Sobre el 23-F
Se publican en los peri¨®dicos pocas cartas de los lectores sobre el juicio del 23-F. Este y otro peri¨®dico madrile?o parecen ser las ¨²nicas excepciones al publicar de cuando en cuando algunas inuestras, porque imagino que deben llegar muchas m¨¢s. En algunos peri¨®dicos de provincias no se encuentran ni con lupa, como si existiera un misterioso pacto que no beneficia a nadie, si exceptuamos a los intoxicadores de oficio, que, desde sus privilegiadas columnas de los ¨®rganos de la ultraderecha, utilizan la libertad (mientras los peri¨®dicos democr¨¢ticos se la autolimitan voluntariamente) para hacer interpretaciones falsas y calumniosas. Eso no es justo, por eso yo, que no hab¨ªa querido escribir a¨²n sobre el juicio, quiero hacerlo ya, porque si nosotros mismos nos limitamos nuestros derechos, poco importar¨ªa que el golpe hubiera fracasado.La Constituci¨®n reconoce al procesado el derecho a no declarar en su contra; por eso no es raro que los acusados nieguen los hechos o intenten descargar en otros sus culpas, pero los acusados no son intocables. Tienen los mismos derechos que nosotros, pero ni uno solo m¨¢s, por eso al hombre de la calle le est¨¢n sorprendiendo muchas de las cosas que est¨¢n ocurriendo en Campamento, tanto de forma, como de fondo.
Est¨¢bamos acostumbrados a que el presidente de un tribunal era la autoridad m¨¢xima dentro de una sala de justicia y que su palabra era obedecida, pudiendo desalojar, hacer callar, etc¨¦tera; est¨¢bamos acostumbrados a que los acusados estuvieran "acompa?ados" de una pareja de la Polic¨ªa Militar, est¨¢bamos acostumbrados a que se declararan improcedentes preguntas del fiscal o de los abogados, pero no a hacer retirar lo que dice un testigo cada vez que un procesado "se sienta enfermo y asqueado".
Si el golpe hubiera triunfado, los que ahora est¨¢n en el banquillo (o ser¨ªa mejor decir en el silloncillo) no ser¨ªan tan comprensivos con los "acusados", unos acusados que seguramaente acudir¨ªan a unas sesiones sumar¨ªsimas, esposados e insultados desde la Prensa oficial de los golpistas; unos acusados con unas profesiones y nombres f¨¢ciles de imaginar: pol¨ªticos (Carrillo, Felipe Gonz¨¢lez, Su¨¢rez...), militares (Guti¨¦rrez Mellado), periodistas (Cebri¨¢n, Pedro J. Ram¨ªrez...).
Tal vez, se?or director, sea ¨¦sta una carta demasiado larga, y aunque no s¨¦ si se publicar¨¢, he querido escribirla para no caer'en esa extra?a sensaci¨®n que "los malos" ¨¦ramos nosotros, los antigolpistas, y que nos ten¨ªamos que quedar callados.
Por ¨²ltimo, quiero terminar dirigi¨¦ndome a UCD y al Gobierno. Si de verdad quieren obtener la confianza del electorado y ganar las elecciones, en lugar de ir de romeros por Andaluc¨ªa, intenten que se devuelva la credencial a Pedro Jota, consigan que el juicio sea justo, mu¨¦strense en¨¦rgicos ante los golpistas, eviten que el Rey sea utilizado tan descaradamente, pierdan el miedo, garanticen unas elecciones libres triunfe quien triunfe, y as¨ª, casi sin darse cuenta, obtendr¨¢n de nuevo la confianza del electorado. /
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