Fabricantes de crisis
UNO DE LOS m¨¢s serios peligros de nuestros d¨ªas son los fabricantes de crisis, esos delincuentes de cuello blanco que riegan la convivencia con fraudes criminales, enga?os y desencantos. El caso del Banco de Descuento acaba de dar lugar al auto de procesamiento dictado por el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 1 de Barcelona contra Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Cobos, director general del Banco, quien desde el pasado 18 de noviembre est¨¢ encargado por el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos de sanear la entidad y clarificar sus cuentas.Lejos de nuestra intenci¨®n pedir inmunidad para los gestores p¨²blicos. Por el contrario en la medida que el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos utiliza cuantiosos recursos de la banca privada y del Banco de Espa?a (es decir, de todos los espa?oles), su actuaci¨®n debe ser sometida m¨¢s que ninguna otra a las leyes civiles y penales. Sorprende, no obstante, el contexto en que ha ocurrido el hecho. El director general y los otros actuales administradores del Banco de Descuento promovieron, poco despu¨¦s de llegar a sus cargos, una querella penal contra algunos de sus antecesores, por supuesta apropiaci¨®n indebida y m¨²ltiples falsedades en balances y apuntes contables, al parecer todo ello estimado en m¨¢s de 2.000 millones de pesetas. Dos d¨ªas despu¨¦s, tras no ser atendida la petici¨®n de procesamiento y prisi¨®n incondicional que formularon la acusaci¨®n privada y el propio ministerio fiscal, una denuncia documentada en nuevos datos provoc¨® la detenci¨®n por la brigada de estafas de cuatro ex administradores (hab¨ªa implicados una docena), quienes fueron puestos en libertad sin procesamiento. Ahora, cuando el suceso permanec¨ªa caliente en la opini¨®n p¨²blica, uno de los promotores de la denuncia y querella ha sido procesado por supuesto quebrantamiento de dep¨®sito de sesenta millones de pesetas, as¨ª como por presuntas injurias contenidas en una circular que Gonz¨¢lez Cobos envi¨® a otros bancos para clarificar la operaci¨®n relacionada con los sesenta millones.
Desde que se inici¨® el tratamiento organizado de crisis bancarias, ha habido en los ¨²ltimos cuatro a?os una docena larga de bancos oxigenados con sigilosos caudales p¨²blicos y sometidos a la clarificaci¨®n de cuentas. En muchos casos, la crisis hab¨ªa sido generada o acelerada por administraciones punibles. Sin embargo, s¨®lo el ex presidente, dos directivos y una persona relacionada con el Banco Meridional, hoy ya reflotado, est¨¢n procesados. Adem¨¢s del caso Banco de Navarra, los m¨¦dicos del hospital (primero Corporaci¨®n Bancaria, luego Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos), han impulsado diez actuaciones por la v¨ªa penal. Independientemente, el propio Banco de Espa?a ha denunciado ante la Fiscal¨ªa del Estado la situaci¨®n general de diferentes bancos en crisis al llegar los gestores p¨²blicos a su administraci¨®n, sin que hasta el momento se sepa que los asuntos hayan prosperado; ¨¦sto tampoco es nuevo, pues las primeras actuaciones pasadas por Hacienda al fiscal sobre Fidecaya en 1980 fueron archivadas. As¨ª, el panorama es desalentador. Cabe pensar que el propio hospital de bancos ha tenido que actuar con cautela y astucia, para que los due?os de futuros enfermos no se resistieran a la necesaria hospitalizaci¨®n, temerosos de que luego se procediera judicialmente contra ellos. En cualquier caso, la situaci¨®n ha sido auspiciada por la carencia de instrumentos legales, enraizada en unas leyes mercantiles arcaicas, que permite encubrir las quiebras culpables o fraudulentas en piadosos expedientes de suspensi¨®n de pagos. A todo ello se une la consabida carencia de medios materiales y humanos de la justicia. Esta se ve obligada a tratar los asuntos econ¨®mico-penales con el c¨®digo del siglo pasado, anclado en delitos contra la propiedad que proceden del derecho romano y est¨¢n lejos de ser adecuados a nuestra sociedad postindustrial y financiera. En este caso, los espa?oles hemos sufrido durante las ¨²ltimas d¨¦cadas la casi impunidad penal de los estados liberales decimon¨®nicos. Quiz¨¢ no lo notamos mucho porque el auge econ¨®mico facilita siempre los negocios fraudulentos, pero la crisis iniciada en 1973 empuj¨® a los delincuentes de cuello blanco hacia la manipulaci¨®n del dinero f¨¢cil del ahorro. Y aqu¨ª estamos pagando esa herencia, envenenada con el ars¨¦nico de quienes -c¨®mplices muchas veces de aquellos delitos- quieren encima culpar de los hechos a la nueva situaci¨®n democr¨¢tica. Pero la justicia est¨¢ carente de los instrumentos penales que gener¨® la econom¨ªa keynnesiana de postguerra en otros pa¨ªses occidentales. Resulta por eso revelador que cuando en 1977 se propici¨® la inclusi¨®n en el nuevo C¨®digo Penal de un avanzado y pormenorizado t¨ªtulo sobre "delitos contra el orden sociecon¨®mico", el Gobierno cediera a los cantos demag¨®gicos del poder econ¨®mico y congelara hasta la fecha el proyecto de ley.
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