El turno de la OPEP
Como si se hubiera liado en su propio ovillo, la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP) ha comenzado a recolectar los frutos de su ciega estrategia de mantener altos los precios del petr¨®leo s¨ªn tener encuenta las circunstancias objetivas de la econom¨ªa mundial. Con las decisiones de su ¨²ltima reuni¨®n extraordinaria en Viena, el consorcio petrolero, que durante la ¨²ltima d¨¦cada ha manejado a su antojo el vital mercado mundial de crudos, imponiendo prec¨ªos y condiciones de venta, ha demostrado quiz¨¢ que esos tiempos han pa.sado a la historia y hasta puede que le haya llegado el tuirno de pagar ahora, con alg¨²n retraso, la parte proporciona] de coste y responsabilidad que le pueda corresponder en la pertinaz crisis econ¨®mica internacional.Por vez primera, desde la revoluci¨®n iran¨ª de 1978 -aut¨¦ntica espoleta del llamado segundo choque del petr¨®leo-, el mercado mundial de crudos se encuentra, desde hace unos dos meses, en una inusual calma en la que la tendencia a la baja en los precios es la t¨®nica dominante. En los ¨²ltimos seis meses el precio del crudo de referencia (el ar¨¢bico ligero), oficialmente fijado en 34 d¨®lares por barril el pasado octubre, ha ca¨ªdo a un nivel pr¨®ximo a los 28 d¨®lares en los mercados libres, es decir, casi un 20% menos, y puede que se acerque, en t¨¦rminos reales, al nivel en que se encontraba cuando todo eml)ez¨® por segunda vez.
Aunque la importancia de este mercado es marginal, ya que el crudo all¨ª negociado s¨®lo representa entre un 5 y 10% del total en el mundo occidental, la aparici¨®n de nuevos productores (M¨¦xico, Gran Breta?a, Noruega, etc.) que venden a precios inferiores a los oficiales de la OPEP, los ahorros decididos en los pa¨ªses consumidores y la propia crisis econ¨®mica en los pa¨ªses industriales, ha colocado a los trece miembros consorciados ante las cuerdas.
Con sus ingresos financieros cayendo a marchas forzadas, hasta el punto de que han aparecido ya los primeros d¨¦ficit externos entre los productores, la OPEP afronta la disyuntiva de igualar prec¨ªos con sus competidores o recortar sus vol¨²menes de producci¨®n para tratar de generar artificialmente una nueva crisis del petr¨®leo por la v¨ªa de la reducci¨®n de la oferta.
En Viena, los ministros de Petr¨®leo de la OPEP han adoptado una t¨ªmida mezcla de ambos remed¨ªos, en la esperanza de el proceso se invierta con la adopc¨ª¨®n moment¨¢nea de algunos peque?os sacrificios internos. As¨ª, ha recortado a 18 millones diarios de barriles (de los 20,2 en la primera quincena de marzo) su producci¨®n global y ha pelado en 1,5 d¨®lares sus precios m¨¢s altos, quiz¨¢ en un esfuerzo vano de aproximar sus tarifas a las del crudo azteca o el procedente del mar del Norte.
Es dudoso, sin embargo, que esta estrategia, defendida inesperadamente por el otrora todopoderoso jeque Yamani, ministro de Petr¨®leo de Arabia Saud¨ª, vaya a cosechar buenos resultados inmediatos. La OPEP controlaba hace dos a?os el 55% del mercado de petr¨®leo del mundo no comunista. Hoy esta cuota apenas representa el 37,5% y la duda persiste si alg¨²n d¨ªa recuperar¨¢ el terreno perdido.
Los esfuerzos para sustituir la dependencia del petr¨®leo y los ahorros energ¨¦ticos decididos por la v¨ªa expeditiva de los altos precios en los pa¨ªses industriales, han comenzado a dar sus resultados y, si no se relajan, los dar¨¢n a¨²n m¨¢s cuantiosos en los pr¨®ximos meses, cuando la OPEP tenga que volver a reunirse para comprobar que su cr¨ªtico intento de recuperar a sus espabilados clientes ha fallado.
As¨ª las cosas, cabe sacar una lecci¨®n importante del nuevo curso que est¨¢ tomando el rnercado del petr¨®leo. La pol¨ªtica de los productores de elevar el precio hasti donde aguanten los consumidores ha probado ser, en principio, un fracaso. El coste del crudo tiene un l¨ªmite F¨ªsico para los consumidores y alcanzarlo ha dejado una dolorosa secuela de inflaci¨®n, paro y desequilibrio en las econom¨ªas occidentales. Pero una vez puesto en marcha el remedio, una pol¨ªtica tan ciega de espiral en los precios tiene un efecto bumer¨¢n indudable para sus patrocinadores y hasta es l¨®gico que a algunos pa¨ªses productores les pueda llegar ahora el turno de pagar su parte de: crisis.
La necesidad de reducir los altos ¨ªndices de paro en los pa¨ªses occidentales, estrechamente vinculados con los precios del petr¨®leo, obliga a aprovechar al m¨¢ximo esta transferencia inversa de recursos de los productores a los consum¨ªdores. No aprovecharlo ser¨ªa rid¨ªculo, como lo ser¨ªa abandonar esos costosos programas de reconversi¨®n de consumos energ¨¦ticos, cuyo nacimiento y puesta en pr¨¢ctica fue tan dolorosa y dificil de aceptar a las poblaciones de los pa¨ªses industriales.
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