El nost¨¢lgico
No me refiero al nost¨¢lgico pol¨ªtico. Este es nost¨¢lgico s¨®lo como consecuencia de su actitud partidista, es decir, que recuerda aquellos tiempos como buenos, s¨®lo porqe los de hoy le parecen malos y sublima el pasado para condenar mejor el presente. Aqu¨ª quiero recordar s¨®lo el nost¨¢lgico puro, el hombre que mira hacia atr¨¢s con ilusi¨®n en lugar de con ira.En t¨¦rminos generales su caso es el mismo que en el pol¨ªtico, porque para empezar tambi¨¦n est¨¢ inc¨®modo. En primer lugar, es viejo (m¨¢s de lo que Imagina) y si no est¨¢ enfermo, al menos tiene ciertos achaques; huyendo psicol¨®gicamente de lo mal que est¨¢ ahora recuerda lo bien que estaba antes pero en lugar de verse a s¨ª mismo joven, fuerte con salud y ¨¦xitos femeninos, capaz de correr y saltar, cree que lo que ha cambiado es el ambiente que le rodea hoy y que no es, ?qu¨¦ va a ser!, lo que era en su juventud.
Zarzuela y revistas
En el caso del nost¨¢lgico madrile?o han tenido mucha influencia para animarle la zarzuela o las revistas en que se aprovechaba cualquier ocasi¨®n para montar el n¨²mero de aquel Madrid anta?¨®n. Dec¨ªa un personaje a otro: "?Cuanto tiempo sin vernos! ?Te acuerdas de cu¨¢ndo ¨ªbamos a bailar a la Bombilla?". Como si hubiera dicho "s¨¦samo"; no se abr¨ªa una cueva, pero sub¨ªa velozmente un tel¨®n de boca que casi les llevaba por los aires mientras se hac¨ªa la oscuridad, los dos actores se escurr¨ªan por un lateral y sonaban los primeros compases del chotis. Al volver la luz, la escent se hab¨ªa transformado en una tiirde en la "Bombi" y el pantal¨®n abotijnado, la gorrilla, el pa?uelo al cuello se emparejaban con la falda de percal "plancha" y el mant¨®n de manlila. Por espacio de unos; minutos, hombres y mujeres se desga?itaban d¨ªscutiendo qui¨¦n era m¨¢s chulo, algo que en aquel marco hab¨ªa que ser por obligaci¨®n. Miguel Mihura escribi¨® un cuento en el que una muchacha nacida en Chamber¨ª ten¨ªa que renunciar al amor y a la felicidad conyugal, porque cada vez que hombre se le declaraba no ten¨ªa m¨¢s remedio que constestar con una chulada -"Pero, bueno, ?ser¨¢ pasmao!, ?y a m¨ª qu¨¦!, ?all¨¢ pel¨ªculas!"-, aunque sintiera profundamente la necesidad de compartir su carino y montar con ¨¦l un hogar. Pero como hab¨ªa nacido en Chamber¨ª, y eso, al parecer, obliga tanto...
Aquello era un himno triunfal que humedec¨ªa los Ojos de los espectadores viejos, y lo curioiso es que en ning¨²n caso aparec¨ªa la otra cara de la medalla de "aquel Madrid", la cara de las casas oscuras, de los servicios sanitarios casi inexistentes, del fr¨ªo espantoso en invierno apenas combat¨ªdo por una camilla que asaba las piernas y helaba la espalda, del verano ardiente apenas aliviado por un botijo, de una comida que hab¨ªa que observar con recelo cuando se sacaba de la fresquera -caja de madera con tela met¨¢lica colgando en el patio interior- de la tuberculosis que hac¨ªa estragos, de la pulmon¨ªa que se llevaba a la gente por docenas...
Comidas por 30 pesetas
Otros nost¨¢lgicos menos viejos se han plantado en los a?os cuarenta o los cincuenta. Se parecen a los anteriores en su descripci¨®n de las comidas pantagru¨¦licas que com¨ªa.n ?por treinta pesetas! y se olvidan que treinta pesetas de entonces no las ten¨ªa casi nadie. Son los que, de pronto, se entristecen. "Pensar que entonces me ofrecieron una parcela en Torremolinos por 5.000 pesetas", y hay que volverles a recordar a) que mil duros eran una barbaridad de dinero, y b) que a¨²n teni¨¦ndolas, a nadie se le hubiera ocurrido en aquel tiempo comprar un arenal malague?o, donde hac¨ªa un calor espantoso ?Quien iba all¨ª a pasar el verano? Porque entonces la gente hu¨ªa del calor yendo al Norte, no lo afrontaba y desafiaba yendo al Sur.
Algo curioso de los nost¨¢igicos es que a menudo recuerdan la guerra civil gustosamente a¨²n habiendo estado en el lado perdedor... La raz¨®n quiz¨¢ estribe en que la vida de la mayor¨ªa de seres humanos es gris. Dormir, comer, trabajar, amar, tener hijos, se encuadran normalmente dentro de unas coordenadas muy iguales. La guerra represent¨® el mayor acontecimiento de su existencia; un tiempo en que las palabras miedo, hambre, gloria, orgullo, sacrificio empezaron a emplearse con may¨²scula, porque todo era m¨¢s importante y, aunque tambi¨¦n m¨¢s peligroso, val¨ªa la pena. Por ello, cuando dos nost¨¢igicos se encuentran en una reuni¨®n sobreviene una doble experiencia. Ellos lo pasan maravillosamente recordando y los c¨®nyuges -incorporadas rn¨¢s tarde a su vida- lo pasan fatal oy¨¦ndoles recordar. (A veces no hace falta siquiera que haya una guerra en el pasado; el servicio militar sigue siendo -lugar geogr¨¢fico distinto, vida diferente- una experiencia inolvidable, la mayor de su vida para muchos.)
El secreto de la nostalgia
El secreto de la nostalgia como goce casi onanista consiste, como se sabe, en embellecer el ayer denigrando el hoy; y esa ilusi¨®n es tan fuerte, es tan grande la necesidad de contentarse, que Incluso gente lista y de cultura llega a negar la evidencia. A m¨ª me preocupa ver amigos de muchos a?os que tras embriagarse -"Te acuerdas de aquel d¨ªa que fuimos...", "Lo que dijo Fulano cuando al llegar a..."- mueven la cabeza y dicen cosas asombrosas para gente de educaci¨®n y sensibilidad. Por ejemplo: "Aquello s¨ª era bailar; esos bailes de hoy, en cambio... son absurdos". (Supongo que el boogie-boogie era filosofal.) "?Y las canciones de ahora? No dicen nada" (porque la letra del "tiro-liro estaba escrita por Zubiri) terminando con una frase que uno no sabe si o¨ªrla riendo o llorando: "Deseng¨¢?ate, los j¨®venes de hoy no saben divertirse". Qu¨¦ m¨¢s querr¨ªa el nost¨¢lgico que fuera as¨ª... Yo miro a mi alrededor y veo a grupos mozos saliendo de los bailes, de las escuelas o el taller riendo, empuj¨¢ndose, sacando partido hilarante de un tropez¨®n, de un error, de un chiste, de cualquier cosa que despierte su alegre, viva, mentalidad juvenil. Yo los veo, pero, al parecer, el nost¨¢lgico no los quiere ver; para entristecerse con l¨®gica ¨¦l, tiene que obligar a entristecerse, adem¨¢s, al mundo entero.
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