Las autoridades salvadore?as reconocen que sin ayuda militar de los Estados Unidos no podr¨¢n ganar la guerra
El ministro de Defensa salvadore?o, general Jos¨¦ Guillermo Garc¨ªa, ha reconocido que "sin la ayuda militar de Estados Unidos, las fuerzas armadas de El Salvador no podr¨¢n ganar la guerra contra los rebeldes". Estas declaraciones fueron formuladas en el curso de una larga y acalorada entrevista con los senadores dem¨®cratas norteamericanos Claiborne Pell y Patrick Leahy, que a finales de la pasada semana visitaron esta Rep¨²blica centroamericana.
Tal reconocimiento de impotencia por parte del hombre fuerte del aparato militar salvadore?o contrasta con sus anteriores declaraciones.A finales de junio, el entonces coronel Garc¨ªa declar¨® a EL PAIS que para las elecciones de marzo el Ej¨¦rcito controlar¨ªa pr¨¢cticamente todo el pa¨ªs.
La marcha de la guerra ha jugado en su contra. La guerrilla ya no se limita, como el a?o pasado, a mantener su control sobre extensas zonas rurales de Moraz¨¢n, Chalatenango, Usulat¨¢n y San Vicente.
Los asaltos espor¨¢dicos a capitales de departamento, as¨ª como la intensificaci¨®n de los sabotajes en la propia San Salvador, demuestran que la guerra civil ha entrado en su fase urbana, la m¨¢s temida por el Ej¨¦rcito y la que puede hacer m¨¢s mella en la ya debilitada moral de sus combatientes.
Estos hechos han llevado al presidente Duarte a reconocer que para ganar la guerra necesitan, adem¨¢s de la ayuda norteamericana, ampliar sus efectivos militares, de los 20.000 combatientes actuales, a 50.000, una meta que no pueden cumplir por razones econ¨®micas. Y todo esto para hacer frente a una guerrilla que, seg¨²n el Ej¨¦rcito, no tiene m¨¢s de 5.000 hombres.
Ante la intensificaci¨®n del conflicto, el arzobispo salvadore?o Arturo Rivera y Damas, ha lanzado un llamamiento contra "la intervenci¨®n de pa¨ªses extranjeros, que en su af¨¢n hegem¨®nico ponen las armas, mientras el pueblo salvadore?o pone los muertos". Para el arzobispo cat¨®lico es obvia la intervenci¨®n de Estados Unidos, por un lado, y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, por otro, "con sus adl¨¢teres de aqu¨ª cerca: Cuba y Nicaragua".
La celebraci¨®n de las elecciones previstas para el 28 de marzo ?parece problem¨¢tica, aunque os observadores coinciden en que EE UU y la Junta llevar¨¢n adelante su proyecto, incluso bajo las balas, como ha dicho el presidente del Consejo de Elecciones, Jorge Bustamante. La idea que empieza a ganar cuerpo es que tras las elecciones no habr¨¢ otra salida que negociar con la guerrilla.
La ayuda norteamericana, imprescindible para el mantenimiento indefinido de la guerra, empieza a ser fuertemente contestada desde que la televisi¨®n mostr¨® a seis asesores de EE UU portando fusiles M-16 en zona de combate.
La escalada de la ayuda militar de EEUU, que hace de El Salvador el cuarto pa¨ªs en el ranking de asistencia b¨¦lica, despu¨¦s de Israel, Egipto y Turqu¨ªa, ha sido cuestionada por Pell y Leahy. Ambos coincidieron en que las explicaciones dadas por Garc¨ªa a las violaciones de derechos humanos hab¨ªan sido "muy satisfactorias".
El alto mando militar les suministr¨® informaci¨®n "tan poco seria, que parec¨ªa una conferencia para colegiales sobre los peligros de fumar marihuana". Los dos senadores insistieron en que si no hay mejoras sustanciales en el respeto de los derechos humanos, el Congreso de Estados Unidos no autorizar¨¢ nuevos env¨ªos de armas.
Poco despu¨¦s de que los senadores ofrecieran una conferencia de Prensa en la Embajada norteamericana, el presidente Jos¨¦ Napole¨®n Duarte se presentaba en el hotel Camino Real, para destacar ante un centenar de sorprendidos periodistas el procesamiento de cinco guardias nacionales por la muerte de cuatro religiosas. El arzobispo Rivera declaraba a este respecto que, cuando se quiere, se puede detener a los culpables de asesinatos. Esto demuestra que "es posible dilucidar el asesinato de monse?or Romero y de tantos otros".
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