Un socialista a la francesa
Las escaleras que conducen a las dependencias del presidente de la Rep¨²blica Francesa albergan en un rellano un p¨¦simo retrato al ¨®leo del general De Gaulle. Todas las ma?anas, Fran?ois Mitterrand, que contin¨²a habitando su casa familiar del distrito parisiense, ha de pasar por delante de ese retrato camino de su despacho -el mismo que ocupara en tiempos el general-. La Francia maledicente asegura que se mira en ¨¦l como en un espejo.Sin embargo, la trayectoria pol¨ªtica y vital de este cuarto presidente de la V Rep¨²blica resulta bien distinta a la del liberador de Francia. Once veces ministro en el espacio de siete a?os, duirante los confusos d¨ªas del anterior r¨¦gimen, trabajador infatigable por el liderazgo de su partido, maniobrero, testarudo, encajador, Fran?ois Mitterrand se ha tragado ya, a sus 65 a?os, todos los sapos que se puede tragar un pol¨ªtico. Apenas unos meses antes de su clamoroso triunfo electoral nadie daba un ardite por el futuro de este eterno candidato a la Presidencia que trece meses despu¨¦s de su entronizaci¨®n ve deshacerse en tomo suyo las esperanzas puestas por un gran sector del electorado. Dos devaluaciones, un reciente plan de austeridad que conlleva la congelaci¨®n de precios y salarios, una derrota significativa en las pasadas elecciones cantonales, jalonan negativamente su gesti¨®n, que hasta el momento no ha podido ni contener la inflaci¨®n en la medida propuesta ni disminuir el desempleo. Pero algunas cosas han funcionado. La nacionalizaci¨®n del cr¨¦dito -ya en gran parte antes en manos del Estado- y de algunas de las mayores industrias no ha generado la pasi¨®n de colectivismo que la derecha tem¨ªa, y Francia sigue siendo en toda l¨ªnea un pa¨ªs de libre mercado. La descentralizaci¨®n administrativa, con la desaparici¨®n de los prefectos, la pol¨ªtica cultural y educativa, y algunos aspectos de la exterior, comienzan a definir el cambio de sociedad que Mitterrand propuso, el socialismo a la francesa.
Este mismo socialismo a la francesa, que el propio presidente se neg¨® a perfilar durante la entrevista que mantuve con ¨¦l el martes pasado, quince de junio, en el El¨ªseo, parece un modelo apetecible, lo mismo en sus ra¨ªces de apoyo electoral que en sus objetivos y m¨¦todos de actuaci¨®n, para otros socialismos mediterr¨¢neos, el espa?ol incluido. Mitterrand se mostr¨® extraordinariamente cauteloso a la hora de comentar esto, se?alando que ¨¦l trabajaba exclusivamente para Francia y no era un ap¨®stol de nada. Ap¨®stol o no, m¨¢s de uno tiene la impresi¨®n de que, en definitiva, ¨¦l siente tambi¨¦n, como el general De Gaulle, la grandeur de Francia a su manera. Y ¨¦sta no ser¨ªa otra que un gran proyecto socio-cultural y pol¨ªtico para los pa¨ªses del Mediterr¨¢neo, en el que el antiguo imperio del Rey Sol fuera potencia hegem¨®nica. Las dudas del gobierno espa?ol, que en una cierta medida desconoce los motivos de la pr¨®xima visita del presidente a Espa?a, solicitada seg¨²n versiones oficiales hispanas por el El¨ªseo, se decantan en gran parte hacia estas consideraciones. Con el a?adido de que dos contenciosos de notable categor¨ªa, el de la existencia de un santuario en el Pa¨ªs Vascofranc¨¦s para los terroristas de ETA, y el de las trabas que Par¨ªs levanta al ingreso de Espa?a en las Comunidades Europeas, han contribuido a deteriorar enormemente la imagen de Francia en la sociedad espa?ola. La preocupaci¨®n de Mitterrand por ello resulta evidente, y su disposici¨®n para tratar de hacer algo que lo remedie parece sincera.
