Un m¨¦todo alem¨¢n, mediante ondas de choque, revoluciona el tratamiento de c¨¢lculos renales
Seg¨²n estad¨ªsticas recientes, el 4% de la poblaci¨®n mundial padece o ha padecido alguna vez de c¨¢lculos renales. Esta frecuencia equivale aproximadamente a la de la diabetes manifiesta, lo que da idea de su importancia y permite comprender que desde hace unos setenta a?os se investigue intensivamente sobre el tema. El trata miento con ondas de choque se presenta como un m¨¦todo revolucionario de eliminaci¨®n de los c¨¢lculos renales.
Las investigaciones realizadas no han dado como resultado, todav¨ªa, la comprensi¨®n exacta del mecanismo de producci¨®n de los c¨¢lculos Drenales, por lo que en la mayor¨ªa de los casos no es posible un tratamiento causal ni, consecuentemente, una profilaxis fiable de las recaidas, que se producen en el 50-70% de los pacientes operados.La terapia de elecci¨®n hasta el momento ha sido la cirug¨ªa. Entre los tratamientos no quir¨²rgicos s¨®lo ha dado resultado la quimioterapia alcalinizante en el caso de los c¨¢lculos de ¨¢cido ¨²nico, los cuales, no obstante, s¨®lo constituyen el 20% de todos los c¨¢lculos. Los procedimientos f¨ªsicos, como la destrucci¨®n de los c¨¢lculos mediante ultrasonido, s¨®lo pueden aplicarse en las v¨ªas urinarias inferiores, es decir, fundamentalmente en la vejiga. La aplicaci¨®n del ultrasonido ha fracasado hasta el momento por razones t¨¦cnicas como, por ejemplo, la dificultad para integrar procedimientos de imagen radiol¨®gica para la localizaci¨®n de los c¨¢lculos.
Desde hace unos a?os, un equipo de investigadores del Departamento de Urolog¨ªa y el Instituto de Investigaci¨®n Quir¨²rgica del Hospital Cl¨ªnico de la Universidad de Munich viene estudiando un procedimiento que puede ser revolucionario para el tratamiento de los c¨¢lculos renales. Se trata de la destrucci¨®n de estos c¨¢lculos mediante ondas de choque.
Con el desarrollo y la aplicaci¨®n cl¨ªnica de este tratamiento no invasivo de los c¨¢lculos renales se a logrado fragmentar ¨¦stos en part¨ªculas tan peque?as que pueden eliminarse espont¨¢neamente sin necesidad de intervenci¨®n quir¨²rgica.
Fundamento f¨ªsico
A diferencia de los procedimientos f¨ªsicos hasta ahora aplicados, en los que se requiere un contacto directo entre la fuente de energ¨ªa y el c¨¢lculo, para lo cual se han utilizado el ultrasonido o bien ondas de choque electrohidr¨¢ulicas. Este nuevo sistema se basa en la producci¨®n de ondas de choque fuera del cuerpo, las cuales se introducen en el mismo a trav¨¦s de reflectores y se localizan en el c¨¢lculo.
La onda de choque inducida externamente penetra en el cuerpo y se propaga sin obst¨¢culos, ya que entre el tejido y el agua en la que se produce no existe diferencia en cuanto a impedancia ac¨²stica.
En la superficie lim¨ªtrofe tejido c¨¢lculo se produce una presi¨®n elevada por la reflexi¨®n parcial de la onda de choque. Esta presi¨®n elevada destruye una primera zona del c¨¢lculo, la pared anterior. La onda continua se refleja entonces en la pared posterior, invirti¨¦ndose la fase. De este modo, al sobrepasarse el esfuerzo de tracci¨®n tolerable, se produce la destrucci¨®n en la pared posterior. El ¨¢rea no influenciada, la central, debe someterse a una nueva exposici¨®n.
Investigadores de la firma Dornier-System, de Friedrichhafen (RFA), fueron los que sugirieron aplicar las ondas de choque -utilizadas anteriormente sobre todo en la industria aeron¨¢utica- para la destrucci¨®n de c¨¢lculos renales.
C¨®mo funciona el aparato
Tras una larga serie de experimentos con animales, y despu¨¦s de obviar las m¨²ltiples dificultades surgidas en la pr¨¢ctica, se ha construido un aparato que funciona como sigue:
Las ondas de choque se producen al saltar la chispa de un electrodo sumergido en agua localizado en el primer foco de un semielipsoide. Dada la disposici¨®n geom¨¦trica del elipsoide, todas las ondas que parten de este punto convergen en el segundo foco, que constituye de este modo el ¨¢rea de m¨¢xima intensidad energ¨¦tica. Para poder destruirlo, el c¨¢lculo debe localizarse en este ¨¢rea. Para lograr esta localizaci¨®n, el elipsoide lleva acoplados dos sistemas independientes de radioscopia cuyos ejes se cruzan en el segundo foco del elipsoide. Cuando el c¨¢lculo se encuentra en el rayo axial de estos sistemas radiol¨®gicos puede comenzar la aplicaci¨®n de ondas de choque. La localizaci¨®n del c¨¢lculo se lleva a cabo moviendo al paciente sobre el elipsoide bajo control radiosc¨®pico.
Historia del sistema
En 1976, con ocasi¨®n del Congreso de Urolog¨ªa Experimental de Warzburgo (RFA), se inform¨® por vez primera acerca de la posibilidad de fragmentar c¨¢lculos renales in vitro mediante ondas de choque.
Siguieron una serie de estudios sobre la inocuidad de la aplicaci¨®n de ondas de choque para los tejidos biol¨®gicos. El equipo del doctor Schmiedt, del hospital Cl¨ªnico de la Universidad de Munich, investig¨® primero en eritrocitos, observando un aumento lineal de la concentraci¨®n de hemoglobina paralelo al n¨²mero de exposiciones. No obstante, esta concentraci¨®n de hemoglobina result¨® despreciable si se tiene en cuenta el volumen de sangre total.
