Espa?a y la ampliacion de la CEE
Frente a la opini¨®n de algunos actores comun¨ªtarios que consideran la entrada d e Espa?a y Portugal en la CEE como desencadenante de nuevos desequilibrios, Lorenzo Natali expone aqu¨ª un argumento rotundamente contrario. Aun ponderando los problemas que puedan demorar las nuevas adhesiones, el vicepresidente de la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas sostiene que la ampliaci¨®n, al conceder a Europa su verdadera dimensi¨®n, permitir¨¢ la soluci¨®n de problemas que no han podido resolverse hasta ahora.
La ampliaci¨®n del Mercado Com¨²n constituye uno de los aspectos centrales del debate interno acerca del futuro de la Comunidad. En efecto, la persistencia y agravaci¨®n del desequilibrio Norte- Sur representa uno de los problemas cruciales que la Comunidad debe afrontar, teniendo en cuenta que incluye problemas de car¨¢cter no s¨®lo econ¨®mico sino tambi¨¦n, y especialmente, sociales y humanos.Los obst¨¢culos que caracterizan a las regiones meridionales de la Comunidad han ocasionado que dichas regiones se hayan beneficiado, comparativamente, menos que las restantes, de los efectos positivos derivados de la integraci¨®n econ¨®mica en la Comunidad. Adem¨¢s, algunas pol¨ªticas comunitarias han producido, a veces, efectos negativos en las posibilidades de desarrollo de este tipo de regiones, teniendo en cuenta que las pol¨ªticas estructurales no se desarrollaron lo suficiente o no se dotaron de los recursos necesarios. Finalmente, los Estados miembros interesados no pusieron siempre a disposici¨®n de dichas regiones, los medios indispensables para su progreso efectivo, sin hablar de ciertas carencias en materia de coordinaci¨®n y de las intervenciones de diversas procedencias.
Las regiones mediterr¨¢neas de la Comunidad actual o futura tienen todas uni caracter¨ªstica com¨²n: su periferia respecto a lo que se ha considerido, al menos, hasta ahora, por motivos econ¨®micos y tambi¨¦n geogr¨¢ficos, como el centro de la Comunidad central y, a la vez, su posici¨®n central, si se las reinserta en lo que, durante siglos, ha representado su contexto de desarrollo econ¨®mico natural, es decir, el Mediterr¨¢neo.
La valoraci¨®n de este aspecto del tema resulta fundamental para situar en su verdadero contexto el debate acerca de la problem¨¢tica mediterr¨¢nea, debate que no es ciertamente nuevo, pero que se encuentra actualmente en el orden del d¨ªa por la perspectiva de la ampliaci¨®n de la Comunidad hacia el Sur.
En efecto, esta ampliaci¨®n puede considerarse como una acentuaci¨®n de los problemas que actualmente est¨¢ atravesando el Sur. Sin embargo, tambi¨¦n puede considerarse como una toma de conciencia por parte del Sur de su propia identidad y de su propia homogeneidad. Toma de conc¨ªenc¨ªa en la que se sit¨²a su propia salida de la crisis a trav¨¦s de relaciones de cooperaci¨®n m¨¢s que mediante relaciones de competencia. Y cabe, al respecto, recordar algunos principios que la Comisi¨®n estima fundamentales en el enfoque de los problemas de la adhesi¨®n de Espa?a y Portugal.
La motivaci¨®n pol¨ªtica
La ampliaci¨®n constituye ante todo un acto pol¨ªtico positivo para la Comunidad y para los candidatos. Los tratados crearon una Comunidad abierta a todos los pueblos europeos y democr¨¢ticos. No hay ninguna duda que los pa¨ªses candidatos cumplen estos requisitos. En lo que les concierne, los pa¨ªses candidatos han estimado, y se trata de una opci¨®n propia, que su integraci¨®n en la Comunidad representar¨ªa un elemento de garant¨ªa y salvaguardia de los principios democr¨¢ticos. Desear¨ªa reafirmar mi convicci¨®n de que esta motivaci¨®n pol¨ªtica por s¨ª sola me parece suficiente para justificar la ampliaci¨®n.
