La legendaria secta de los Rosacruces ataca de nuevo
Se llaman Rosacruces, pero no es una organizaci¨®n religosa, tampoco es un fruto cristiano, por m¨¢s que consideren a Jes¨²s como Gran Maestro de la Orden. La Antigua y M¨ªstica Orden Rosae Crucis, AMORC, cuyos or¨ªgenes se remontan al Egipto fara¨®nico, "es un grupo de hombres y mujeres interesados en agotar las posibilidades de la vida mediante el uso sano y sensato de su herencia de conocimientos esot¨¦ricos y de las facultades que poseen como seres humanos". Seis millones de ciudadanos tienen que ver con esta secreta organizaci¨®n que acaba de celebrar en Madrid su segunda Convenci¨®n Nacional, con la esperanza de que sus actuales 4.000 miembros lleguen pronto a los 150.000 con que ya cuenta la orden en Francia.
"Hay una historia legendaria y otra moderna de la orden", dice Raymond Bernard, legado supremo de la Rosa Cruz. Lo que no quiere decir que la historia legen daria sea inventada, sino un relato que ellos se cuentan, pese a la perplejidad de los historiadores.Sus or¨ªgenes se remontan a las escuelas de los misterios del Egipto fara¨®nico, que eran fraternidades secretas donde se transmit¨ªa un saber nada com¨²n , m¨¢s bien secreto, de las leyes y propositos de la vida.
El primer consejo tuvo lugar entre el 28 de marzo y el 4 de abril de 1489 antes de Cristo, jueves por m¨¢s se?as; asistieron nueve fratres y tres sorores, bajo la presidencia de Thutmose III. Desde entonces data la fraternidad, la Gran Hermandad Blanca. Siempre a cuestas con sus secretos y documentos, la susodicha fratemidad tambi¨¦n lleg¨® a Palestino y Jes¨²s de Nazareth fue uno de los suyos:. "El nacimiento de Jes¨²s en una familia de gentiles pertenecientes a la comunidad de los esenios de Galilea colm¨® las esperanzas de la Hermandad, y desde entonces sus internas y externas actividades se centralizaron en el ministerio del Gran Maestro Jes¨²s" dice la historia oficial de la orden.
Esta hermandad, nutrida con sedimentos plotinianos y cristianos, contiene en el libro de oro de sus miembros, sorpresas como los nombres de los dominicos Alberto Magno y Giordano Bruno -santo el pr¨ªmeroy hereje, el otro-, Descartes, Spinozza y Leibnitz, Raimundo Lulio y Crist¨®bal Col¨®n, Lumunba y Edith Piaff...que se a?aden a figuras de la antiguedad como Pit¨¢goras, Plotino o el profeta Elias.
La cruz de los rosacruces es su historia moderna. A los enigmas que ace chan a todo historiador de una orden secreta hay que a?adir una malquiescer¨ªcia cr¨®nica de la literatura profana contra esta instituci¨®n. Dice, por ejemplo, el Dictionaire Encyclopedique d'Histoire, en la palabra Rosacruz: "Secta que tuvo por origen una mixtificaci¨®n literaria del pastor protestante alem¨¢n J.V.Andreas, quien, para mofarse de los ocultistas, public¨® en 1654 una especie de novela titulada La boda m¨ªstica de Christian Rosencreutz. Narraba las aventuras fant¨¢sticas del caballero Christian Rosencreutz... El relato fue tomado en serio por algunos iluminados y comenz¨® la expansion de los rosacruces. Seg¨²n esta interpretaci¨®n, que a los o¨ªdos rosacruces suena como una autentica blasfemia, la orden naci¨® en el siglo XVII, tomando como fundador a un personaje, el caballero C.R.C., que nunca existi¨®.