Un m¨¦todo alem¨¢n, mediante ondas de choque, revoluciona el tratamiento de c¨¢lculos renales
A continuaci¨®n, en un cultivo mixto de linfocitos, se estudi¨® si se produc¨ªan lesiones celulares y hasta qu¨¦ punto ten¨ªa lugar una modificaci¨®n de la actividad proliferativa de las c¨¦lulas. El resultado de esta investigaci¨®n fue que la exposici¨®n a las ondas de choque no modifica la capacidad de estimulaci¨®n de los linfocitos humanos.Los primeros experimentos in vivo se efectuaron en ratas en el a?o 1975. En estos experimentos pudo comprobarse que mientras que las ondas de choque resultaban mortales en la regi¨®n tor¨¢cica, en la regi¨®n abdominal pod¨ªan aplicarse sin ning¨²n problema.
Los experimentos siguientes se llevaron a cabo en perros. Su objetivo era comprobar si no se produc¨ªan lesiones patol¨®gicas en el ri?¨®n ni en el tejido circundante ni siquiera despu¨¦s de diez aplicaciones de ondas de choque en la regi¨®n renal.
Partiendo del resultado favorable de estos experimentos, se implantaron c¨¢lculos renales humanos procedentes de operados en la pelvis renal de perros. Tras modificar el aparato original -que en lugar de aparatos radiol¨®gicos para la localizaci¨®n del c¨¢lculo llevaba un aparato de ultrasonido-, y despu¨¦s de reducir la energ¨ªa de las ondas de choque -demasiado elevada en los primeros experimentos-, se logr¨® destruir los c¨¢lculos de trece perros de un total de quince. Las ondas de choque desintegraron hasta tal punto los c¨¢lculos que ¨¦stos se eliminaron espont¨¢neamente. No se produjeron lesiones renales, ni de la mucosa, ni del tejido circundante.
La construcci¨®n del primer modelo apropiado para el tratamiento humano comenz¨® en agosto de 1979 en el Instituto de Investigaci¨®n Quir¨²rgica del hospital Cl¨ªnico de Munich, bajo el patrocinio de la firma Dornier-System. Las primeras experiencias cl¨ªnicas, es decir, en el hombre, se llevaron a cabo en febrero de 1980.
El doctor Schmiedt y su equipo refieren en un informe del 7 de mayo de 1982 haber tratado un total de 206 pacientes con c¨¢lculos renales, de los cuales el 36% hab¨ªa sido operado anteriormente una o varias veces. Los primeros casos se trataron bajo anestesia total, pero posteriormente se comprob¨® que era suficiente la anestesia peridural, es decir, de medio cuerpo para abajo.
Falta experiencia cl¨ªnica
Dos de los 206 pacientes, el 0,98%, hubieron de ser intervenidos quir¨²rgicamente debido a una obstrucci¨®n prolongada a causa de la destrucci¨®n insuficiente de los c¨¢lculos. Tres meses despu¨¦s del tratamiento, en el 10,5% de los pacientes se hallaron peque?os fragmentos del c¨¢lculo retenidos generalmente en un c¨¢liz inferior dilatado.
Ello no oblig¨® a la cirug¨ªa en ning¨²n caso. En resumen, el 99% de los pacientes dejaron de presentar molestias y s¨ªntomas con este tratamiento, y en el 88,5% de los casos pudo comprobarse radiol¨®gicamente la desaparici¨®n de los c¨¢lculos.
El doctor Chaussy, tambi¨¦n de la Cl¨ªnica Urol¨®gica del hospital Cl¨ªnico de la Universidad de Munich, refiere haber tratado a 68 pacientes con resultados similares.
Sin embargo, en aras de la objetividad y para no dar lugar a sensacionalismos y excesivas ilusiones por parte de los pacientes afectados, diremos que los propios investigadores han reconocido que la t¨¦cnica necesita perfeccionarse antes de constituirse en un procedimiento urol¨®gico rutinario.
Por otra parte, no todos los tipos de c¨¢lculos renales son apropiados para la aplicaci¨®n de este tratamiento.
As¨ª, se han planteado unos criterios de exclusi¨®n provisionales, que, aunque no se descarta que carezcan de importancia en un futuro, s¨ª existen por el momento. Estos criterios de exclusi¨®n son los siguientes:
- Toda obstrucci¨®n relativa o estrechamiento pueden impedir la eliminaci¨®n de los fragmentos del c¨¢lculo, incluso si la fragmentaci¨®n es suficiente.
- Dado que es posible una retenci¨®n transitoria de orina mientras se elimina el c¨¢lculo, en caso de existir una infecci¨®n puede producirse una lesi¨®n considerable del par¨¦nquima debido a una pielonefritis fulminante, con urosepsis consecutiva.
- Dado que la eliminaci¨®n, incluso de los fragmentos m¨¢s peque?os, constituye un problema cuantitativo, los primeros tratamientos se han realizado solamente en c¨¢lculos peque?os.
- La localizaci¨®n segura del c¨¢lculo constituye una condici¨®n previa b¨¢sica para poder destruirlo. Ello requiere que el c¨¢lculo tenga una densidad de contraste suficiente con respecto al campo circundante.
- Por el momento, el tratamiento mediante: ondas de choque no se ha aplicado en pacientes con riesgos debidos a otras enfermedades.
En resumen, puede decirse que mediante la aplicaci¨®n de ondas de choque es posible tratar determinadas formas de c¨¢lculos renales. No obstante, este procedimiento no puede considerarse todav¨ªa como m¨¦todo rutinario.
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