Pero la ampliaci¨®n tambi¨¦n supone, globalmente y a largo plazo, un proceso positivo en t¨¦rminos ec¨®n¨®micos. La extensi¨®n del mercado comunitario tendr¨¢ efectos positivos tanto para la Comunidad actual como para los candidatos, puesto que perm¨ªtir¨¢ a las producciones, bien agr¨ªcolas o industriales, de ambas partes, beneficiarse de un mercado m¨¢s amplio, en el que se suprimir¨¢n todos los obst¨¢culos posibles. Adem¨¢s, teniendo en cuenta los acuerdos vigentes, es evidente que la evoluci¨®n, ¨ªncluso de las simples relaciones comerciales, se hubiera orientado, en el sentido de una integraci¨®n siempre mayor. La ampliaci¨®n, al garantizar la instauraci¨®n de condiciones de competencia comparables entre las partes, permitiendo que todos se beneficien de los diferentes instrumentos comunitarios, y en particular, obligando a una mayor coherencia en las opciones econ¨®micas, deber¨ªa permitir resolver algunas de las dificultades que subsisten actualmente en los intercambios.
Finalmente, a nivel mundial, la Comunidad ampliada desempe?ar¨¢ ciertamente un cometido m¨¢s importante que actualmente, a causa de su refuerzo pol¨ªtico, de su mayor poder econ¨®mico, de las relaciones privilegiadas que Espa?a y Portugal han mantenido tradicionalmente con algunos pa¨ªses o grupos de pa¨ªses.
Las dificultades
Pero si bien la ampliaci¨®n representa una opci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica globalmente positiva, existen dificultades que no deben infravalorarse. Para la Comunidad, cada paso hacia una ampliaci¨®n del n¨²mero de sus miembros implica adaptaciones, y la necesidad de garantizar asimismo un desarrollo cualitativo. Para los candidatos, se trata de adaptar sus estructuras econ¨®micas y sociales a esquemas que, inicialmente, no fueron concebidos para tener en cuenta su especificidad y que adem¨¢s, como ya lo he recordado, se mostraron frecuentemente poco adaptados para superar el retraso de las econom¨ªas menos desarrolladas.
Los problemas vinculados al nivel de desarrollo de los pa¨ªses candidatos, inferior a la media comunitaria, o a la situaci¨®n de su balanza de pagos, las adaptaciones que la adhesi¨®n har¨¢ indispensables en sus sectores industrial y agr¨ªcola y el previsible impacto a nivel regional y social de su adhesi¨®n, representan problemas estrechamente ligados a las negociaciones de adhesi¨®n y que la Comunidad deber¨¢ tener en cuenta.
En cuanto a los problemas que la actual Comunidad deber¨¢ resolver, cabe se?alar que en el sector de la industria, dichos problemas son relativamente limitados y totalmente sectoriales, teniendo en cuenta que ya actualmente m¨¢s del 80% de las exportaciones de los pa¨ªses candidatos se orienta a la Comunidad. En el sector agr¨ªcola, el problema de las producciones mediterr¨¢neas debe insertarse en el contexto global del reequilibrio de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n y de la asunci¨®n por parte de los nuevos Estados miembros del conjunto del acervo comunitar¨ªo que constituye la pol¨ªtica agr¨ªcola.
Este conjunto de problemas representa, por consiguiente, el fondo mismo del debate en curso ya desde hace algunos a?os, y la soluci¨®n de estos ¨²ltimos centra la acci¨®n de la Comunidad y de los pa¨ªses candidatos desde el inicio de las negociaciones de adhesi¨®n.
Existe, finalmente, una tercera dimensi¨®n de dicha problem¨¢tica mediterr¨¢nea, menos conocida y que no ha merecido hasta ahora una reflexi¨®n profunda: me refiero a la futura pol¨ªtica rnediterr¨¢nea exterior de la Comunidad ampliada. La Comisi¨®n prepara actualmente las grandes orientaciones pol¨ªticas que presentar¨¢ en el transcurso del a?o a las instancias del Consejo.
Medidas de adaptaci¨®n rec¨ªproca
Respecto a las regiones mediterr¨¢neas de la actual Comunidad, la acci¨®n comunitaria se ha incrementado sensiblemente a su favor durante estos a?os, precisamente en la perspectiva de la ampliaci¨®n. A parte de las intervenciones tradicionales de los fondos, desear¨ªa ante todo recordar el paquete mediterr¨¢neo, adoptado en 1978, y en curso de ejecuci¨®n.
Se han propuesto tambi¨¦n medidas de adaptaci¨®n de la reglamentaci¨®n comunitaria en algunos sectores de la agricultura mediterr¨¢nea por parte de la Comisi¨®n, a fin de valorar las actuales dificultades, as¨ª como las necesidades de una Comunidad ampliada.
