Raymond Aron: "Un a?o de 'socialismo a la francesa' no debe servir de modelo"
El presidente Fran?ois Mitterrand inicia ma?ana su primera visita oficial a Espa?a, poco despu¨¦s de cumplirse un a?o de su gesti¨®n al frente del pa¨ªs. Tras 23 a?os de administraci¨®n a cargo de la mitad de los franceses, representados por el gaullismo y por la corriente centrista y liberal que aglutin¨® el giscardismo, Mitterrand, con su socialismo a la francesa, quiere forjar un modelo original, entre el comunismo y el capitalismo, que no sea una imitaci¨®n de la socialdemocracia. El fil¨®sofo y polit¨®logo Raymond Aron, sensible a la actual oposici¨®n liberal conservadora, analiza para EL PAIS la primera fase del mitterrandismo.
Pregunta. ?Cu¨¢l es su valoraci¨®n de este primer ejercicio de un a?o del denominado socialismo a la francesa?
- Respuesta. Por ahora es dificil definir la originalidad del nuevo poder. Parece ser que lo importante son las reformas estructurales, y m¨¢s concretamente las nacionalizaciones. En todos los pa¨ªses socialistas y socialdem¨®cratas existe un sector p¨²blico. La originalidad francesa consiste en que se han nacionalizado la banca y los grandes grupos industriales m¨¢s pr¨®ximos a las multinacionales. Personalmente, no apruebo esas reformas, pero no se puede medir a¨²n lo que entra?an de favorable o desfavorable.
Por el contrario, al cabo del primer a?o de este r¨¦gimen llamado socialista la gesti¨®n macroecon¨®mica se traduce por un fracaso evidente que el Gobierno no puede achacar exclusivamente al poder anterior. El ¨ªndice de producci¨®n est¨¢ al mismo nivel que hace un a?o y, por el contrario, todas las cuentas de la naci¨®n son deficitarias. Ha ocurrido lo que era previsible: el Gobierno ha seguido una pol¨ªtica expansionista contraria a la de los dem¨¢s pa¨ªses y ahora pretende introducir una austeridad que antes le reprochaba a Raymond Barre, a pesar de que ¨¦ste no la practicaba lo bastante. Pues bien, si la gesti¨®n de este primer a?o se llama socialismo a la francesa, no pienso que deba servir de modelo, a pesar de las reformas sociales realizadas-, generosas y a veces v¨¢lidas.
P. ?Ha habido recorte de libertades, como lo pretende alguna fracci¨®n de la derecha?
R. Yo nunca jam¨¢s pens¨¦ que Mitterrand y Mauroy pondr¨ªan en entredicho las libertades personales. Lo que est¨¢n haciendo es un Estado mitterrandista, como existi¨® un Estado gaullista y otro giscardiano, y, desgraciadamente, el Estado mitterrandista, por aqu¨ª o por all¨¢, est¨¢ poblado de comunistas.
P. ?No encuentra nada positivo en esta experiencia socialista?
R. S¨ª, en primer lugar, se ha demostrado que la V Rep¨²blica tolera la alternancia. Y el cambio de la mayor¨ªa se hizo pac¨ªficamente y en orden, lo que es s¨ªntoma de enraizamiento de las instituciones democr¨¢ticas. En segundo lugar, es una prueba para que muchas ilusiones se confronten con la realidad. Si el realismo no se impone volver¨¢ a haber alternancia y de esta experiencia quedar¨¢n algunas reformas sociales.
P. ?Qu¨¦ piensa de Mitterrand como presidente de la Rep¨²blica?
R. Es un hombre cultivado, escribe agradablemente, le gusta la literatura, no le falta talento pol¨ªtico, no le falta dignidad y, en definitiva, ha asimilado bien la funci¨®n de presidente de la Rep¨²blica Francesa. Esto es lo positivo; lo negativo es su alergia a los problemas econ¨®micos. Prefiere viajar por el mundo a enfrentar la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos. Por esto no controla el gobierno, que lo ha dejado en manos del primer ministro, Pierre Mauroy, hombre simp¨¢tico, pero que no posee todas las cualidades necesarias para la direcci¨®n de un gran pa¨ªs industrial.
P. A pesar de su juicio cr¨ªtico sobre la mayor¨ªa socialista actual, parece como si la oposici¨®n viviera ¨²nicamente al acecho de los eventuales tropezones del Gobierno.
R. S¨ª, es cierto que reacciona s¨®lo en funci¨®n del fallo de sus adversarios. Pero a Francia no se la puede transformar por decreto, y la oposici¨®n no tiene m¨¢s remedio que esperar a ver en qu¨¦ estado dejan al pa¨ªs los socialistas para despu¨¦s proponer otra pol¨ªtica. Durante los ¨²ltimos veintitr¨¦s a?os, Francia, gobernada por la que hoy es la oposici¨®n, realiz¨® un gran proyecto, consistente en convertirse en una gran potencia industrial. Hubo injusticias, es cierto. Lamentablemente, algunas imperdonables. Y tambi¨¦n es cierto que ese progreso se consigui¨® con exceso de provecho para los privilegiados. Ahora bien, al final, Francia se convirti¨® en la cuarta o en la quinta potencia mundial.
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