P¨¢niker
De Salvador P¨¢niker tiene escrito uno que es algo as¨ª como un dandy hind¨² vestido culturalmente en Oxford por el mejor sastre de Barcelona. Quiz¨¢ no tengamos en su generaci¨®n un pensador m¨¢s apasionante, precisamente por desapasionado.Ahora, P¨¢niker publica Aproximaci¨®n al origen, libro entre cuyas m¨²ltiples sugerencias me han seducido, por ejemplo, las referidas a la orfandad del hombre de hoy y a lo individual como margen estrecho que a¨²n gobernamos o nos gobierna. Esta orfandad a que alude Salvador no tiene mucho que ver con la de los existencialistas de los cuarenta/cincuenta: Sartre, Camus y eso. Aquella orfandad de postguerra era, dicho con la palabra justa de la ¨¦poca, existencial, vital. La orfandad que diagnostica y describe de modo fascinante P¨¢niker es de car¨¢cter cultural. El hombre de este fin de siglo est¨¢ hu¨¦rfano de su propia cultura, de su ciencia, de su filosof¨ªa, de todo lo que ¨¦l cre¨ªa que iba a salvarle. Primero, el hombre se legitim¨® a s¨ª mismo mediante las teolog¨ªas. Cuando Ia teolog¨ªa ha devenido "degenerescente", como dir¨ªa Lezama Lima, o contrateolog¨ªa -Kung, Guardini, Rabner-, ha habido que echar mano de las filosof¨ªas, que son unas teolog¨ªas que ocultan, por rubor intelectual, el catecismo que llevan dentro. Como dice P¨¢niker, "el marxismo ha sido el ¨²ltimo intento serio de totalizar el mundo". Degenerescente tambi¨¦n la filosof¨ªa, lo hemos esperado todo de la ciencia, pero los cient¨ªficos m¨¢s l¨²cidos y honestos, desde Einstein mismo, nos dicen que toda observaci¨®n viene modificada por el observador.
Hasta las ratas experimentales se comportan seg¨²n desea el cient¨ªfico que experimenta. O sea, que la ciencia tambi¨¦n es subjetiva y no nos va a garantizar nada respecto del universo o nosotros mismos. A esto (perd¨®n por el reduccionismo) es a lo que P¨¢niker, m¨¢s o menos, llama "orfandad". Pero la formidable y espantosa m¨¢quina cient¨ªfico/cultural que hemos creado, sin garantizamos nada, resulta que nos gobiema: el lenguaje habla por nosotros, seg¨²n los estructuralistas, y la mayor¨ªa de las ciencias son "un objeto sin sujeto". El hombre no s¨®lo es hospiciano, sino que adem¨¢s no existe. Somos m¨¢s desgraciados que el Pupas. Y aqu¨ª es donde surge/resurge el margen de subjetividad que a¨²n gobernamos o nos gobierna. Rubert de Vent¨®s (hoy Catalu?a piensa por toda Espa?a) ha hablado del "yo residual". El yo residual es tambi¨¦n ese margen de subjetividad, rebeld¨ªa, autodeterminaci¨®n, iron¨ªa y distanciamiento que P¨¢niker nombra exact¨ªsimamente. Y en este vasto sentido, no en el meramente folkl¨®rico, es en el que todos somos marginales, y no s¨®lo quienes han hecho profesi¨®n de tal, desde Aranguren a Carlitos Berianga, desde Garc¨ªa Calvo a los propios pensadores -catalanesque vengo citando. Lo marginal, hoy, no es ponerse al margen de la sociedad establecida, salvando todo el yo, sino tomar conciencia de la mutilaci¨®n de este yo y operar a partir de esta mutilaci¨®n, como cuando Haro-Tecglen juega al ajedrez con el robot programado por Fisher, y en el momento en que s¨®lo le quedan cinco piezas, da la vuelta al tablero, le hace trampa al robot y cambia la partida.
Es un gesto desesperado y final, marginal, del hombre frente al inmenso robot ajedrecista de la ciencia y la t¨¦cnica, que no nos justifica y en cambio nos devora.
Contra el totalitarismo t¨¦cnico, inform¨¢tico, pol¨ªtico, cibern¨¦tico, econ¨®mico, sociol¨®gico, econ¨®mico, s¨®lo le queda al individuo maniobrar desde el margen residual (P¨¢niker/Rubert), hasta irle dando la vuelta al tablero, enga?ar al robot y empadronarnos en lo que Salvador llama el origen y yo llamar¨ªa, sencillamente, el dia de hoy, porque nuestros se?oritos no han hecho otra cosa, durante siglos, que ofrecernos el universo hipot¨¦tico por quedarse con la onza de oro del d¨ªa de hoy.
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