Empresa p¨²blica: Espinosa, que estas en los cielos
Es este art¨ªculo d¨²plica al que escribi¨® el vicepresidente del INI, Carlos Espinosa de los Monteros, en estas p¨¢ginas. En el debate creado se discuten aspectos tan decisivos en la empresa p¨²blica espa?ola como son la cuantificaci¨®n y causa de sus p¨¦rdidas, la funci¨®n desempe?ada por estas sociedades en la econom¨ªa espa?ola, las formas de control y el grado de cualificaci¨®n profesional de sus dirigentes.
Contribuir al "conocimiento objetivo" de lo que es y de lo que debe ser "en esta coyuntura hist¨®rica" la empresa p¨²blica en Espa?a -por utilizar los t¨¦rminos del vicepresidente del INI- fue el prop¨®sito que presidi¨® la elaboraci¨®n de nuestro anterior articulo sobre el tema en estas p¨¢ginas, e igual aspiraci¨®n tienen las l¨ªneas que siguen. Y desde una posici¨®n -esto debe quedar muy claro- que considera al sector p¨²blico empresarial de la econom¨ªa espa?ola susceptible de constituir una base de partida firme para avances importantes en la producci¨®n y en las relaciones sociales, aunque no ignora c¨®mo hasta hoy las empresas p¨²blicas presentan un balance insatisfactorio tanto en sus resultados contables como en t¨¦rminos de protagonismo y estrategia, as¨ª como en los niveles de profesionalizaci¨®n.No estar¨¢ de m¨¢s volver a considerar cada uno de estos puntos al hilo de la defensa que de ellos se ha querido hacer: una defensa que es tanto m¨¢s vulnerable cuanto m¨¢s global y cerrada pretende ser. Las buenas intenciones tampoco son suficientes en este caso, ni tan siquiera para mostrar, como parece deducirse a la postre del articulo del vicepresidente del, INI, el discreto encanto de la empresa p¨²blica en Espa?a.
Las p¨¦rdidas del INI
Los datos de la ¨²ltima Memoria del INI, publicada hace s¨®lo unos d¨ªas, correspondiente al ejercicio de 1980, no parecen desmentir, sino todo lo contrario, que el d¨¦ficit de la empresa p¨²blica aumenta en los a?os m¨¢s recientes. De 39.700 millones de pesetas en 1979, las p¨¦rdidas de las empresas directas del INI han pasado a 66.200 millones de pesetas en 1980 (un 67% de incremento). Por sectores, destacan las p¨¦rdidas de las empresas navales, que en 1980 duplican la cota alcanzada el a?o anterior, las de la siderurgia, que tambi¨¦n se doblan las del sector transporte (Iberia casi triplica sus p¨¦rdidas), experimentando registros igualmente malos las empresas de bienes de equipo y fertilizantes. No es, pues, "absoluta mente incierto afirmar que las empresas de los mencionados sectores pertenecientes al INI multiplican sus p¨¦rdidas en los ¨²ltimos a?os". Al menos mientras no se desmientan los datos de la propia Memoria del Instituto. Esa misma fuente indica d¨®nde se han producido saldos positivos: los m¨¢s llamativos corresponden al sector energ¨¦tico, en particular a las empresas el¨¦ctricas -con espectaculares beneficios para ENDESA y UESA- que saben aprovechar un marco institucional (sistema de tarifaci¨®n, reparto del mercado) establecido para las grandes empresas privadas dominantes en dicha actividad.
La disparidad de los resultados por sectores y empresas permite algunas observaciones adicionales. Primero, la necesidad de introducir nuevos criterios de clasificaci¨®n de las empresas del INI, con objeto de arrojar luz sobre la naturaleza y la significaci¨®n de sus respectivos beneficios o p¨¦rdidas. En concreto, lo m¨¢s urgente es separar las empresas p¨²blicas que tienen su origen en forzadas situaciones adquiridas -aut¨¦nticos "restos de naufragios" privados- de aqu¨¦llas que responden a iniciativas p¨²blicas no condicionadas previamente, esto es, a programas originales del sector p¨²blico. Y segundo, los resultados positivos de algunas empresas p¨²blicas y el saneamiento que en poco tiempo ha conseguido el INI de otras a ¨¦l traspasadas en condiciones de bancarrota, prueba que la gesti¨®n de las empresas p¨²blicas no es per se menos competente que la de las empresas privadas.
