertades y una larga historia de sangre y barrotes de prisi¨®n. Por muy irritada que sea la palabra de Luns, nadie va a hacer cambiar la justicia de esos pesos y medidas para rechazar, condenar o luchar contra cualquier r¨¦gimen que practique esa forma de gobierno. Lo de nazismo o comunismo son etiquetas exteriores y aun posteriores. Lo que importa es su injusticia, su abominaci¨®n y su horror. Como el turco, como el polaco.
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