Ingenier¨ªa social y psicolog¨ªa
El prop¨®sito de transformar al hombre es tan antiguo como el hombre mismo. Ha sido un prop¨®sito ya descaradamente interesado -influir en el otro, individualizado o colectivo, para aproximarlo a nuestra conveniencia-, ya desinteresado, al menos en la apariencia de la intenci¨®n: aliviar sus males, mejorarlo, modificar su vida para su propio bien.
El uso del poder pol¨ªtico constituye una pr¨¢ctica met¨®dica, institucionalizada y, por lo com¨²n, poco desinteresada de modificaci¨®n de la vida y relaciones sociales en una colectividad, reclamando a ese objeto para s¨ª el monopolio de la violencia leg¨ªtima. No es, desde luego, la ¨²nica pr¨¢ctica dirigida a influir en los comportamientos mediante alg¨²n g¨¦nero de violencia. Tambi¨¦n la actividad educativa o pedag¨®gica es ejercicio de poder y, como muestran Bourdieu y Passeron, hace uso de un tipo de violencia no menos efectiva por el hecho de ser s¨®lo simb¨®lica y no siempre f¨ªsica.Ahora bien, eso de modificar al hombre ?es posible hacerlo racionalmente, cient¨ªficamente? ?Con qu¨¦ g¨¦nero de racionalidad? ?Con fundamento en qu¨¦ ciencias? Por inexacta ciencia que contin¨²e todav¨ªa siendo, la medicina ha conseguido muy tangibles modificaciones en forma de alargamiento de la vida y de posibilidades de reducci¨®n del dolor. Sin embargo, cuando de las circunstancias f¨ªsicas de la vida pasamos a su trama social y conductual, la respuesta comienza a peligrar en un terreno minado por ideolog¨ªas en contienda, a naufragar en las lagunas de nuestra extensa ignorancia emp¨ªrica. La versi¨®n vulgar de una tesis inicialmente emitida por Weber dice que la racionalidad cient¨ªfica est¨¢ libre de axiolog¨ªa: que entiende en hechos y no en valores, en medios y no en fines. Pero, en la pr¨¢ctica, los cient¨ªficos sociales no han solido sujetarse a ese dictamen.
Ciencia naturalista de la conducta
Pese a su estricto positivismo, o tal vez justo por ¨¦l, una de las violaciones m¨¢s flagrantes del canon weberiano parece la perpetrada por Skinner en su propuesta de una ingenier¨ªa conductual que prolongue y aplique una ciencia naturalista de la conducta. No hablo ¨²nica ni principalmente de su Walden Dos, en cuyo descargo siempre cabe alegar que tambi¨¦n los cient¨ªficos pueden permitirse el ocio de escribir novelas y perge?ar utop¨ªas, incluidas malas novelas y utop¨ªas escasamente apetecibles. Me refiero a la circunstancia de que en la misma textura de su estudio funcional de la conducta, en obras sistem¨¢ticas formalmente cient¨ªficas, mientras parece permanecer en igual orden de an¨¢lisis, sin aparente ruptura de continuidad, Skinner pasa del condicionamiento operante de la conducta de picoteo en la paloma al dise?o de sociedades y civilizaciones, llegando al punto de atreverse, sin reverencia alguna, hacia el deslinde ortodoxo entre hechos y valores, a aseverar que, en la ingenier¨ªa social de planificaci¨®n de una cultura, "un an¨¢lisis cient¨ªfico puede llevarnos a resistir a los halagos m¨¢s inmediatos de libertad, justicia, conocimiento o felicidad al considerar las consecuencias de supervivencia a largo plazo". Bajo manto de objetividad de ciencia, y en expresa analog¨ªa con la darwiniana selecci¨®n y supervivencia de los mejores, se nos propone aqu¨ª como valioso objetivo de la planificaci¨®n social aquella sociedad que sobreviva. Es decir: se consagra la positividad como finalidad, el hecho como valor. ?Ay del vencido! Ni siquiera era digno de haber sobrevivido.
No toda la ingenier¨ªa conductual fue de ese signo. Un notable investigador y te¨®rico de la motivaci¨®n, David McCIelland, ha desarrollado -con saldo casi nulo, a su juicio, por cierto- misiones cient¨ªfico- sociales en India, tratando de elevar all¨ª la motivaci¨®n de logro de los empresarios y esperando, por esa v¨ªa empresarial, elevar la producci¨®n y las condiciones de bienestar de la poblaci¨®n. Igualmente responden a una tecnolog¨ªa conductual, animada por miras humanitarias, los programas de educaci¨®n compensatoria y de salud mental llevados a cabo en pa¨ªses varios con efectos brillantes a corto plazo y m¨¢s bien ambiguos ya a plazo medio.
A la vista de estos pobres o poco consistentes resultados, la idea m¨¢ximamente ambiciosa de una verdadera ingenier¨ªa conductual sobre sociedades o enteros grupos sociales, paralela a la ingenier¨ªa de las ciencias f¨ªsicas, s¨®lo que derivada de las ciencias conductuales y experimentadora de sus hip¨®tesi,; te¨®ricas, puede darse por extinta, al menos de momento y mientras no reviva en alguna nueva reencarnaci¨®n hoy insospechable. De su ¨®bito ha dado testimonio la reciente reuni¨®n celebrada en Murcia sobre "intervenci¨®n psicol¨®gica". Unas veinte ponencias y m¨¢s de cien comunicaciones han triturado all¨ª la idea de tal ingenier¨ªa, poniendo en su lugar la pluralidad, proliferaci¨®n y polimorfismo de multitud de t¨¦cnicas de intervenci¨®n no global, s¨®lo "puntual", ce?ida a procesos de muy reducido alcance; t¨¦cnicas adem¨¢s que se presentan con formal reconocimiento de sus l¨ªmites, de las precarias bases emp¨ªricas en que se asientan y de la enorme dificultad dei evaluaci¨®n de sus resultados. Lss conferencias p¨²blicas extensis de los profesores Seoane, Pelechano y Pinillos, no defraudaron la expectativa de hallar en ellas cifrada la oferta que hoy la psicolog¨ªa puede hacer al cambio social deseable, y delimitaron con significativa, aunque no monocorde, convergencia el estrecho pasillo por el que corre esa aportaci¨®n, tan lejana de la ingenier¨ªa de sello skinneriano como de una ficticia e imposible neutralidad axiol¨®gica y sociopol¨ªtica del cient¨ªfico. Es un corredor colindante al de otras ciencias sociales que andan cada cual su propio camino de investigaci¨®n e intervenci¨®n, con tramos, por supuesto, a veces coincidentes o de entrecruzamiento, y donde nadie posee las claves del cambio social apetecido y solamente, s¨ª, algunas hip¨®tesis sectoriales mejor o peor contrastadas. Desde su propia tradici¨®n, marcadamente experimental, en medida no igualada por otras ciencias sociales, la m¨¢s interesante aportaci¨®n de la psicolog¨ªa, siquiera en el orden metodol¨®gico, seguramente est¨¢ en considerar -seg¨²n f¨®rmula, de D. Campbell a las reformas sociales como experimentos, a los experimentos como ensayos de reformas y al cient¨ªfico conductual como servidor de una sociedad racionalmente experimentadora de innovaciones que contribuyan a mejorar la vida de los hombres.
es profesor de Psicolog¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.