El Ej¨¦rcito liban¨¦s, desmoralizado por su inacci¨®n
ENVIADO ESPECIALLos 21.600 hombres que integran el Ej¨¦rcito liban¨¦s no han disparado ni un solo cartucho contra el ocupante israel¨ª desde que, hace un mes, empez¨® la invasi¨®n de L¨ªbano, a pesar de que el general V¨ªctor Khoury, presidente del Consejo Militar, m¨¢ximo organismo castrense, haya lanzado el 6 de junio un llamamiento a la resistencia.
El Ej¨¦rcito de L¨ªbano es el fiel reflejo de la sociedad libanesa, paralizada por sus divisiones y luchas intestinas, aunque su cohesi¨®n tiende a reforzarse desde que el pa¨ªs empez¨® a ser reconstituido, hace cinco a?os.El Consejo Militar, la m¨¢xima autoridad castrense, est¨¢ presidido por el general V¨ªctor Khoury, de confesi¨®n maronita, y los cinco miembros restantes representan a las otras cinco religiones practicadas en L¨ªbano: musulmana-sunita, musulmana-chiita, drusa, grecocat¨®lica y greco-ortodoxa.
Sus decisiones tienen que ser tomadas por unanimidad para que el ministro de Defensa las apruebe r¨¢pidamente, y cuando se trata de cuestiones de fondo es muy dif¨ªcil que haya consenso entre sus seis integrantes.
M¨¢s musulmanes
Este escrupuloso reparto confesional de los cargos se repite, a nivel subalterno, entre los jefes y subjefes de Estado Mayor y los comandantes de regiones militares -aunque los greco-ortodoxos est¨¢n subrepresentados-, pero no entre los oficiales y suboficiales, donde predominan los fieles de las tres religiones cristianas, 3.780 contra 2.880 musulmanes.
Los soldados de confesi¨®n musulmana son, en cambio, m¨¢s numerosos que los cristianos (8.690 contra 6.260).
El deseo de preservar la unidad de este Ej¨¦rcito ha impedido encomendarle tareas de mantenimiento del orden, en las que hubiese debido enfrentarse con milicias libanesas musulmanas de izquierdas o cristianas de derechas, lo que, inevitablemente, hubiese disgustado a los militares adeptos a la religi¨®n atacada.
Lo mismo hubiese ocurrido, probablemente, si se le hubiese ordenado hacer frente a la invasi¨®n del Ej¨¦rcito israel¨ª, cinco veces superior en efectivos al liban¨¦s, que ha sido mayoritariamente acogido con alivio por los cristianos, mientras los musulmanes lo consideran como una fuerza de ocupaci¨®n.
Los ¨²nicos enemigos contra los que exist¨ªa un relativo consenso entre los responsables militares libaneses eran los palestinos, con los que, a partir de 1967 y hasta la firma de los acuerdos de El Cairo, en 1969, se multiplicaron los choques armados.
Aun estos ¨²ltimos a?os segu¨ªan produci¨¦ndose incidentes entre el Ej¨¦rcito y los fedayin, que obstaculizaban sus desplazamientos al sur de Beirut y hasta imped¨ªan a los militares libaneses instalarse m¨¢s all¨¢ de Sid¨®n.
Por este motivo, la probable aceptaci¨®n por la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) de que sean las fuerzas armadas regulares libanesas las encargadas de recoger las armas pesadas de sus combatientes evacuados de L¨ªbano supone, si se confirma, una gran concesi¨®n.
De haber dispuesto de medios suficientes, probablemente tambi¨¦n hubiese existido un consenso en el seno del Ej¨¦rcito liban¨¦s, opinan los expertos militares, para enfrentarse con la fuerza ¨¢rabe de disuasi¨®n, enviada a L¨ªbano en 1977 y compuesta por 26.000 soldados sirios.
Pero las tres brigadas cristianas, las tres musulmanas y la brigada mixta del Ej¨¦rcito de Tierra de L¨ªbano est¨¢n muy mal equipadas, con menos de cien carros de combate y unos cincuenta veh¨ªculos de transporte blindados.
Los diez cazabombarderos Mirage de la fuerza a¨¦rea no han vuelto a volar desde 1975, y los aviones de entrenamiento o de reconocimiento Fuga Magister, Hunter o Bulldog necesitan un permiso de las autoridades sirias para despegar, como tambi¨¦n debe solicitarlo el Ej¨¦rcito de Tierra antes de iniciar maniobras en la llanura de Bekaa.
En cuanto a la Marina, sus tres guardacostas permanecen anclados desde hace a?os en el puerto cristiano de Junieh, de donde no se atreven a zarpar por miedo a ser apresados por las lanchas de la milicia falangista. Espa?a y Francia han intentado en vano vender algunas patrulleras a la marina libanesa.
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