La Filmoteca Nacional presenta una completa retrospectiva sobre el pasado del cine espa?ol
Tuvo suerte Vicente Casanova al convertirse a sus veintis¨¦is a?os no s¨®lo en el magnate de la incipiente productora Cifesa, sino en el portavoz de todo el cine espa?ol. Su empresa superaba cualquier intento de la competencia a la hora de abarcar mercados, proponer sistemas de producci¨®n que imitaran la estructura industrial de los moldes extranjeros y realizar pel¨ªculas que conectaran con el gusto popular.La verbena de la Paloma, Morena Clara y Nobleza baturra son, en este sentido, tres hitos de la cinematograf¨ªa republicana, aunque sus Oremisas no estuvieran muy acordes con la nueva mentalidad que querr¨ªan haber propuesto los responsables de la organizaci¨®n de la cultura. No entendieron, de cualquier forma, la importancia del cine, y ¨¦ste se les fue de las manos; hoy puede contemplarse la producci¨®n republicana como un simple pr¨®logo de la que luego desarrollaron los vencedores. Hay excepciones para todos los gustos, pero los esquemas generales reflejan ese paralelismo.
No en vano Casanova era un buen representante de la derecha conservadora valenciana, s¨®lo capaz de trastocar sus ideas cuando el negocio le garantizaba el ¨¦xito.
Por tanto, tampoco tuvo problemas para granjearse las simpat¨ªas del r¨¦gimen impuesto al acabar la guerra. Negoci¨® sus fallos anteriores (la producci¨®n, por ejemplo, de Nuestra Natacha, basada en el texto de Alejandro Casona, y cuyo negativo desapareci¨® oportunamente) y propuso un cine a la altura de las necesidades est¨¦ticas del momento. Aunque Cifesa realiz¨® un buen n¨²mero de comedias, y hasta de filmes folkl¨®ricos, lo cierto es que puede pasar a la historia por su sumisi¨®n a los criterios morales y pol¨ªticos que Franco promulgara. As¨ª lo confesaron abiertamente los directivos de la casa: "Si la misi¨®n de nuestro Caudillo es reconstruir Espa?a, la funci¨®n nuestra, la de todo espa?ol, queda delimitada a ser mero ejecutante de sus postulados."
Sirvi¨® d¨®cilmente Cifesa los deseos de la Administraci¨®n hasta que Ces¨¢reo Gonz¨¢lez se erigiera en el representante de los nuevos tiempos surgidos en la pol¨ªtica espa?ola de los a?os cincuenta. Vicente Casanova intent¨® mantenerse en la cresta de las protecciones, pero sus gestiones s¨®lo ayudaron a hacerle m¨¢s r¨¢pido el descenso. Fracas¨® tanto en la producci¨®n de La leona de Castilla como en la de Alba de Am¨¦rica, costosos proyectos que no complacieron a los nuevos funcionarios ni interesaron al p¨²blico, atento ya al folklorismo de Suevia Films. No tuvo Casanova m¨¢s remedio que, clausurar un negocio que le hab¨ªa aportado cuantiosos beneficios y a nosotros nos ofrece ahora la posibilidad de mejor entender las negra d¨¦cada de los cuarenta. Ni siquiera le vali¨® haber filmado Alba de Am¨¦rica con un escrupuloso respeto de las consignas recibidas.
Sistema de actores
La significaci¨®n de Cifesa est¨¢ fuera de toda duda. De la misma forma que las cinematograf¨ªas italiana y alemana hab¨ªan insistido en la necesidad de crear fastuosos productos que asombraran al mundo, el cine espa?ol de posguerra ten¨ªa tambi¨¦n una singular devoci¨®n por el gran espect¨¢culo. Una de las formas entonces vigentes para convocar al p¨²blico resid¨ªa en el sistema de actores, y a ¨¦l se volc¨® Cifesa contratando en exclusiva aquellos rostros que mejor sintetizaban los gustos del momento.
Gallardos e invencibles, los actores de la casa ofrecen hoy el prototipo del espa?ol medio que la falacia de los nuevos rectores del pa¨ªs querr¨ªan haber visto existir. En un momento en el que las dificultades econ¨®micas eran comunes a casi todos los espa?oles, Cifesa produc¨ªa comedias donde unos rostros bien alimentados y un lujo excesivo en los decorados compon¨ªan todo su estilo.
El engolamiento de los textos originales tuvieron en el trabajo de esos actores una perfecta adecuaci¨®n: Alfredo Mayo, Amparo Rivelles, Ana Mariscal, Josita Hern¨¢n, Rafael Dur¨¢n, Jorge Mistral, Fernando Rey, Aurora Bautista fueron algunos de los rostros imprescindibles en aquellas costosas producciones.
Hay j¨®venes directores espa?oles que sue?an hoy con la posibilidad de un resurgir industrial parecido al que Cifesa propuso. Las contrataciones fijas, la seguridad de una pol¨ªtica comercial que garantice la distribuci¨®n del producto y la intrascendencia del error son, sin duda, est¨ªmulos defendibles bien lejanos a los que marcan la penuria con que actualmente se trabaja en nuestro cine. Sin embargo, dificil es concebir este sistema industrial fuera de su ¨¦poca, es decir, sin los condicionamientos que lo hicieron posible. Cuando el Estado dej¨® de preocuparse tanto por la industria cinematogr¨¢fica se comenz¨® a vislumbrar la libertad.
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