'Fitzcarraldo', la ¨²ltima pel¨ªcula de Werner Herzog, divide a los cr¨ªticos en el Festival de Cannes
La calidad del filme no responde a la complejidad del rodaje
Hab¨ªan sido tan divulgados los problemas que el realizador alem¨¢n Werner Herzog tuvo durante el rodaje de Fitzcarraldo que la expectaci¨®n habitual ante cualquiera de sus pel¨ªculas (Kaspar Hauser, Aguirre, Nosferatu, Woyzeek) hab¨ªa adquirido car¨¢cter protagonista en la recta final del Festival de Cannes. El urgente cambio de reparto (Maus Kinski por Jason Robards), la necesidad de repetir cerca de un 40% de la filmaci¨®n y la propia historia de ese mel¨®mano dispuesto a hacer o¨ªr a Enrico Caruso en plena jungla, alimentaron la publicidad previa con que Fitzcarraldo se presentaba en Cannes.
La opini¨®n cr¨ªtica, sin embargo, no ha sido un¨¢nime en su entusiasmo por la ¨²ltima v controvertida pel¨ªcula de Herzog. Las dos horas y media de proyecci¨®n son excesivas para narrar el delirio de ese personaje excepcional que entretiene demasiado su loco proyecto musical en conseguir fondos para financ¨ªarlo. A tal fin, Fitzcarraldo idea la posibilidad de hacer trasladar los barcos cargados de materias primas a trav¨¦s de un monte por el que pueden acceder a un r¨ªo vecino. En tan descabellada empresa intervienen los ¨ªndigenas de esa selva, considerada como "el lugar del mundo en el que Dios no concluy¨® la creaci¨®n". Para Herzog, esos ¨ªndigenas son una inc¨®gnita que alarga la pel¨ªcula por los caminos de un suspense frustrado.No obstante, el espect¨¢cuio que nace del barco atravesando las monta?as ofrece im¨¢genes tan ins¨®litas que han sido el refugio de quienes defienden la pel¨ªcula. Im¨¢genes que se relacionan con el g¨¦nero de aventuras, adonde, en ¨²ltimo caso, Herzog se dirige. Aventuras con transfondo metaf¨ªsico que confirman la teor¨ªa improvisada en este festival, de que el ya consagrado cine europeo de los nuevos autores est¨¢ lejos de poseer la impronta de las torpes pel¨ªculas subdesarrolladas que pueblan las secciones paralelas.
Monoton¨ªa de la industria
A la monoton¨ªa tem¨¢tica del cine industrial norteamericano se a?ade la sospecha de que los j¨®venes autores europeos presentes en el festival carecen en muchos casos de una raz¨®n de peso para convocar la expectaci¨®n que la publicidad les facilita. El joven cine norteamericano ofrece la variante de sus personajes marginados expuestos en t¨¦rminos tan concretos que a¨²n horrorizar¨ªan a las grandes productoras. Su resultado final, sin embargo, tampoco es diametralmente opuesto al que esas productoras financiar¨ªan. As¨ª, hemos visto para demostrarlo la primera pel¨ªcula de la directora Susan Seidelman, Smithreens, en la que presenta a una muchacha neoyorquina que se niega a aceptar los esquemas de la vida en com¨²n sin lograr en su lu gar una mediana tranquilidad. Intentado ser contratada por alg¨²n conjunto rock, se ve enga?ada y manipulada de la misma forma que ella, para lograr sus objetivos, defrauda a quienes la quieren. Pel¨ªcula fresca en su lenguaje, pero ausente de una reflexi¨®n que inte rese m¨¢s all¨¢ de la cinefilia. El resultado de Hammet, la pel¨ªcula que Wim Wenders ha rodado sobre el conocido escritor de novelas negras, coincide con el trabajo de Herzog en varios aspectos: de un lado, en las dificultades del rodaje (en este caso, por la decisi¨®n del productor Francis Ford Coppola de obligar a rodar de nuevo casi toda la pel¨ªcula, dado el p¨¦simo resultado del primer montaje) y, por otro, en su necesidad de hacer un cine "de autor", acogi¨¦ndose a g¨¦neros ya desarrollados por simples artesanos. Herzog, la aventura; Wenders, el cine negro.En feos decorados, Wenders sit¨²a un cl¨¢sico enredo de cine negro, transformando al escritor en el detective que debe aclarar el conflicto. La novela que est¨¢ escribiendo y el problema en el que se sumerge se confunden, queriendo as¨ª la pel¨ªcula homenajear el g¨¦nero y entretener al espectador. No consigue ninguno de los dos objetivos. El primero, porque cualquier texto menor de Dashiell Hammet es superior al gui¨®n; el segundo, porque en ning¨²n momento es capaz Wenders de reproducir los esquemas narrativos que posibilitan el simple inter¨¦s que tantos directores oscuros de serie B han logrado en el cine norteamericano. Su obra queda confusa, hueca, aburrida.
Cuando estos autores eran aclamados en anteriores festivales de Cannes, presentaban pel¨ªculas que nac¨ªan de est¨ªmulos ¨ªntimos, de una respetable suerte de sinceridad. Empe?ados ahora en demostrar su genialidad en productos fabricados bajo una estructura industrial distinta a la que conocen, han perdido su rumbo, arruinando a los productores y desorientando al p¨²blico.
Babelia
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