El periodismo constitucional gaditano
No es sorprendente que diversas fuerzas pol¨ªticas de la Espa?a actual hayan seleccionado una fecha tan poco convencional como el 170 aniversario para divulgar a los ciudadanos el conocimiento y la grandeza del intento modernizador que supuso para nuestra sociedad la Constituci¨®n de 1812. Lo que s¨ª resulta, sin embargo, un poco chocante es la pretensi¨®n de apropiaci¨®n hist¨®rica indebida que pretende hacer ese comando de apoyo del presidente Calvo Sotelo que gira bajo el r¨®tulo comercial de Clubes Liberales.Pero independientemente de estas cuestiones menores, propias de las impaciencias de las antesalas del poder y los generosos manejos de los ung¨¹entos de los Presupuestos Generales del Estado, resulta ¨²til efectuar algunas reflexiones sobre la historia de La Pepa, una oportunidad frustrada en el progreso civilizado del Estado espa?ol. Utilidad especialmente provechosa en estas nuevas circunstancias de 1982, cuando unos nuevos serviles intentan destruir dram¨¢ticamente otra civilizada y pac¨ªfica obra de transformaci¨®n de la sociedad espa?ola.
La Constituci¨®n de C¨¢diz no s¨®lo consagr¨® una nueva forma de entender el ejercicio del poder, sino que tambi¨¦n en esta ¨¦poca naci¨® en Espa?a lo que hoy entendemos por periodismo.
Hasta el C¨¢diz de las Cortes, los peri¨®dicos eran m¨¢s bien hojillas de informaci¨®n comercial, completados con ejercicios literarios y po¨¦ticos de mejor o peor factura, que soportes de informaci¨®n y opini¨®n.
Con el C¨¢diz de las Cortes nace el periodismo pol¨ªtico. Los peri¨®dicos transforman y complementan sus informaciones econ¨®micas de tipo utilitario con el debate y la informaci¨®n de los asuntos p¨²blicos. Nace el nuevo periodismo en el ambiente de la libertad de expresi¨®n que alumbran las Cortes. Y este alumbramiento de principios del pasado siglo de las corrientes de opini¨®n y formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica es consecuencia simple de cuando los asuntos de la gobernaci¨®n p¨²blica dejan de ser temas de cortijo para pasar a depender del sentir mayoritario de los ciudadanos.
El 24 de agosto de 1810, primero en d¨ªas alternos y luego cada jornada, comienza a publicarse el primer peri¨®dico de calidad de la historia del periodismo espa?ol: El Conciso. En tama?o cuarta, los redactores de este peri¨®dico gaditano -que alcanz¨® en aquellos tiempos de guerra la incre¨ªble difusi¨®n de m¨¢s de 2.000 ejemplares- asumieron una decidida pol¨ªtica informativa de defensa del orden constitucional y del esp¨ªritu de la nueva sociedad que quer¨ªan desvelar los liberales que hicieron posible el texto constitucional elaborado en la iglesia oratorio de San Felipe Neri, en la gaditana calle de Santa In¨¦s.
La publicaci¨®n de El Conciso termin¨® con la historia de aquella primera libertad de la sociedad espa?ola y, sus redactores conocieron entonces la persecuci¨®n y la muerte. Para cualquier estudioso de la ¨¦poca" el peri¨®dico constitucional gaditano fue *el mejor escrito y realizado de cuantos informaron en aquella circunstancia crucial de la historia contempor¨¢nea espa?ola. Los redactores, que a la salida de su trabajo despachaban en la confiter¨ªa de Cosi, realizaron tambi¨¦n la funci¨®n de denuncia y control del poder que se ha consagrado en la Prensa actual.
As¨ª, aquellas p¨¢ginas acogieron un informe sobre las infrahumanas condiciones en que se desenvolv¨ªa la vida de los internados en el Hospital Militar de la Isla de Le¨®n, que motiv¨® la creaci¨®n de una comisi¨®n de encuesta y la posterior depuraci¨®n de sus administradores.
La postura de El Conciso durante el desarrollo de los debates ampar¨® en todo momento la defensa de las libertades y los derechos de los ciudadanos que el nuevo ordenamiento pol¨ªtico consagr¨® para los espa?oles. La postura del peri¨®dico frente al tribunal de la Inquisici¨®n plante¨® en sus p¨¢ginas los esbozos de una sociedad que en alg¨²n momento rozaba los l¨ªmites del laicismo.
Desgraciadamente, El Conciso, que posteriormente continu¨® edit¨¢ndose en Madrid, tuvo s¨®lo la corta vida que acompa?¨® al r¨¦gimen constitucional gaditano, y su colecci¨®n es hoy una pieza de imprescindible consulta para establecer la historia del periodismo espa?ol y la de los intentos modernizadores de la historia de nuestro pa¨ªs. Mantuvo frecuentes pol¨¦micas y, particularmente, con aquellos otros ¨®rganos de Prensa como El Censor General, que defend¨ªan las ideas retr¨®gradas del antiguo r¨¦gimen..
La nueva situaci¨®n pol¨ªtica creada por el ambiente de las Constituyentes y la libertad de expresi¨®n instaurada por La Pepa generaron no pocos enemigos de la Prensa y los periodistas. Defensores de privilegios y patrocinadores del oscurantismo tuvieron ya en aquella ¨¦poca un destacado papel y trataron de impedir la libre circulaci¨®n de informaci¨®n y opiniones. En este sentido fue siempre El Conciso un peri¨®dico amenazado y temido al mismo tiempo, y s¨®lo le mantuvo la creencia de su propietario en este nuevo estilo de periodismo pol¨ªtico, la sagacidad de sus redactores y -sobre todo- la confianza y el aprecio de sus lectores, que encontraron en sus p¨¢ginas la calidad profesional que s¨®lo se puede alcanzar en el contexto de una sociedad libre.
Estas reflexiones marginales sobre aquel per¨ªodo hist¨®rico son, quiz¨¢, m¨¢s positivas en estos momentos que cualquier otro canto a los constitucionalistas docea?istas. La Espa?a de 1982 tambi¨¦n necesita para fortalecer su sistema democr¨¢tico un cabal entendimiento de la libertad de imprenta, que debe ser asumido y practicado por los poderes p¨²blicos. La situaci¨®n de la televisi¨®n en nuestro pa¨ªs y los intentos m¨¢s o menos descarados para mantener a los ¨®rganos de Prensa bajo un productivo control recuerdan que hoy d¨ªa la libertad de expresi¨®n es en Espa?a una asignatura pendiente.
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