Una entrada por el precio de dos
LA HABILIDAD de los vendedores ambulantes para engatusar a sus desconfiados auditorios y forzar a sus clientes a realizar compras innecesarias o imprevistas ha sido industrializada por los estrategas del marketing. La tradicional cantinela de los feriantes (?ni por cien, ni por cincuenta, ni por diez ... s¨®lo por una peseta!), ha sido sustitu¨ªda por las rebajas de temporada, mientras que el abigarramiento de los g¨¦neros agrupados en una oferta ¨²nica ha cedido su lugar a conjuntos de objetos menos extravagantemente relacionados entre s¨ª pero siempre vinculados por un precio com¨²n.Corresponde sin embargo a los directivos de los equipos de f¨²tbol la originalidad de haber roto la tradici¨®n del dos por el precio de uno para la inaugurar la ins¨®lita pr¨¢ctica comercial del uno por el precio de dos. Alfonso Cabeza aprovech¨® el derby madrile?o para obligar a los espectadores a abonar un suplemento que conced¨ªa a la fuerza el privilegio de contemplar un apasionante Atl¨¦tico Madrile?o-Getafe. Ahora el presidente Nu?ez ha recurrido a esta abusiva pr¨¢ctica, vigente desde hace algunas temporadas, y no deja otra opci¨®n a los aficionados, que quieran asistir al partido Barcelona-Real Socieclad, en el Camp Nou, que adquirir, adem¨¢s, la entrada para un pr¨®ximo encuentro de menor inter¨¦s. Sin duda, la libertad de los espectadores para pagar o no un doble precio por contemplar uno de los varios partidos del siglo que se disputan cada temporada y el funcionamiento de Ias leyes de la oferta y de la demanda servir¨¢n, en estos meses en los que el liberalismo alegre y faldicorto se ha convertido en la ¨²ltima moda, para justificar estas decisiones y rehuir cualquier medida intervencionista. Ahora bien, parece oportuno recordar el especial r¨¦gimen fiscal, las facilidades financieras, los leoninos contratos con Televisi¨®n y las ayudas varias que reciben, bajo el pretexto del fomento al deporte, esas extra?as asociaciones que son los equipos de f¨²tbol profesional, acogidos para lo que les favorece a los usos comunes pero protegidos, en cambio, de los controles y exigencias propios de las sociedades an¨®nimas.
Los clubes espa?oles y la Federaci¨®n que los cobija constituyen una realidad demasiado an¨®mala jur¨ªdica y mercantilmente para que sean admisibles sus pretensiones de imponer sus normas espec¨ªficas y privilegiadas en el terreno fiscal o laboral, a la vez que esgrimen las leyes de la oferta y la demanda a la hora de forzar a los aficionados a pagar las entradas de dos encuentros por contemplar de buen grado solo uno de ellos. Mientras el abono anual ofrece contrapartidas y ventajas para quienes lo adquieren, el tr¨¢gala de las dos entradas es una medida que s¨®lo favorece al vendedor y que no deja otra opci¨®n al espectador que aceptar esa exorbitante exigencia. Para mayor desgracia, la alegr¨ªa despilfarradora con la que buena parte de las directivas de los clubes malgastan esos dineros a mayor gloria de su propia vanidad ni siquiera permite consolar a los forzados contribuyentes de sus arcas con la esperanza de que ser¨¢n aplicados de manera sensata y controlada. El a?o del Mundial espa?ol, posible gracias al intervencionismo estatal y a la concesi¨®n de gabelas tan importantes como los sorteos especiales de loter¨ªa y la cuota de las quinielas, tal vez pudiera ser la ocasi¨®n para poner orden y realizar limpieza en esos patios de monipodio.
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