El jurado y el loco
Me refiero a su editorial del 26 de junio ¨²ltimo, intitulado El loco y el jurado, comentando el veredicto recientemente pronunciado en Washington contra John Hinckley por intento de asesinato del presidente Reagan.Luego de manifestar mi absoluta coincidencia con su criterio sobre el mayor contenido de conciencia social que entra?a el juicio por jurado, por cuanto es reflejo de una representaci¨®n m¨¢s amplia y directa de la sociedad, deseo a?adir un aspecto sobre este espec¨ªfico caso que no ha sido suficientemente subrayado y que viene a deshacer rotundamente uno de los principales argumentos -de naturaleza clasista- esgrimido por muchos de los detractores del jurado.
En el proceso contra Hinckley, el jurado estuvo compuesto por once ciudadanos negros de condici¨®n modesta y una se?ora blanca. (Aclaramos que el 80% de los residentes en Washington DC son negros, de ah¨ª la apabullante proporci¨®n de ¨¦stos en el jurado.) Todos ellos conoc¨ªan perfectamente que el joven inculpado era hijo de una familia millonaria que hab¨ªa gastado enormes sumas de dinero en contratar el mejor defensor y disponer de los mejores psiquiatras y medios de exculpaci¨®n. Pues bien, por una parte, Hinckley no renunci¨® al juicio por jurado, lo que pod¨ªa haber hecho, puesto que ten¨ªa el derecho a elegir entre ser juzgado por jueces profesionales o por el jurado, y, por otra parte el jurado, compuesto en este caso muy mayoritariamente por negros, no se veng¨® del ni?o rico y blanco, sino que, muy al contrario, obrando rectamente y apreciando con completa libertad de conciencia las
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