Existencia c¨ªclica
Pues bien, segun la historia oficial de la Antigua y Mistica Orden de la Rosa Cruz, la realidad es harto distinta. Para recomponer esta historia llena de silencios en el tiempo y de apariciones desparramadas en el espacio, conviene recordar un principio b¨¢sico de su funcionamiento. Los rosacruces han estado sometidos a una existencia c¨ªclica: 108 a?os de actividad y 108 de dormici¨®n. El despertar, tras el per¨ªodo durmiente, se hace con una ceremonia original: un preg¨®n p¨²blico donde se anuncia la apertura de una tumba en la que se ha descubierto el cuerpo de un gran maestro, llamado sistem¨¢ticamente C.R-C., junto a documentos secretos que otorga a los descubridores de la tumba el poder de reorganizar la orden. El que en el siglo XVII algunos se creyeran el relato del tal Andreas como si el tal Christian Rosencreutz (C.R-C.) fuera un personaje real, lo ¨²nico que denota es desconocimiento del original humor de estos hombres. Chr¨ªstian Rosencreutz que los folletos traducidos al cas tellano llamaban "un cristiano de la Rosa Cruz", era el nombre ficticio de algun gran maestro de la orden que escribi¨® con ese seud¨®nimo dos folletos - Fama fraternitatis y Confessio Fraternitalis R.C.- que, quiz¨¢ por la presencia de la imprenta, dio al despertar de la orden en Alemania un eco insospechado:Que los rosacruces no hayan nacido al calor del Christian Rosencreutz, ya ficticio, ya real, sino mucho antes, lo prueba un hecho fehaciente: la existencia demostrada de la organizaci¨®n m¨¢s secreta de la orden rosacrucista, la Milicia Cruc¨ªfera Evang¨¦lica, muchos aflos antes del tal Andreas. A principios del siglo XVI, cuando se recrudece, la guerra de religiones, se crean varias sociedades secretas u organizaciones paramilitares para defenderse del abusivo predominio de la Iglesia y favorecer la creciente libertad de pensamiento y culto. Entonces se desempolv¨® la Milicia Cruc¨ªfera Evang¨¦lica, con la aquiescencia de Enrique IV de Navarra, Isabel I de Inglaterra, el rey de Dinamarca y otros. Esta organizaci¨®n, que en siglos pasados tuvo por objetivo luchar contra el abuso del s¨ªmbolo de la cruz, erigido en las Cruzadas como hacha de guerra contra el infiel, vino a ser ahora un instrumento de la libertad y tolerancia, siempre preocupada por el "mantenimiento de las genuinas doctrinas secretas de Jes¨²s", seg¨²n cuentan los modernos rosacrucistas.
Salvaci¨®n individual
Mucho han cambiado las cosas desde entonces. Hoy el aspirante a la orden tiene que prometer"respetar y obedecer las leyes del pa¨ªs y honrar la bandera bajo cuyos pliegues vive y portarse como ¨²til ciudadano en el mejoramiento de la naci¨®n". Quiz¨¢ esta cambio de la beligerancia de anta?o por la obediencia civil actual tenga que ver con el hecho de que la Orden Rosacruz lleva ahorm¨¢ndose un par de siglos en Estados Unidos, desde donde se est¨¢ exportando a todo el mundo. Por supuesto que el franquismo tampoco ahorr¨® molestias a esta organizaci¨®n, aunque ahora pongan el acento en la salvaci¨®n individual.?Y qu¨¦ es exactamente lo que predican? Empezaron siendo alquimistas y buscadores de la piedra filosofal, pero nada tienen que ver, dicen, con la astrolog¨ªa, el espiritismo, la magia negra o Nostradamus, coet¨¢neo de aquel Andreas. "Nosotros nos preocupamos", dice el franc¨¦s Raymond Bernard, "de responder a estas tres cuestiones: de d¨®nde viene el hombre, qu¨¦ hace y a d¨®nde va". Pero estos antiguos alquimistas siguen conservando el inter¨¦s por las ciencias f¨ªsicas, sin olvidar el arcano de sus conocimientos esot¨¦ricos en campos como la psicolog¨ªa o la medicina. Dice, por ejemplo, uno de sus libros oficiales: "La orden posee medios de hacer lo que la ciencia podr¨ªa llamar milagros y de prestar auxilios en los casos en los que hayan fracasado los dem¨¢s sistemas o no se hayan comprendido debidamente".
De lo que s¨ª est¨¢n convencidos es de que sus conocimientos no son transmisibles convencionalmente, y los no iniciados apenas si llegan a intu¨ªr de qu¨¦ va el asunto. "Ninguno de los tres mil ochocientos y pico libros editados en los ultimos a?os en Europa sobre los Rosacruces llevaba un t¨ªtulo o subt¨ªtulo que indujese a creer lejanamente que conten¨ªan las secretas ense?anzas o las completas ense?anzas y las pr¨¢cticas y ceremonias de la Orden Rosacruz".
Como es imaginable, esta antigua organizaci¨®n mist¨¦rica tiene un propio sistema de ense?anza, que ha merecido los parabienes del Instituo Rockefeller y cuyo principio regidor es no creer mas que lo que se demuestra: "Las ense?anzas rosacruces no filosofan ni exponen aforismos ni principios abstractos, sino que presentan definidas leyes y dan especiales instrucciones para aplicar estas leyes a nuestras diarias necesidades". Claro que requisito para afiliarse es que el candidato "crea firmemente en la existencia de Dios".
Por supuesto, afirman, que ninguna de las ense?anzas contradice las de las grandes religiones, aunque tampoco se entiende muy bien c¨®mo se compagina su pante¨ªsmo filos¨®fico con el monote¨ªsmo trinitario cristiano.
Aunque la Iglesia cat¨®lica ha tenido con los rosacruces los mismos recelos que con los masones, ellos se?alan que entre sus afiliados hay relevantes personalidades cat¨®licas y protestantes.
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