Un punto aparte merece el tema de las amortizaciones. A las dudas sobre si su contabilizaci¨®n enmascara resultados a¨²n peores que los cifrados, palad¨ªnamente responde el vicepresidente del INI que "los criterios de amortizaci¨®n" de las empresas del Instituto "son ortodoxos, se ajustan a las disposiciones legales y se aplican. de forma consistente, con independencia de los resultados de explotaci¨®n de cada a?o". Pues bien, para replicar no tenemos sino que citar la opini¨®n editorial de otra publicaci¨®n oficial: el bolet¨ªn semanal de Informaci¨®n Comercial Espa?ola, del Ministerio de Comercio, en su n¨²mero 1.676, de 17 de mayo de 1979. Comentando las p¨¦rdidas de las empresas del INI en un ejercicio anterior, se afirma literalmente que "las p¨¦rdidas no dicen toda la gravedad de la situaci¨®n; si miramos la cifra de amortizaciones hay que pensar que las p¨¦rdidas reales son varias veces las que aparecen en los balances de las compan¨ªas". Insistiendo a continuaci¨®n en que "dif¨ªcilmente se puede admitir que sectores con una tecnolog¨ªa en r¨¢pido desarrollo, como la petroqu¨ªmica, gas o qu¨ªmica, tengan porcentajes de amortizaci¨®n tan reducidos; realmente, todo hace pensar que estas compa?¨ªas est¨¢n en p¨¦rdidas efectivas no contabilizadas" (las cursivas son del original).
Protagonismo y estrategia
Tampoco el vicepresidente del INI es convincente en lo que respecta al papel de la empresa p¨²blica en la econom¨ªa espa?ola. No se vencen las reservas acerca del escaso, cuando no nulo, protagonismo de la empresa p¨²blica, ofreciendo tan s¨®lo datos de la inversi¨®n global del INI: se puede en seguida contraargumentar que la inversi¨®n destinada en 1980 a sectores cruciales para el desarrollo futuro de la econom¨ªa no alcanza cotas presentables, seg¨²n datos de la propia Memoria del INI: de la inversi¨®n global, tan s¨®lo un 0,9% corresponde a la industria alimentaria, y un 0,7%, a la electr¨®nica e inform¨¢tica, y a la Direcci¨®n de Desarrollo Regional ¨²nicamente se destina el 0,8%, porcentajes que se mantienen pr¨¢cticamente inalterables en el Plan Financiero del INI para 1982. Ni es suficiente apelar al "plan estrat¨¦gico", que "desde 1980" define los criterios de actuaci¨®n del INI a medio y largo plazo. Ni tampoco puede afirmarse que "en los ¨²ltimos- dos a?os al INI no se ha traspasado ninguna empresa en dificultades", porque no es cierto, ya que la citada Memoria de 1980 registra las adquisiciones de Minas de Figaredo, Viajes Marsans, F¨¢brica San Carlos y Babcock Wilcox, lo que no requiere mayores comentarios.
La cuesti¨®n hay que plantearla con m¨¢s profundidad. Una mirada retrospectiva revela de inmediato c¨®mo la empresa p¨²blica en Espa?a, y a diferencia de lo sucedido en otros pa¨ªses europeos, ha tenido muy poca autonom¨ªa con relaci¨®n a los principales grupos patronales. Y ello no puede desconocerse, m¨¢xime si se quieren justificar los resultados contables de las empresas del INI, pues la fuente de muchas ineficiencias de la empresa p¨²blica en Espa?a no se derivan tanto de su gesti¨®n propiamente dicha cuanto del papel que le asigna la pol¨ªtica de gobierno. Los ejemplos son abundantes en momentos anteriores y ahora mismo: la infrautilizaci¨®n de las centrales el¨¦ctricas de ENHER y ENDASA en a?os pasados; la renuncia de las petroqu¨ªmicas del INI a acometer sucesivos procesos de transformaci¨®n de sus producciones de oleofinas; en fin, por citar un caso m¨¢s, los frenos sistem¨¢ticos al proceso de expansi¨®n y equilibrio interno de Ensidesa, la m¨¢s importante y moderna sider¨²rgica espa?ola, supeditada, sin embargo, desde su creaci¨®n hace treinta a?os, a las influyentes empresas privadas del sector. M¨¢s que el de protagonista o el de actor principal, a la empresa p¨²blica parece haberle correspondido un secundario papel de reparto, nunca brillante y casi siempre ingrato.
