Chadli Benyedid intenta asentar en su pa¨ªs un nacionalismo ¨¢rabe de matiz socialista
Argelia conmemora el 5 de julio, el vig¨¦simo aniversario de su independencia, en medio de la creciente divisi¨®n del mundo ¨¢rabe. En pleno despegue econ¨®mico, gracias al potencial financiero que le garantizan sus riquezas energ¨¦ticas, la Argelia de Chadli Benjedid, con un sistema de partido ¨²nico y un Ej¨¦rcito omnipresente en su vida pol¨ªtica, trata de conciliar el pragmatismo de su gesti¨®n econ¨®mica con la emergencia de un nacionalismo que rechaza las f¨®rmulas de socialismo importado para concentrarse en el cumplimiento de las necesidades de una poblaci¨®n que, en el horizonte 2000, debe rebasar el umbral de los treinta millones de personas.
La voluntad de vivir mejor de los argelinos ilustra el fondo pol¨ªtico de la Argelia de Chadli Benjedid, en contraste con una ¨¦poca dominada por la personalidad aplastante y mesi¨¢nica de Huari Bumedian, en que los sacrificios eran moneda corriente.Para los argelinos, lo que es evidente a todas luces es la imposibilidad de comparar la llamada legitimidad revolucionaria, conseguida el 19 de junio de 1965, cuando fue derrocado Ahmed Ben Bella, con la legitimidad constitucional de 1982.
La decantaci¨®n del r¨¦gimen no ha sido f¨¢cil. De hombre de transici¨®n entre dos tendencias enemigas, la prooccidental, encarnada por el ex ministro Abdelaziz Buteflika, partidario del liberalismo econ¨®mico, y la defensora de la vieja guardia bumedianista, representada por el coronel Salah. Yahiaui, Chadli ha pasado a ser en menos de tres a?os de poder un presidente capaz de imponer sus criterios, que ha sabido neutralizar a quienes deseaban implantar un r¨¦gimen de direcci¨®n colegiada.
Para ello, el actual jefe del Estado argelino no ha vacilado en recurrir a los postulados de las dos tendencias que consideraba ¨²tiles para la continuidad de una opci¨®n pol¨ªtica dominada por el pragmatismo. Los grandes monstruos de la industria se han visto conminados a la descentralizaci¨®n en aras de una rentabilidad que recuerda las ambiciones de la empresa privada. Esta ¨²ltima ha sido codificada para auxiliar a la gran empresa, y si el socialismo a la sovi¨¦tica no tiene curso legal aqu¨ª, la gesti¨®n socialista-¨¢rabe, como medio de clarificar los conceptos de justicia social, sigue siendo uno de los motivos centrales de la revoluci¨®n, al lado, por cierto, de los principios contenidos en el Cor¨¢n o la Sunnah del profeta.
Chadli ha optado por una mutaci¨®n pol¨ªtica sin convulsiones. Para modelar su imagen emplea las prerrogativas que le ofrece su doble condici¨®n de presidente de la Rep¨²blica y secretario general del Frente de Liberaci¨®n Nacional (FLN).
La v¨ªa seguida por Chadli no est¨¢ exenta de obst¨¢culos. La liberaci¨®n de Ben Bella, impuesta contra el criterio de otros dirigentes y un sector del Ej¨¦rcito, no ha dado los frutos esperados.
Los comunistas argelinos han roto tambi¨¦n con Chadli, al que acusan de haber purgado de sus partidarios las organizaciones de masa. La Uni¨®n Sovi¨¦tica, con s¨®lidas relaciones entre una parte de la joven oficialidad argelina, formada en Leningrado, no oculta tampoco las cr¨ªticas de desviacionismo de Argelia, a la que acusa de no comprenderla esencia del no alineamiento.
Si es aventurado afirmar, como aseguran los izquierdistas, tomando sus deseos como moneda corriente, que Chadli ha dejado de ser el hombre del Ej¨¦rcito, s¨ª parece plausible considerar la aparici¨®n de tensiones sociales.
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