Mitterrand es un hombre duro, cuya timidez encuentra su mejor refugio en un tono de arrogancia casi antip¨¢tica. De piel estirada y fina, blanqu¨ªsima, su estado f¨ªsico aparente no confirma en absoluto los rumores que se han publicado sobre su mala salud. Inexpresivo y distante, la entrevista que me concedi¨® transcurri¨® en medio de un cierto forcejeo dial¨¦ctico. "Al presidente le cuesta despegar", me hab¨ªan dicho sus colaboradores. Y, en efecto, as¨ª es. Mitterrand no hab¨ªa exigido cuestionario previo alguno y permiti¨® que la conversaci¨®n se grabara en cinta magnetof¨®nica. Pero tantas facilidades para el periodista fueron compensadas con la advertencia preliminar de que probablemente no podr¨ªa dedicarme la media hora prometida, y con una sequedad de respuestas tal, pronunciadas en un franc¨¦s bell¨ªsimo y con una voz tan dulce como un susurro, que por un momento tem¨ª que en escasos diez minutos habr¨ªa despachado todas las interrogantes. M¨¢s a¨²n si se tiene en cuenta que se neg¨® en rotundo a hacer comentario alguno sobre cuestiones internas francesas. No obstante, su hermetismo inicial fue desapareciendo durante la conversaci¨®n, y al final ¨¦sta se prolong¨® bastante m¨¢s del tiempo previsto y en un tono de considerable franqueza por parte del presidente, sobre todo si se compara con la vaguedad a que nos tienen acostumbrados los Jefes de Estado de todo el mundo en sus declaraciones period¨ªsticas. Ello me permiti¨® retomar los temas del principio de mi interrogatorio -Pa¨ªs Vasco y Mercado Com¨²n-, en la confianza de que fuera m¨¢s expl¨ªcito de lo que en los proleg¨®menos se mostr¨®. Aun a costa de un cierto desorden en el di¨¢logo, he preferido reproducirlo fielmente tal y como se produjo, porque pienso que es definitorio de la personalidad de Mitterrand y de su manera de relacionarse., "Sombr¨ªo, no inspira confianza. Secreto, no suscita la confidencia", dijo de ¨¦l Pierre Viansson Pont¨¦. Pero quienes le han visto en los m¨ªtines de la campa?a electoral aseguran que se transforma ante las masas y que su frialdad de pol¨ªtico profesional da paso a una humanidad sorprendente, mezcla de p¨¢rroco con ambiciones de cardenal, impregnada de un populismo muy a la medida de quienes le escuchan. Este es el Mitterrand que pasado ma?ana viene a Espa?a, y no precisamente a ver un partido de f¨²tbol, como se asegur¨®, sino a hablar, y qui¨¦n sabe si a prometer de nuevo, sobre las cuestiones del terrorismo vasco.
"No hay complacencia en Francia con terroristas. Hay leyes"
Pregunta. Usted ha declarado en una reciente conferencia de Prensa que "las relaciones entre Francia y Espa?a no son excelentes". ?Qu¨¦ ha querido significar?Respuesta. Pues lo qu¨¦ he dicho. Creo que existen incomprensiones entre Francia y Espa?a, a pesar de la buena voluntad de los gobernantes. Hay algunas realidades que no se han resuelto. Personalmente, quisiera que las relaciones fueran excelentes, y trabajo para ello. Pero me basta leer la Prensa para darme cuenta de que no es as¨ª. Si usted me hace la pregunta "?qu¨¦ le incita a decir esto?", la respuesta es: "La lectura de la Prensa espa?ola".,
P. En ese caso, si se lee la Prensa espa?ola, es f¨¢cil ver lo mucho que se habla de ETA y del problema vasco.
R. Francia siempre es juzgada como responsable.
P. El Gobierno espa?ol ha dado a entender que con el Gobierno del se?or Mauroy las cosas est¨¢n incluso peor que con el gabinete anterior.
R. Es la primera vez que lo oigo. Yo no he escuchado a ning¨²n responsable espa?ol decir que las relaciones est¨¦n peor que antes.
P. As¨ª se ha publicado en la Prensa espa?ola. ?Piensa que puede cambiar algo a este respecto despu¨¦s de su visita?
R. Eso espero.
P. ?Cree que habr¨¢ alg¨²n progreso respecto al Mercado Com¨²n y en concreto sobre los precios agr¨ªcolas?
R. Aceptamos perfectamente la hip¨®tesis de la presencia de Espa?a en Europa occidental y en el Mercado Com¨²n. Pero la realidad econ¨®mica impone serias discusiones que hacen que no se pueda anunciar por adelantado ni el plazo, ni el contenido.