Frente a todo esto, ?qu¨¦ puede ofrecer como novedoso la estrategia actual del INI? El vicepresidente del Instituto habla de la creaci¨®n, en los dos ¨²ltimos a?os de "varias sociedades en sectores de importancia", citando tres: Carboex, en el sector del carb¨®n; Inisolar, en la energ¨ªa solar, y la Empresa Nacional de Innovaci¨®n. Y hace bien en subrayar la importancia de los sectores, porqu¨¦ la verdad es que no podr¨ªa decir lo mismo de la! empresas menciona das. Para que el lector pueda juzgar si a partir de estas iniciativas puede hablarse de una verdadera "estrategia encaminada a compensar, mediante el desarrollo de nuevas actividades, el importante peso de la crisis que al grupo INI le ha correspondido soportar" (seg¨²n las palabras textuales de Espinosa de los Monteros), he aqu¨ª los elocuentes datos que la Memoria del INI de 1980 ofrece del capital social de dos de las tres empresas aludidas: Inisolar tiene un capital de 37,5 millones de pesetas y el de Carboex alcanza los 57,5 millones de pesetas (el de la Empresa de In novaci¨®n no consta). Ciertamente, no resulta afortunado utilizar el verbo compensar, a menos de que se emplee con soterrada iron¨ªa...
Control y profesionalizaci¨®n
Quienes firman este articulo no ignoran la competencia y la capacidad de algunos dirigentes del INI y de sus empresas. Pero reconocer esto -y cuantas veces sea preciso- no impide que tampoco deje pasar ninguna ocasi¨®n para reclamar un mayor control y una mejor profesionalizaci¨®n de la direcci¨®n de las empresas p¨²blicas espa?olas. Porque hay que volver a decir con rotundidad que la empresa p¨²blica en Espa?a no parece f¨¢cilmente permeable al proceso de construcci¨®n de la democracia ni en la transparencia informativa, ni en la rendici¨®n de cuentas, ni mucho menos a¨²n en el nombramiento de los cargos directivos.
En lo que respecta a este ¨²ltimo aspecto, en particular, los recientes nombramientos de presidentes de algunas empresas p¨²blicas, s¨ª, parece dar toda la raz¨®n a quienes denuncian la pervivencia de residuos corporativistas y de favoritismo pol¨ªtico, y que no se nos obligue a se?alar. Por descontado que la experiencia acumulada por altos cargos de la Administraci¨®n puede servir para cubrir puestos en defensa de los intereses p¨²blicos; pero de la experiencia de algunos altos cargos de la Administraci¨®n espa?ola en los ¨²ltimos a?os, quinquenios y aun decenios -que de todo hay en la relaci¨®n de vocales, consejeros delegados, directores generales, vicepresidentes y presidentes de las empresas del INI-, m¨¢s vale no acordarse ni, menos a¨²n, ponerla osadamente a prueba.
Por lo dem¨¢s, la obligaci¨®n de la empresa p¨²blica de acomodar las l¨ªneas maestras de su actuaci¨®n a "la voluntad pol¨ªtica resultante del veredicto electoral sucesivo", seg¨²n escribe el vicepresidente del INI, no es lo mismo que someter a la empresa p¨²blica a las cambiantes y sucesivas orientaciones y programas que vienen impuestas por el presidente de turno. ?Con qu¨¦ fuerza puede hablarse de rigurosos criterios de profesionalidad en la designaci¨®n de altos cargos en las empresas del INI si la propia presidencia del Instituto ha cambiado, en los ¨²ltimos diez a?os, siete veces de titular?. Si hay que predicar con el ejemplo, el que ofrece el INI en punto a profesionalizaci¨®n no es en verdad edificante. Sobre todo si se piensa que a la empresa p¨²blica, en una sociedad moderna, m¨¢s que por unos resultados contables, hay que juzgarla por su eficacia, por su capacidad en el campo de la investigaci¨®n e impulso de las actividades de futuro y, en fin, por su contribuci¨®n al desarrollo y al logro de una sociedad m¨¢s justa y solidaria.
es el nombre del colectivo formado por Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Delgado, Juan Mu?oz y Santiago Rold¨¢n, catedr¨¢ticos de Estructura Econ¨®mica.
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