A ra¨ªz de las decisiones del consejo europeo de Londres, el Consejo de Ministros se comprometi¨® a adoptar sus decisiones en torno a dichas adaptaciones como muy tarde el pr¨®ximo 31 de marzo. Si, como confio, estas decisiones se orientaran ampliamente en el sentido propugnado por la Comisi¨®n, se habr¨ªa realizado un importante progreso para los productos mediterr¨¢neos. Tambi¨¦n desear¨ªa decirles al respecto que, al adoptar, a finales de enero, sus proposiciones relativas a los precios para la pr¨®xima campa?a (y no ignoro que estas proposiciones no satisfacen todas las aspiraciones de nuestros agricultores), la Comisi¨®n ha tenido m¨¢s en cuenta a los productos mediterr¨¢neos, en particular. las frutas y hortalizas.
La Comisi¨®n present¨® tambi¨¦n al Consejo, en el marco de los trabajos acerca del mandato del 30 de mayo, orientaciones para la realizaci¨®n de programas integrados a medio plazo, en favor de las regiones mediterr¨¢neas. Partiendo de un an¨¢lisis global de los problemas, se trata de orientar hacia un objetivo com¨²n las intervenciones de la Comunidad en favor de los diferentes sectores de la actividad econ¨®mica de estas regiones, integr¨¢ndola a la vez en las acciones realizadas a nivel local y a nivel nacional. Dichas medidas deber¨ªan financiarse a trav¨¦s de los diferentes instrumentos de que dispone la Comunidad. Se trata de fondos con finalidad estructural como el FEOGA-orientac¨ª¨®n, el Fondo Social o el Fondo Regional, as¨ª corno de otros instrumentos, por ejemplo, el nuevo instrumento financiero o el Banco Europeo de Inversiones. Adem¨¢s, convendr¨ªa aportar a sus funcionamientos los correctivos necesarios para adecuarlos mejor, teniendo en cuenta la experiencia vivida, a las necesidades espec¨ªficas de las regiones mediterr¨¢neas. Las orientaciones de la Comisi¨®n han sido positivamente acogidas por los jefes de Estado y de Gobierno, en noviembre pasado en Londres. La Comisi¨®n elabora actualmente las med¨ªdas concretas, que ser¨¢n ultimadas con las autoridades nacionales y locales de las regiones interesadas, con miras a su presentaci¨®n al Consejo y al Parlamento Europeo en los pr¨®ximos meses.
Desear¨ªa asimismo recordar que, generalmente, el refuerzo de los fondos con finalidad estructural, as¨ª como de las pol¨ªticas comunitarias de solidaridad, propugnada por la Comisi¨®n para que la acci¨®n de la Comunidad resulte m¨¢s incisiva y m¨¢s centrada en las zonas menos desarrolladas, deber¨ªa favorecer la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica coherente, y a largo plazo, beneficiar a las regiones mediterr¨¢neas.
En cuanto a los pa¨ªses candidatos, es evidente que gran parte de los problemas de integraci¨®n de su econom¨ªa en la comunitaria deber¨¢ resolverse mediante medidas transitorias adecuadas que permitan, en el respeto de los intereses rec¨ªprocos de las partes interesadas, escalonar en el tiempo el inevitable impacto que supone cualquier proceso de adhesi¨®n. Pero la complejidad de algunos problemas requiere que, por encima de medidas transitorias, los pa¨ªses candidatos se comprometan en una profunda acci¨®n de adaptaci¨®n de su econom¨ªa, a fin de garantizar desde ahora cierta convergencia de las opciones econ¨®micas de base. Para ello, la Comisi¨®n dese¨®, a finales de 1977, que durante el per¨ªodo de negociaci¨®n, se intentara conseguir cierta convergencia de las decisiones comunitarias y de los pa¨ªses candidatos y que, adem¨¢s, la Comunidad concediera alguna ayuda financiera a las acciones de reestructuraci¨®n realizadas por los dos pa¨ªses candidatos, en la ¨®ptica de la preparaci¨®n de su econom¨ªa a la adhesi¨®n.
Aunque no se haya ido todo lo lejos que la Comisi¨®n deseaba o esperaba, se adoptaron medidas de ayuda financiera a favor de Espa?a. Tambi¨¦n se entabl¨® con Espa?a, a finales dejunio del a?o pasado, una cooperaci¨®n financiera, por medio de pr¨¦stamos ordinarios del Banco Europeo de Inversiones, por un total m¨¢ximo de doscientos millones de ecus. Finalmente, el profundo trabajo de informac¨ª¨®n rec¨ªproca que la Comisi¨®n ha mantenido con las autoridades espa?olas en diferentes sectores econ¨®micos ha permitido frecuentemente mejorar la valoraci¨®n de los problemas en su realidad y extraer las consecuencias adecuadas por ambas partes, a nivel decisorio.