P. Pero, en todo caso, en su visita a Espa?a, ?aportar¨¢ proposiciones concretas sobre este tema o no?
R. Estamos absolutamente deseosos de hacer algo positivo. La presencia europea de Espa?a es pol¨ªticamente evidente. Econ¨®micamente, tiene el peligro de aportar contradicciones suplementarias a una Europa que no ha resuelto sus propios problemas, y en la que las producciones mediterr¨¢neas no han encontrado a¨²n su verdadero lugar.
P. Se dice en Espa?a que, si los socialistas ganan las pr¨®ximas elecciones generales, las relaciones con Francia y con su Gobierno podr¨ªan ser mejores. ?Qu¨¦ piensa usted?
R. Francia trata con Espa?a. No trata con tal o cual partido, con tal o cual Gobierno. Por lo dem¨¢s, las relaciones entre los dos partidos socialistas son buenas, pero Francia trata con Espa?a, con la Espa?a democr¨¢tica.
P. Puesto que hablamos de Europa, ?cu¨¢les son, a su juicio, los problemas de la Europa unida? ?Cu¨¢les los problemas de la construcci¨®n de Europa en este momento?
R. Usted lo ve igual que yo. Europa no tiene una verdadera voluntad pol¨ªtica, tiene mucho miedo a superar sus contradicciones econ¨®micas. Y si la voluntad pol¨ªtica com¨²n no lo impide, los intereses particulares se vuelven predominantes; es una ley de la naturaleza.
P. Desde el punto de vista de la pol¨ªtica internacional, ?el conflicto de L¨ªbano puede a?adir mayores contradicciones?
R. No creo que se puedan mezclar las cosas. Eso es de actualidad. Y los problemas de Europa son problemas de fondo, que no han esperado al conflicto entre Israel y el L¨ªbano para existir.
P. Pero se dice, a prop¨®sito de las Malvinas y de Israel, que sucesos de este g¨¦nero podr¨ªan influir notablemente en el proceso europeo.
R. Eso son circunstancias. El problema de Europa es de otra naturaleza. No existe a causa de L¨ªbano o de Israel. El problema interno de Europa est¨¢ sobre el tapete desde hace a?os y se trata de dificultades org¨¢nicas. Hay que arreglar un cierto n¨²mero de cuestiones: la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n, mayores precisiones sobre su pol¨ªtica econ¨®mica y sus pol¨ªticas sociales... Todo esto no es independiente, por supuesto, de la pol¨ªtica exterior.
Los graves sucesos que se producen sobre el resto del planeta no pueden m¨¢s que agudizar las dificultades de Europa. Pero Europa debe encontrar dentro de s¨ª misma su propia respuesta. Es deseable que los problemas suscitados por la pol¨ªtica agr¨ªcola, por los productos mediterr¨¢neos, por el sistema monetario europeo, encuentren su soluci¨®n en una voluntad pol¨ªtica, expresada en el sentimiento de que se trata de una obra com¨²n, de que Europa debe encaminarse hacia su propia independencia, y todo esto exige una toma de conciencia. Naturalmente si ¨¦sta se produce, las respuestas comunitarias ser¨¢n m¨¢s claras cuando se produzcan problemas como los recientes de las Malvinas o de L¨ªbano.
P. A prop¨®sito de las Malvinas, ?piensa que se puede hablar del final del di¨¢logo Norte-Sur despu¨¦s del problema de las Malvinas? ?Y en qu¨¦ situaci¨®n ha de quedar la posici¨®n francesa en todo ello?
