Apuestas clandestinas
-El volumen de recursos dedicado por el p¨²blico a los juegos de azar es pr¨¢cticamente inel¨¢stico. Si se produce un aumento de las apuestas clandestinas, bajar¨¢ la recaudaci¨®n de los bingos y los casinos, con lo que Hacienda, que somos todos, saldr¨¢ perdiendo.-Hay que averiguar el resultado. Es un deber patri¨®tico evitar que las apuestas se desboquen, compa?eros.
El tono demag¨®gico del redactor jefe hace cundir la sospecha entre los presentes. El comit¨¦ de empresa se re¨²ne y decide que un hombre de su confianza sea el que lleve la investigaci¨®n adelante. Hay que evitar intoxicaciones y nadie est¨¢ dispuesto a poner la mano en el fuego por el que posea informaci¨®n tan preciosa que puede enriquecer a desaprensivos. El m¨¢s joven redactor de Internacional se encarga de enterarse. Dos llamadas tele f¨®nicas a Estados Unidos, realizadas con rara eficacia, le dan respuesta:
-Chicos, J. R. muere v¨ªctima de varios disparos. Hagamos p¨²blica esta informaci¨®n y evitemos que nadie la monopolice.
La voz de Merino. El jefe de Reportajes se encarga de preparar un informe de acompa?amiento para la portada, de J. R. El mercado de apuestas en Espa?a. Por las mesas de la redacci¨®n se desencadena una aut¨¦ntica fiebre. Acaba de llegar la noticia de que Julio Merino, periodista de ultraderecha, ex director de El Imparcial, va a sacar otro peri¨®dico, bajo el t¨ªtulo de La Voz. Se discute sobre la duraci¨®n que tendr¨¢ el diario.
Cauteloso, te contienes, a la espera de obtener m¨¢s informaci¨®n antes de poner tu dinero sobre -la mesa. En Presidencia del Gobierno tu contacto habitual te da m¨¢s datos:
-El peri¨®dico de Merino se va a dedicar fundamentalmente a atacar al Ayuntamiento socialista. No tienen mucho capital, aunque est¨¢n intentando que Gir¨®n saque fondos de El Alc¨¢zar y los meta all¨ª.
Cuando cuelgas el tel¨¦fono tienes la impresi¨®n de jugar sobre seguro:
-Mil pesetas, a marzo-abril de 1983.
Presupuesto para Justicia. En el juego del. olfato, el redactor pol¨ªtico no tiene rival:
-Si sale La Voz, con tono ultr¨¢derechista, no har¨¢ m¨¢s que quitarle lectores a El Alc¨¢zar. La grave crisis econ¨®mica que sufre este peri¨®dico se puede ver agudizada. Podemos hacer apuestas sobre ello.
-D¨¦jate ya -le responde el de Sucesos-, que no les va a faltar publicidad ni ventas. Sus lectores son fieles, y si la Administraci¨®n de justicia consigue que eleven sus presupuestos, no les va a faltar el ingreso de publicidad a trav¨¦s de los edictos de los tribunales madrile?os, que son su fuente de ingresos m¨¢s regular.
Una en¨¦rgica intervenci¨®n del redactor jefe acaba con el mercado de apuestas, Con repetido chasquear de los dedos, distribuye el trabajo y encuentra una ocupaci¨®n para cada uno. A ti te toca acercarte al Hospital Provincial, para olfatear el ambiente. Llegan noticias de que est¨¢ bastante caldeado despu¨¦s de que la direcci¨®n del centro sancionara a uno de los jefes de servicio, el doctor Rivera, prestigioso cirujano cardiaco.
Hay una tensi¨®n evidente en el hospital. Las elecciones sindicales recientemente celebradas dan una idea de los motivos: un tercio de los empleados votaron a la FNT, central sindical patrocinada por Fuerza Nueva. La mayor parte de los m¨¦dicos, la casi totalidad de los jefes de servicio, son votantes ultraderechistas. Desde que la Diputaci¨®n Provincial nombr¨® al doctor Jos¨¦ Luis Barros como director, los ultras desencadenaron una guerra abierta que culmin¨® con una huelga, el pasado a?o. Los m¨¦dicos que no comparten estas posturas se muestran cautos a la hora de hablar:
-Quieren ir otra vez a la huelga para liquidar a Barros -te dice uno de ellos-, y liquidar las medidas de racionalizaci¨®n de la asistencia introducidas por el equipo de la Diputaci¨®n. La huelga puede desatarse de nuevo en cualquier momento.
Acuerdos incumplidos. La Sanidad se convierte en la bestia negra de los centros locales regidos por la izquierda. En el Ayuntamiento de Madrid, el concejal de Sanidad, el comunista Narciso Torrente, y el delegado de servicio, Jos¨¦ Alfredo de Juan, se esfuerzan por conseguir que la Seguridad Social cumpla con un acuerdo suscrito hace ya tiempo, consistente en desviar las urgencias menores de la Seguridad Social hacia los equipos quir¨²rgicos municipales. El doctor De Juan nos explica:
-No quieren poner en marcha estas medidas porque no quieren dar ni un duro al Ayuntamiento de izquierda, pese a que esta medida dejar¨ªa despejados los hospitales madrile?os en buena parte.
Lapso. En el propio Ayuntamiento, te tropiezas con la presentaci¨®n de un peri¨®dico quincenal que dirige el periodista F¨¦lix Santos. Lo presenta el alcalde Enrique Tierno Galv¨¢n, con su habitual exhibici¨®n de ret¨®rica. Al referirse al director, el viejo profesor le nombra como "el conocido periodista V¨ªctor Santos", y prosigue su intervenci¨®n ignorando los discretos apuntes que le hacen para corregirle, mediante siseos, algunos de los presentes.
Uno de los asistentes le convence para asistir a un coloquio en la universidad, en el que participan Carmen Riera, Fanny Rubio, Esther Ben¨ªtez y Andr¨¦s Amor¨®s. Cuando te menciona el nombre de la escritora catalana, no puede contener un suspiro:
-Es tan, tan, ?c¨®mo te dir¨ªa? -se explica.
Durante el coloquio, Carmen Riera dice que no es escritora. Esther Ben¨ªtez afirma tambi¨¦n su condici¨®n de autora, pero niega la de escritora. Andr¨¦s Amor¨®s, que se ha mantenido en silencio durante casi todo el acto, se anima a intervenir:
-Si va a resultar que la ¨²nica escritora soy yo... Despedida. Cuando vuelves a la redacci¨®n, te esperan los compa?eros con un lujoso despliegue de vinos y canap¨¦s para despedirte. El redactor jefe enjuga unas l¨¢grimas emocionadas con la manga de la chaqueta. El de Sucesos te interroga:
-?Por qu¨¦ dejas el trabajo?,
-Porque he descubierto el rostro humano de ese tipo -y se?alas al llor¨®n-. En adelante, mi vida ser¨¢ muy distinta.
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