La mediocridad y la cultura
En este pa¨ªs vivimos la cultura de los mediocres, hasta el punto que en Europa -como se sabe- el individuo espa?ol ocupa uno de los lugares m¨¢s bajos en el orden de la formaci¨®n intelectual y de lectura. No s¨®lo se lee poco, sino que se desprecia toda cultura.La r¨¦mora viene de lejos, aunque ahora tampoco se arregla. En el r¨¦gimen anterior -evidentemente criticado- se programaba al individuo que ya aparec¨ªa, en su m¨¢s tierna infancia, como borrego consentidor. Se le infund¨ªa el esp¨ªritu gregario para que asintiese en la escuela. El lavado del cerebro era total; as¨ª que pasaba a mayor sin enterarse de otra cosa que de los resultados de f¨²tbol en la Liga y en la Copa, cumpliendo con esquemas y convenciones; lo que se acrecentaba si en vez de haber ido a centros laicos se le hab¨ªa llevado a los de formaci¨®n clerical.
Ciudadanos programados
Ahora los tiempos han cambiado: el ciudadano crece, como planta, en el campo de cultivo que le corresponde. Se desarrolla al mismo tiempo que se convierte en telespectador (abandonando la lectura) y, en ese plano, se le programa hasta las horas de siesta; ve lo que le echan y pierde el esp¨ªritu cr¨ªtico. De seguir esto ?as¨ª va a empezar la etapa inconfundible -e irreversible- que conduce a la castraci¨®n absoluta, a la muerte espiritual, olvidando lo que dice Gabriel Celaya y es esto de que da miedo de que los muertos caminen por las calles.
?Es que no se aprecia ya el fen¨®meno? Se nos ve -se les ve a todos- prepar¨¢ndonos para el Mundial y a los ni?os coleccionando cromos en los ¨¢lbumes futboleros, repitiendo el nombre de las selecciones con los mayores imbu¨ªdos en su propia personalidad de miseria. Somos s¨®lo t¨¦cnicos o bur¨®cratas, patolera de cuartel o zaracatralla.
Se dir¨¢ que el panorama es sombr¨ªo y hasta exagerado, que nadie se revuelca tanto en el fango como el que habla de ¨¦l tan a menudo. Que ahora vivimos en la democracia, ?pues bendita sea mil veces en el terreno pol¨ªtico!, pero, ?y en el cultural?.
Basta leer los peri¨®dicos de mayor tirada en el territorio patrio: en la cuesti¨®n de opini¨®n el paso hacia arriba es de gigante, el ciudadano corriente sabe esto a la perfecci¨®n, otra cosa sucede con las p¨¢ginas dedicadas al pensamiento y a la cultura, que s¨®lo muy pocos pueden discernir y juzgar, ?Dios m¨ªo, qu¨¦ ramploner¨ªa!, a lo que se une la ambig¨¹edad, el esp¨ªritu falsamente progresista que consiste en prescindir de perfeccionamientos y de elites.
Exigencia de mediocridad
Se habla de cultura popular y se promociona la novela del Coyote (por cierto, que esto ¨²ltimo lo ha hecho ¨²ltimamente Mars¨¦), se dice que nadie puede vivir el privilegio, que la creaci¨®n es siempre colectiva y nunca individual (que es de mayor¨ªas). Entonces, si es colectiva, ?que pasa con la canci¨®n popular o con el baile? ?es que todo el pueblo de Madrid, por ejemplo, se ha puesto a bailar de una sola vez y casi de pronto el chotis?, ?y es que Darwin recogi¨® los fundamentos de su Teor¨ªa del origen de las especies del propio pueblo?, ?por qu¨¦ esa exigencia de mediocridad?.
Se olvida que el concepto de amenidad depende s¨®lo de la formaci¨®n del lector, que la creaci¨®n es inmoral por excelencia, es decir, que rompe con las normas generales colectivas, con el sentir general al que antecede, ?mala cosa esta la de convertir al ciudadano en individuo gris y: poco personal! Orwell explicaba que todo el mundo era igual, "aunque hay algunos m¨¢s iguales que otros".
Adem¨¢s hay tambi¨¦n colectividades y colectividades, hay manipulaciones y multinacionales, hay un vac¨ªo de cultura, seudointelectuales y pedantes, y gentes que bostezan sin saber qu¨¦ hacer en un medio de incultura (promocionada y responsable) en el que no puede existir progreso desde el momento que no se da libertad posible sin el bagaje obligado de los conocimientos necesarios. Incluso tampoco hay posible militancia en los partidos pol¨ªticos. No vamos a descalabrar la sociedad para formar alcornoques o recitadores de poemas del no por eso menos respetable Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n.
En otro caso va a ser mejor dimitir de este cochino mundo, jubilarse o irse a paseo, involucionar (no en el sentido pol¨ªtico, sino en el biol¨®gico, esto que se entienda bien), transformarse en jabal¨ª, en lagarto, en piedra simple o en ¨¢rbol.
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