R. Son problemas de diferente naturaleza. Es cierto que Am¨¦rica Latina siente en su conciencia, en el fondo, el conflicto de las Malvinas como un conflicto Norte-Sur. Pero esto no es exacto. Las islas Malvinas estaban pobladas ¨²nicamente por brit¨¢nicos o por descendientes de brit¨¢nicos. No exist¨ªan, desde este punto de vista, problemas de poblaci¨®n. Por otra parte, Francia jam¨¢s ha reconocido la soberan¨ªa brit¨¢nica sobre las islas, no ha entrado en ese debate jur¨ªdico. Lo que ha pasado simplemente es que Gran Breta?a ha sido v¨ªctima de una agresi¨®n. Argentina ha estimado que deb¨ªa arreglar este dif¨ªcil tema por la v¨ªa de las armas y ha sufrido las consecuencias. Emprendi¨® una pol¨ªtica. Y desde luego Francia, aliada y amiga de Gran Breta?a (pa¨ªses muy pr¨®ximos, ligados por grandes acontecimientos, dos guerras mundiales en el espacio de un cuarto de siglo), deb¨ªa ser solidaria de ¨¦sta. Pero no desea ir m¨¢s all¨¢ de los justos l¨ªmites, para preservar su influencia y sus actividades en Am¨¦rica Latina. Italia se ha encontrado en una posici¨®n a¨²n m¨¢s delicada debido a la propia naturaleza de la poblaci¨®n argentina.
P. Se le acusa en Espa?a, en medios de la izquierda, de ser muy atlantista, demasiado pr¨®ximo a la pol¨ªtica norteamericana.
R. Son palabras que no quieren decir nada. Francia es aliada de los Estados Unidos de Am¨¦rica. Formamos parte de la Alianza Atl¨¢ntica. Y hemos formado parte de ella con la IV Rep¨²blica, con el general De Gaulle, con el se?or Pompidou, con el se?or Giscard d'Estaing. Igual que hoy. Francia no ha dejado jam¨¢s la Alianza Atl¨¢ntica.
P. Pero se dice, no obstante, que usted es m¨¢s...
R. Son cosas que las gentes dicen. La realidad esta ah¨ª. Y la realidad es que Francia ha estado siempre en la Alianza Atl¨¢ntica, siempre ha participado en la misma pol¨ªtica. No participa en el Comando Integrado, es decir, que no obedece una decisi¨®n militar tomada sin contar con ella. Y la pol¨ªtica de Francia, desde este punto de vista, es tan celosa de la independencia de Francia como lo era antes. Posiblemente lo sea m¨¢s a¨²n. El resto son palabras. Se me llama atlantista ¨²nicamente porque he tomado posiciones m¨¢s claras que mi predecesor sobre los problemas del armamento sovi¨¦tico en Europa. Es el ¨²nico punto sobre el que he ajustado mi pol¨ªtica: el necesario equilibrio de fuerzas en Europa. A partir de ah¨ª, naturalmente, he tomado una actitud contra el despliegue de los SS-20 sovi¨¦ticos. Entonces, si es por esta actitud -que es una actitud l¨®gica, pues afecta tambi¨¦n a la independencia de Francia-, poco importan los comentarios. No creo que esto sea una imitaci¨®n de la pol¨ªtica norteamericana. Y ah¨ª est¨¢, por ejemplo, la postura que he tomado sobre Am¨¦rica Central, otras similares respecto a la ayuda al Tercer Mundo, sobre las negociaciones globales y el apoyo a las cotizaciones de las materias primas. La posici¨®n de Francia es, en este asunto, totalmente aut¨®noma.
P. Desde el punto de vista econ¨®mico, se?or presidente, ?la reciente devaluaci¨®n en su pa¨ªs, y el anunciado plan de austeridad, podr¨ªan considerarse como un fracaso de su pol¨ªtica de relanzamiento?
R. Las cuestiones que afectan a la pol¨ªtica interior francesa las reservo, por lo general, para la Prensa francesa.
P. Bien, en todo caso, usted va a visitar pronto Espa?a, y hay una frase de usted sobre "el socialismo a la francesa", que en mi pa¨ªs no se sabe exactamente qu¨¦ quiere decir con ella.
R. Lo comprendo bien, no pretendo hacer proselitismo. Estoy encargado de Francia y no pretendo ofrecer un modelo a cualquiera. Me ocupo de responder a las necesidades de Francia. Es verdad que el socialismo desde que existe, el socialismo democr¨¢tico, tiene una existencia internacional muy fuerte.
