Los madridistas animaron el Atl¨¦tico-H¨¦rcules
Afortunadamente para el Atl¨¦tico, los grader¨ªos registraron la presencia de un buen n¨²mero de madridistas. Los seguidores del equipo de Chamart¨ªn arreglaron un poco los semivac¨ªos grader¨ªos y pusieron alg¨²n colorido en la tarde, porque aplaudieron los goles del Espa?ol. Sin la celebraci¨®n del triunfo espa?olista, el Atl¨¦tico-H¨¦rcules hubiera sido un preludio de la procesi¨®n del silencio. Ni siquiera las protestas de los disconformes fueron excesivamente notorias. A los seguidores del Atl¨¦tico ya no les quedan ni ganas de clamar al cielo. Seguramente porque su actual presidente que es un tenorio en versi¨®n aragonesa piensa que de sus actos en la tierra responde el cielo y no ¨¦l.El partido comenz¨® media hora m¨¢s tarde de lo habitual. Se supo ne que los socios atl¨¦ticos llegaron al campo con la digesti¨®n hecha y el sopor arrumbado en la cabezada del sill¨®n con orejas. Te¨®ricamente deb¨ªan estar despiertos. Pero los jugadores del Manzanares pusieron sus gotitas de adormidera en el caf¨¦ de los socios y a punto estuvimos de o¨ªr m¨¢s ronquidos que aplausos.
Jugar peor que lo hicieron madrile?os y alicantinos resulta bastante dif¨ªcil. Para Marcos hab¨ªa bronca preparada, porque ya se le sabe desertor y en el fondo sur comenzaron a decirle: cosas poco agradables en cuanto comenz¨® a jugar. Marcos se salv¨® de la condena inquisitorial porque casi fue el autor del ¨²nico gol del partido. Luego el chico de Marquitos corri¨®, puso ganas y no estuvo entre los peores. Salvar a alguien del desastre general resulta complicado. Los mejores hombres del encuentro fueron dos herculanos, Cabral y Aracil, que estuvieron a punto de conseguir que su equipo arrancara un punto casi salvador.
El Atl¨¦tico hizo en el primer per¨ªodo algunas cosas discretas, pero el H¨¦rcules tuvo las dos mejores ocasiones del gol. Reces desaprovech¨® un fallo garrafal de Juanjo y Vidal nos deleit¨® con una soberbia volea, a centro de Segundo, que mereci¨® los honores del tanto. Esa manera de disparar a gol, que est¨¢, pr¨¢cticamente, olvidada en Espa?a, mantuvo despiertos a los espectadores en los ¨²ltimos cinco minutos de la primera parte.
El H¨¦rcules se dio cuenta de que pod¨ªa obtener algo positivo y se hizo algo el ¨¢nimo. No obstante, pese a los buenos deseos de Cabral y Aracil no hubo forma de que los delanteros hicieran diana. Un tremendo fallo de Arteche los enmend¨® Mej¨ªas con una buena parada a tiro de Segundo. Mej¨ªas volvi¨® a salvar el partido al detener un remate de cabeza de Herbera a falta de doce minutos para el final. El Atl¨¦tico por todo m¨¦rito construy¨® una jugada en la que Rubio, falto de fuerzas, no supo rematar. Minguez, en su mejor realizaci¨®n personal hizo una buena escapada, pero tir¨® flojo a las manos de Sala.
El H¨¦rcules, con los cambios introducidos en su equipo, mejor¨® el rendimiento porque Santi estuvo mejor en labores defensivas que en atacantes, pero se mostr¨® casi in¨²til a la hora de culminar lo que Cabral montaba desde atr¨¢s. El Atl¨¦tico, te¨®ricamente, tard¨® demasiado en poner a Rubio en el campo, pero el extremo zurdo atl¨¦tico no le quit¨® ni un ¨¢pice de raz¨®n a su entrenador. Rubio est¨¢ flojo, sin fuerza, casi sin ilusi¨®n. No es el mismo de la pasada temporada.
El Atl¨¦tico a medida que fueron consumi¨¦ndose los minutos del encuentro se encontr¨® m¨¢s pesado. La lentitud de la mayor¨ªa de sus hombres fue desesperante. Los jugadores rojiblancos se quedaron sin fondo f¨ªsico. Ya no se puede saber a estas alturas si los jugadores est¨¢n quemados, como ocurre algunas veces en los finales de temporada, si padecen el stress de su mala clasificaci¨®n o si tienen el ¨¢nimo decaido porque la situaci¨®n econ¨®mica de la entidad no les proporciona la. alegr¨ªa necesaria, para jugar al f¨²tbol con la m¨ªnima ilusi¨®n.
Las octavillas atl¨¦ticas dec¨ªan cosas como esta: "Antes aspir¨¢bamos a t¨ªtulos, ahora nos tenemos que conformar con intentar no descender". El Atl¨¦tico, el domingo, se conform¨® con el empate.
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