La medida de Chaquet¨®n y la altura de Enrique de Melchor
La Asociaci¨®n de Vecinos La Corrala organiz¨®, en el teatro Olimpia, de Madrid, un recital de arte flamenco a cargo de Chaquet¨®n, en el cante, y Enrique de Melchor, a la guitarra, con actuaciones circunstanciales de otro joven guitarrista, y el buen quehacer en el baile por buler¨ªas final de Faiquillo y su mujer.Hay que decir que a pesar del calor y del Mundial-82, la sala del Olimpia estaba casi llena, lo que nos da idea de que, efectivamente, en Madrid hay una buena afici¨®n, que responde cuando se le ofrece un programa interesante. Este lo era, desde luego, y quienes hayan seguido nuestras cr¨ªticas en este peri¨®dico saben que considero a Chaquet¨®n un gran cantaor, y a Enrique de Melchor uno de los mejores tocaores del momento flamenco actual.
En el recital que motiva esta cr¨®nica Enrique estuvo a su altura. Excepcional acompa?ando al cante, porque adem¨¢s cantaor y tocaor act¨²an mucho juntos y se hallan perfectamente compenetrados, y excepcional como concertista, interpretando en solitario -o con el acompa?amiento del otro guitarrista- ronde?as, soleares, colombianas y tangos, siempre en maestro. Su guitarra arrebat¨® desde el primer momento al p¨²blico, muy receptivo, que escuchaba en silencio y despu¨¦s -o a veces en medio del toque, sin esperar el final- aplaud¨ªa fervorosamente.
Chaquet¨®n, por su parte, demostr¨® una vez m¨¢s su magisterio en los estilos de C¨¢diz. Pero este recital, en que ¨¦l s¨®lo era el cantaor, nos dio ocasi¨®n de o¨ªrle en otros g¨¦neros poco frecuentados por ¨¦l habitualmente, como son las siguiriyas, buler¨ªas por sole¨¢ y buler¨ªas para baile. Tuvimos ocasi¨®n de escuchar a un Chaquet¨®n, pues, m¨¢s largo, m¨¢s completo, que no desmerece un ¨¢pice de su sabidur¨ªa en los estilos gaditanos. Cant¨® unas siguiriyas con duende y jondura, que le dolieron a ¨¦l y nos dolieron a quienes le escuchamos, y que remat¨® brillantemente con las cabales. Las buler¨ªas por sole¨¢ fueron en su garganta una apote¨®sis del comp¨¢s; pocos cantaores hoy miden como Chaquet¨®n, sin pasarse y sin quedarse corto en cada tercio, y, adem¨¢s, dando el valor justo a cada matiz, con un fraseo rico, con una musicalidad incre¨ªble. Si a ello a?adimos la malague?a del Mellizo y su formidable repertorio por alegr¨ªas, canticas y buler¨ªas, habremos dicho que fue un recital redondo, un regalo.
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