A este respecto, hay mucha solidaridad entre los diferentes socialismos, especialmente del sur de Europa, pero ¨¦ste era un tema del que yo me ocupaba cuando era responsable del partido socialista franc¨¦s, y que no puedo tratar como jefe del Estado. Yo aplico la pol¨ªtica en mi pa¨ªs, con el mandato que he recibido del pueblo franc¨¦s, pero no merece la pena intentar definir "el socialismo a la francesa". Para saber qu¨¦ es basta constatar el balance de nuestra gesti¨®n, las reformas que hemos propuesto y adoptado, y las grandes orientaciones que hemos elegido. En pol¨ªtica, el movimiento se demuestra andando, como en otros muchos terrenos.
P. Pero, incluso si usted no hace proselitismo, el socialismo, como usted pone de relieve, tiene algo de internacional. ?Cree que las relaciones entre el partido socialista espa?ol y el franc¨¦s van en ese sentido, de que se aproveche en Espa?a la experiencia gala?
R. Ya he dicho que las relaciones entre los dos partidos son buenas, son relaciones fraternales. Pero yo no soy el responsable del partido socialista de Francia.
P. Volviendo a la pol¨ªtica internacional, ?qu¨¦ piensa del movimiento pacifista en Europa?
R. Es de diferente naturaleza seg¨²n el pa¨ªs.
P. Pero, ?cree que es la Uni¨®n Sovi¨¦tica la que est¨¢ detr¨¢s, o no?
R. ?Oh, no en todos los sitios! Sucede que, sin duda, algunos componentes de los movimientos pacifistas sufren su inspiraci¨®n, pero son, ciertamente, una minor¨ªa. Y no se puede calificar al pacifismo en Europa como un agente de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, esto ser¨ªa muy injusto. Eso s¨ª, los mismos pacifistas deben estar vigilantes, aunque ¨¦se es su problema, para salvaguardar su autonom¨ªa.
P. Hablando de estos temas, me viene a la memoria la bomba de neutrones. (El partido socialista franc¨¦s y el propio Mitterrand se hab¨ªan pronunciado contra la construcci¨®n de la misma por Francia antes de las elecciones). ?Ha cambiado usted de criterio desde que es presidente?
R. No, no he cambiado de criterio. Soy un hombre muy pr¨¢ctico. Creo que es preciso tener el armamento que sea necesario para defender el propio pa¨ªs. El problema principal para Francia es mantener la credibilidad de su estrategia de disuasi¨®n. Y la estrategia de disuasi¨®n implica que todo eventual adversario debe saber que Francia tomar¨¢ una actitud, defensiva pero categ¨®rica, para defender su territorio. Es lo que yo llamar¨ªa, con un t¨¦rmino un poco vago, cuyo contenido ser¨¢ fijado por m¨ª si es necesario, los intereses vitales de Francia. Determinadas formas de armamento podr¨ªan hacer suponer que Francia no est¨¢ decidida a defenderse por todos los medios. Y nosotros no tenemos los medios, como tienen los americanos, de una defensa gradual.
P. ?Usted no cree en la defensa gradual?
R. Sobre el plano internacional, yo no he dicho eso. Pero hablamos de Francia por el momento. Francia se reserva toda la capacidad necesaria para que un eventual agresor no dude de nuestras intenciones y de nuestra voluntad. Antes de emprender una guerra, bien entendido, nosotros reflexionaremos, pero no reflexionaremos mucho si tenemos que hacer frente a una agresi¨®n caracterizada. Esto es una estrategia de disuasi¨®n. El problema es saber si el muestrario de las armas modernas se adapta o no a esta estrategia, si es complementario o contradictorio. Todo armamento complementario ser¨¢ aceptado por Francia, todo armamento contradictorio con esta estrategia no lo ser¨¢.
P. Volviendo a las relaciones con Espa?a, hay un punto que no hemos tratado. La influencia francesa en Marruecos y el norte de Africa y su eventual colisi¨®n en la pol¨ªtica sobre el Sahara. ?Hablar¨¢ de este tema con el Gobierno espa?ol?
R. Estoy dispuesto a hablar de todo aquello que interese al Rey de Espa?a y a su Gobierno. Ning¨²n tema est¨¢ vetado. Somos representantes de dos grandes naciones libres y se hablar¨¢ de todo aquello que se tenga en el esp¨ªritu.
P. Aunque ya ha sido expl¨ªcito sobre este tema, ?puedo volver a preguntarle si prev¨¦ alguna fecha para la integraci¨®n de Espa?a en el Mercado Com¨²n?
