Aaron Yariv, el entonces jefe del espionaje jud¨ªo, pasa revista a lo que ha sido de su pa¨ªs desde aquella fecha
Quince a?os despu¨¦s de la guerra de los seis d¨ªas ha pasado por Madrid uno de los art¨ªfices de aquella victoria israel¨ª, que ha quedado en los manuales como una de las m¨¢s brillantes operaciones militares de la Historia. El general Aaron Yariv era entonces jefe del Servicio de Inteligencia Militar, cuyo excelente trabajo dio al Ej¨¦rcito de Israel la oportunidad de golpear mortalmente en el primer momento, decidiendo el triunfo en las primeras horas de la guerra.
Yariv es un t¨ªpico representante de la elite fundadora que durante treinta a?os -hasta el triunfo de Begin- control¨® y configur¨® el Estado de Israel de acuerdo con su ideolog¨ªa socialista. Nacido en Mosc¨², teniendo el alem¨¢n como lengua materna, su familia le llev¨® a Palestina en 1935. Miembro del Partido Laboralista, diputado y dos veces ministro, fue durante ocho a?os jefe del Servicio de Inteligencia hasta que se retir¨®, un a?o antes del desastre de octubre de 1973. Ha sido tambi¨¦n asesor de Golda Meir en materia de terrorismo y jefe de la delegaci¨®n israel¨ª en las conversaciones de alto el fuego con Egipto en 1973-1974, el primer escal¨®n que llevar¨ªa a la paz egipcio-israel¨ª. Actualmente dirige el Centro de Estudios Estrat¨¦gicos de la Universidad de Tel Aviv.Pregunta. ?Supuso la victoria de los seis d¨ªas un cambio radical en la sociedad israel¨ª; en cierto modo, el final del sue?o ut¨®pico de una comunidad pura y sin fisuras?
Respuesta. Yo dir¨ªa que el final de ese sue?o es anterior; data de la creaci¨®n del Estado de Israel en 1948. Pero no es consecuencia de ella, sino del factor inmigraci¨®n. En 1948 hab¨ªa 600.000 jud¨ªos en Israel; ¨¦ramos una sociedad pionera, socialista, puritana. En los diez a?os siguientes lleg¨® mill¨®n y medio de inmigrantes de todo el mundo, pero esa gente ya no ven¨ªa a Israel empujada por una ideolog¨ªa clara, como la de los pioneros. Adem¨¢s, las circunstancias internacionales nos empujaron hacia la ¨®rbita de Estados Unidos y, por tanto, de la sociedad de consumo capitalista. Luego, tras los seis d¨ªas, hubo una etapa de desarrollo econ¨®mico y subida de nivel de vida; entonces, los jud¨ªos nos fuimos haciendo m¨¢s c¨®modos, esquiv¨¢bamos los trabajos m¨¢s duros y, como ten¨ªamos un gran mercado de mano de obra barata ¨¢rabe, se los dej¨¢bamos a ¨¦stos. A partir de los seis d¨ªas puede decirse que hubo, un debilitamiento ideol¨®gico de la naci¨®n.
P. S¨ª; pero, inversamente, ha habido un robustecimiento religioso. Israel es cada vez m¨¢s una teocracia donde los rabinos dictan la ley. No existe matrimonio ni divorcio civil, y los integristas han conseguido modificar no s¨®lo la legislaci¨®n del aborto, sino la de la autopsia, que sus mujeres no vayan al servicio militar, que el pa¨ªs se quede paralizado los s¨¢bados y ahora que el Gobierno proh¨ªba los vuelos de la compa?¨ªa a¨¦ra nacional El Al en ese d¨ªa, lo que le va a costar al Estado 3.600 millones de pesetas anuales.
R. Efectivamente, los integristas religiosos vienen haciendo avances continuos en sus prop¨®sitos de convertir a Israel en una teocracia, pero en realidad esto no es un reflejo aut¨¦ntico de la sociedad israel¨ª, sino una consecuencia de nuestro sistema pol¨ªtico, de los fallos de nuestro sistema parlamentario. Los fan¨¢ticos religiosos son una minor¨ªa en Israel; incluso los religiosos a secas, los meros practicantes, no son m¨¢s que un 40%. La debilidad del integrismo queda reflejada en que los partidos religiosos s¨®lo suman diez puestos en un Parlamento de 120 esca?os. Ahora bien, nuestro sistema electoral ha impedido desde siempre que haya un partido con mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara; entonces, para gobernar, el ganador de las elecciones ha necesitado siempre coaligarse con los peque?os partidos religiosos, que, naturalmente, se aprovechan de ello para imponer condiciones. Esto pasaba con los Gobiernos laboristas, y mucho m¨¢s con el de Begin, que est¨¢ siempre al borde de la ca¨ªda por un voto o dos.
P. Ultimamente se ha hablado incluso de jomeinizaci¨®n de Israel, dada la agresividad, cada vez mayor, de los sectores integristas. ?Ser¨¢ debido a que la mayor¨ªa de losjud¨ªos israel¨ªes -55% o 60%- procede en realidad de pa¨ªses ¨¢rabes, son culturalmente ¨¢rabes?
R. No, en absoluto. Los jud¨ªos orientales, como llamamos a los procedentes del mundo ¨¢rabe, son, en general, practicantes, pero nada fan¨¢ticos, quiz¨¢ porque hist¨®ricamente no han sufrido por su religi¨®n lo que los europeos. El integrismo es un fen¨®meno de jud¨ªos europeos o americanos, de askenazis; pero repito que son s¨®lo una minor¨ªa.
P. La devoluci¨®n del Sina¨ª a Egipto ha supuesto un cambio fundamental para la situaci¨®n de Israel. Territorialmente hablando, se ha vuelto a la situaci¨®n anterior a los seis d¨ªas. Sin embargo, la situaci¨®n militar es radicalmente distinta, pues Egipto s¨®lo puede mantener una divisi¨®n en la pen¨ªnsula, lo que no supone ninguna amenaza para Israel. Pero ?qu¨¦ garant¨ªas hay de que se cumpla esa condici¨®n?
R. En primer lugar, ellos saben que nosotros sabemos todo lo que hacen, que no nos podr¨ªan enga?ar aumentando sus fuerzas secretamente. En segundo t¨¦rmino, hay una fuerza multinacional que controla el cumplimiento de los acuerdos. Por ¨²ltimo, es pol¨ªtica oficial declarada por el Gobierno israel¨ª que, si no cumplen los acuerdos, reocupar¨ªamos el Sina¨ª. De todos modos, yo creo que en los pr¨®ximos cuatro o cinco a?os no hay ninguna posibilidad de que Egipto quiera volver a las armas.
P. Seg¨²n algunos analistas estrat¨¦gicos, Israel incluso tiene un reh¨¦n: esa divisi¨®n de infanter¨ªa egipcia desplegada en la pen¨ªnsula, que no tiene literalmente medios para defenderla frente a un ataque israel¨ª y que en caso de conflicto, dada la superioridad a¨¦rea incontestable de Israel, podr¨ªa volver a quedar cogida en la trampa del Sina¨ª, como sucedi¨® en los seis d¨ªas.
R. No estoy de acuerdo. Egipto tiene otras tres divisiones justo al otro lado del canal y podr¨ªa transferirlas al Sina¨ª en unas doce horas, pues ha construido multitud de t¨²neles debajo del canal de Suez. El mantenimiento de la paz en el Sina¨ª depende, en realidad, de la mutua buena voluntad.
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