La cuesti¨®n de la contribuci¨®n de la Comunidad al desarrollo de los p¨¢¨ªses candidatos se plantear¨¢ en t¨¦rminos totalmente diferentes cuando Espa?a y Portugal se hayan convertido en Estados miembros. Evidentemente, se beneficiar¨¢n, de la misma forma que los restantes Estados miembros, de las aportaciones de los diferentes fondos e instrumentos financieros comunitarios. Teniendo en cuenta su nivel de. desarrollo y su situaci¨®n social, cabe pensar que el problema del refuerzo de las dotaciones de dichos instrumentos financieros se plantear¨¢ de forma m¨¢s aguda que actualmerite. Se estima adem¨¢s que acciories del tipo de los programas integrados de los que acabo de hablar, deber¨¢n asimismo beneficiar a las regiones de los pa¨ªses candidatos que afrontan problemas an¨¢logos a los de las regiones mediterr¨¢neas actuales.
Pol¨ªtica de solidaridad
Volviendo al tema central de nuestra reflexi¨®n. Existe una profunda interrelaci¨®n entre todos los aspectos de la problem¨¢tica mediterr¨¢nea y sus aspectos est¨¢n todos m¨¢s o menos relacionados con el d¨ªlema de fondo que actualmente afronta la Comunidad, si esta ¨²ltima tiene la voluntad de proseguir el camino de su integraci¨®n, trazado por los fundadores de Europa y los autores de los tratados, que fijaron como postulado para el ¨¦xito de esta integraci¨®n el principio de la solidaridad. Si esta respuesta es positiva, la respuesta a los problemas que he mencionado tambi¨¦n resultar¨¢ posible.
Estoy convencido que el futuro desarrollo de la Comunidad es inseparable de su reequilibrio interno, por el cual su extensi¨®n a Espa?a y Portugal constituye tan elemento esencial. La estabilidad y seguridad de la Comunidad est¨¢n directamente vinculadas a la estabilidad y seguridad de toda la cuenca mediterr¨¢nea y, por consiguiente, a la profundizaci¨®n de los lazos de la Comunidad ampliada con los otros pa¨ªses de esta zona. S¨®lo una pol¨ªtica de solidaridad permitir¨¢ alcanzar dichos objetivos, todos importantes, aunclue, lo confieso, quiz¨¢ irreconciliables en una ¨®ptica de simple defensa de los intereses inmediatos, sectoriales y nacionales.
Pero no quisiera concluir sin declarar mi preocupaci¨®n aiite la grave crisis que atraviesa la Comunidad. Todos conocemos los elementos de esta crisis: la falta de coherencia frente a los efectos de la recesi¨®n y de sus consecuencias econ¨®micas y sociales, la crisis de la ¨²nica pol¨ªtica com¨²n verdadera, es decir, la pol¨ªtica agr¨ªcola, las tensiones regionales, en particular, esta tensi¨®n Norte-Sur que he mencionado antes, y, por encima de todos estos elementos, el presupuesto.
Algunos pensar¨¢n que, eladas las dificultades de integraci¨®n de los Estados miembros que se adhirieron en 1973, la nueva ampliaci¨®n podr¨ªa agravar la crisis hasta el punto de amenaza para la, propia Comunidad. Deseo manifestar rotundamente que esta conclusi¨®n es totalmente err¨®nea. La futura ampliaci¨®n no ha creado nin,guno de los problemas que estamos afrontando. Las reflexiones a las que nos ha obligado la ampliaci¨®n ¨²nicamente evidenciaron estos problemas: la ampliaci¨®n nos obliga a movilizar nuestras energ¨ªas y nuestra voluntad pol¨ªtica para buscar soluciones a los problemas que pueden plantearse. Pero la crisis actual no podr¨¢ solucioilarse sin esta voluntad pol¨ªtica.
La ampliaci¨®n, al conceder a Europa su verdadera dimensi¨®n, permitir¨¢ la soluci¨®n de problemas que no hemos podido resolver hasta ahora. La soluci¨®n no supone replegarse en el rechazo de un proceso pol¨ªticamente positivo, sino la movilizaci¨®n conjunta de las energ¨ªas capaces de resolver los problemas de toda Europa.
es vicepresidente de la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas.
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