R. En el tema del Mercado Com¨²n no fijo ninguna condici¨®n para hablar. Fijo las condiciones para concluir, y se pueden discutir de ellas. Pero hay algunos temas previos f¨¢cilmente comprensibles.
P. ?Cu¨¢les son?
R. Es necesario que nuestros pa¨ªses se encuentren en condiciones de concurrencia comercial leal. Esto, por otra parte, vale tanto para Francia como para Espa?a. En los dos sentidos.
P. ?Se trata solamente de resolver los precios agr¨ªcolas o hay otros temas?
R. Es necesario discutir tambi¨¦n los problemas industriales, los problemas regionales, de la pesca... Naturalmente, el problema agr¨ªcola nos viene antes a la memoria en raz¨®n de la similitud de nuestras producciones.
P. Me gustar¨ªa hablar un poco m¨¢s del caso del Pa¨ªs Vasco, dado que se tiene la impresi¨®n en los medios espa?oles de que podr¨ªa resolverse mejor con un poco m¨¢s de colaboraci¨®n por parte de Francia.
R. Tenemos una actitud totalmente amistosa hacia Espa?a. El problema dif¨ªcil es el de las extradiciones, no el de la vigilancia de fronteras ni el de la comunicaci¨®n de informaciones. El problema de las extradiciones no se plantea, por lo dem¨¢s, s¨®lo con relaci¨®n a Espa?a, sino con relaci¨®n al conjunto de pa¨ªses con los que mantenemos relaciones. Esto es lo que complica un poco nuestra tarea. Por otra parte, tenemos el deber de favorecer el desarrollo de la democracia espa?ola.
P. El se?or Giscard d'Estaign declar¨® durante su visita a Espa?a, siendo presidente, que no hab¨ªa raz¨®n para dar asilo pol¨ªtico a los miembros de ETA. Ahora existe la impresi¨®n de que el se?or Deferre considera que los militantes de ETA tienen motivaciones pol¨ªticas, y los compara a los miembros de la Resistencia...
R. Hablaremos de eso cuando yo vaya a Espa?a.
P. ?Piensa usted dar una conferencia de Prensa a este respecto cuando est¨¦ en Espa?a?
R. No s¨¦, no est¨¢ previsto. Har¨¦ una visita al Rey, hablar¨¦ con el presidente del Gobierno, con diferentes personalidades, pero el programa no est¨¢ totalmente fijado por el momento en los detalles (Esta conversaci¨®n tuvo lugar el pasado martes d¨ªa 15 de junio). Tendr¨¦ ciertamente la ocasi¨®n de hablar con la Prensa, pero una conferencia de Prensa, no s¨¦, con todo este ceremonial... ?Usted piensa que las relaciones eran buenas antes de mi llegada entre Francia y Espa?a? Eso me interesa.
P. Yo creo que no eran ni son buenas, pero pienso que hay puntos sobre los que las gentes est¨¢n muy preocupadas en Espa?a a este respecto, especialmente el problema de ETA.
R. S¨ª, est¨¢ el problema del Pa¨ªs Vasco por un lado y el del Mercado Com¨²n por otro. Claro que sobre el Mercado Com¨²n yo he escuchado a mi predecesor decir que ¨¦l era favorable, y despu¨¦s cambi¨® de posici¨®n.
P. Para ser claros, desde mi punto de vista, se pensaba que con usted en la Presidencia podr¨ªa irle mejor a Espa?a, y se pensaba esto incluso en algunos medios de la derecha espa?ola.
R. Es posible. Es decir, que usted quisiera que yo entregara a todo vasco espa?ol que pase a Francia...
P. No, no. Pero hay problemas de colaboraci¨®n entre las polic¨ªas.
R. Yo creo que esa colaboraci¨®n existe
P. ?Y la aplicaci¨®n de la ley francesa para algunos supuestos inmigrantes vascos que no tienen carta de trabajo?
R. La ley Francesa se aplica en Francia de todas maneras.
P. Se dice que hab¨ªa o hay exiliados vascos que no ten¨ªan la carta de trabajo y que hab¨ªan entrado ilegalmente en Francia.
