Libertad de ense?anza
Como respuesta a la cr¨ªtica publicada en esta secci¨®n, dirigida al art¨ªculo firmado por Juan Delval, de Joanna Szypowska, no puedo por menos que matizar varias de suscl¨¢usulas:
1. La fotograf¨ªa de monse?orLustinger no va representando o matizando ic¨®nicamente la exposici¨®n de Juan Delval, sino que hace referencia expresa al art¨ªculo titulado Libertad de ense?anza, una querella secular y, m¨¢s concretamente, al apartado Primer ensayo general, donde literalmente se cita la manifestaci¨®n del 24 de abril en Par¨ªs, encabezada por Lustinger.
2. En cuanto al cuestionamiento de si el se?or Delval no propone tanto "la libertad y aceptaci¨®n de todas las ideas" cuanto "la libertad del ate¨ªsmo y la prohibici¨®n de la educaci¨®n religiosa", he de decir que, con el texto en la mano, disiento rotundamente de su interpretaci¨®n, puesto que lo que realmente propone el autor del referido art¨ªculo es la libre divulgaci¨®n y discusi¨®n de todas las ideas; por esto mismo est¨¢ en contra de la ense?anza herm¨¦ticamente religiosa y dogmatizante.
Por m¨¢s que leo y releo el art¨ªculo del se?or Delval no logro encontrar la supuesta idea de libertad de ate¨ªsmo y prohibici¨®n de educaci¨®n religiosa, a no ser que no sea otra cosa sino un razonamiento coherente acerca de las excesivas limitaciones de tipo moralizante que se interponen en el razonamiento del alumno.
3. La fe, se?ora Szypowska, si realmente quiere ser s¨®lida y positiva en la formaci¨®n de buenos cristianos, debe irremisiblemente forjarse en un marco de libertad de expresi¨®n y pensamiento, para lo cual es imprescindible una supresi¨®n categ¨®rica de ciertos dogmas de moralidad que coartan e impiden esta realizaci¨®n ¨¦tica en libertad de asunci¨®n o rechazo, sin temores infernales de por medio.
4. En cuanto a su argumentaci¨®n acerca de la inviabilidad del discurso racional -fundamentado en los hornos de los campos de concentraci¨®n- como justificante de la acci¨®n humana, no puedo por menos que rectificar que los campos de concentraci¨®n -por utilizar su mismo ejemplo- son producto de mentes psicol¨®gicamente anormales, ll¨¢mense neur¨®ticos, paranoicos, etc¨¦tera. Y, no obstante, pienso que los hechos execrables y degenerantes de la humanidad no deben ser tomados como exponentes -y menos unitariamente- de la estructura de racionalidad con la que, sin duda creer¨¢ usted como excelente cristiana, Dios nos ha gratificado. /
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