R. Pero d¨ªgame, ?hubo extradiciones con el Gobierno precedente?
P. No, no, en absoluto.
R. Entonces, ?de qu¨¦ habla usted?
P. Creo que este es el ¨²nico punto verdaderamente crucial de las relaciones bilaterales.
R. Es un punto muy dif¨ªcil. Voy a Espa?a precisamente porque no quiero dejar de hacer nada para que las relaciones entre Francia y Espa?a sean buenas o mejores. Este es el esp¨ªritu que llevo, y en caso contrario, no ir¨ªa. Tengo muchas afinidades y simpat¨ªas para el pueblo espa?ol. Y admiro su construcci¨®n democr¨¢tica, que se ha hecho en condiciones dif¨ªciles y valerosas. Ser¨ªa una l¨¢stima alargar estas incomprensiones. Pero debo decir que no es necesario que los que se expresan en Espa?a se descarguen un poco de sus problemas diciendo que la culpa es de Francia. Es un poco demasiado f¨¢cil, pero reconozco que es una tentaci¨®n hacerlo.
P. S¨ª, es demasiado f¨¢cil para el Gobierno.
R. Oh, no es forzosamente el Gobierno quien m¨¢s lo dice. Me basta conocer algunos violentos ataques contra Francia para darme cuenta de que se trata de un atropello a veces excesivo. Pero, en fin, este tipo de campa?as no existir¨ªan si las relaciones fueran buenas. Yo encuentro todo esto vulgar, y es una fuente de problemas cuyas consecuencias hay que lamentar porque existe un vicio de origen. Entonces, al final no logro ponerme de mal humor, y digo simplemente, hablemos con sinceridad y trabajemos para mejorar nuestras relaciones nuestros dos pueblos tienen todo para entenderse. Y la pol¨ªtica debe buscar el inter¨¦s com¨²n de nuestros dos pueblos. Esto es lo que yo me esforzar¨¦ en hacer.
P. Y har¨¢ bien, porque en el pasado se ha hablado, pero los problemas son siempre los mismos.
R. No se puede resolver el problema del Mercado Com¨²n simplemente con un toque de varita m¨¢gica. Hay realidades econ¨®micas evidentes. Se lo repito. La Europa comunitaria no ha resuelto sus propios problemas y se le van a agregar otros. Esto necesita una cierta l¨ªnea metodol¨®gica. El resto es pasi¨®n in¨²til. El problema del Pa¨ªs Vasco es m¨¢s sentimental sobre el plano de la sensibilidad, m¨¢s ardiente, m¨¢s violento, tambi¨¦n m¨¢s dif¨ªcil, lo comprendo bien. Pero ustedes, en el fondo, ustedes tienen el sentimiento de que siempre Francia es la culpable.
P. No, en absoluto. Pero los espa?oles no comprenden por qu¨¦ del lado vasco franc¨¦s no hay problemas mientras que hay terroristas que habitan all¨ª.
R. Todo lo que la polic¨ªa francesa pueda destapar sobre las organizaciones terroristas en territorio franc¨¦s debe ser yugulado. No hay complacencia, cr¨¦alo. Hay leyes. Y es necesario respetar estas leyes. Se hablar¨¢ de todo esto en el mejor esp¨ªritu.
P. Espero, pues, se?or Presidente, que su visita a Espa?a sea muy fruct¨ªfera.
R. Yo lo espero tambi¨¦n. Porque ?quiere usted que sea de otro modo ... ?
P. No lo quiero, y le aseguro que los ataques contra Francia en la Prensa espa?ola no vienen especialmente de mi peri¨®dico. Es verdad que se ha creado una especie de esp¨ªritu antifranc¨¦s, no ahora, o quiz¨¢ menos ahora. Pero, de todas formas, los problemas existen.
R. S¨ª, s¨ª, seguramente. Y ¨¦stos son los dos problemas principales que usted ha se?alado bien. No son f¨¢ciles de solucionar y se arreglar¨¢n en la medida en que se quieran arreglar. Hablar es bueno.
"Francia trata con Espa?a, no con tal o cual partido"
"La crisis de las Malvinas no es un conflicto Norte-Sur"
"Las extradiciones es un punto muy dif¨ªcil"
"Hay problemas previos a la entrada de Espa?a en la CEE"
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.