Fil¨®sofos y te¨®logos discuten en Santander los desaf¨ªos que les plantea la Ciencia
Filosof¨ªa y teolog¨ªa son dos actividades que nacieron casi al mismo tiempo en Grecia, siete siglos antes del nacimiento de Cristo. Poco despu¨¦s ya se suscit¨® el debate de una concepci¨®n religiosa del mundo enfrentada a otra, filos¨®fica y laica. Ignacio Sotelo recordaba estos antecedentes en el seminario sobre Teolog¨ªa y Filosofia en el momento actual, organizado por la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, aunque llamaba la atenci¨®n sobre una diferencia. Hace veintis¨¦is siglos el conflicto entre teolog¨ªa y filosof¨ªa era un enfrentamiento entre la ciencia y filosof¨ªa, por un lado, y la teolog¨ªa , por otro. Hoy, sin embargo, la ciencia cuestiona tanto a la teolog¨ªa como a la filosof¨ªa.
Pose¨ªdo del rigor cient¨ªfico, Alfredo Fierro afirmaba que la teolog¨ªa ni es ciencia ni genera conocimiento. Desde un punto de vista cient¨ªfico, la religi¨®n -algunos contenidos religiosos pueden ser objeto de la ciencia, entendida ¨¦sta como un an¨¢lisis racional del lenguaje religioso que, aplicado al cristianismo, habla de unas personas que hicieron y dijeron cosas, cuyo significado puede ser explicitado. Pero respecto a los contenidos propiamente teol¨®gicos (que Dios existe o que Dios cre¨® el mundo, etc.) lo ¨²nico que se puede decir es que son pura ideolog¨ªa. ?Habr¨¢, pues, que dar el tiro de gracia a la religi¨®n? A ¨¦sta pregunta de Javier S¨¢daba respond¨ªa Fierro con una prudente respuesta, inspirada en el pari (apuesta) de Pascal, que adem¨¢s de creyente era un empedernido matem¨¢tico. La apuesta pascaliana contiene un razonamiento probabil¨ªstico que no deja insensible a la ciencia calculadora: all¨ª donde est¨¢ en juego una ganancia infinita vale la pena apostar por un evento cuya probabilidad s¨®lo sea infitesimal.Javier S¨¢daba respond¨ªa a su propia pregunta asumiendo lo que ¨¦l llamaba "forma tenue del romanticismo" donde la religi¨®n cumple la funci¨®n de desvelar al hombre en toda su fragilidad real y tambi¨¦n con todas sus posibilidades. Para Manuel Fraijo, te¨®logo, la teolog¨ªa tendr¨ªa sentido, aunque no fuera cient¨ªfica "como una instancia cr¨ªtica frente a la unidimensionalidad de la ciencia".
Filosof¨ªa de la religi¨®n
Jos¨¦ G¨®mez Caffarena, armado de su bien probado talante dialogante reivindicaba un lugar en la filosof¨ªa para la filosof¨ªa de la religi¨®n. Esta ¨²ltima no pretende situarse en el campo de la explicaci¨®n, reservado a la ciencia, sino en el de la comprensi¨®n, donde se interpreta el hecho religiosa desde dentro, desde las vivencias de la subjetividad. El objetivo de una filosof¨ªa de la religi¨®n ser¨ªa "destacar la especificidad del hecho cristiano en el marco del hecho religioso" y servir su contenido a la consideraci¨®n de la filosof¨ªa en general. Caffarena desarrolla este objetivo mediante un largo periplo en el que trata de fijar, en primer lugar, el contenido m¨ªnimo de lo religioso (que resume en los conceptos de adoraci¨®n y salvaci¨®n); luego quiere determinar los rasgos principales de las grandes religiones mundiales, para terminar se?alando lo espec¨ªfico del cristianismo (universalimso y la figura de Jes¨²s, donde se funde la corriente m¨ªstica con la prof¨¦tica). Caffarena se pregunta si este esfuerzo reflexivo sobre el hecho cristiano, visto desde dentro, y que ¨¦l llama filosof¨ªa de la religi¨®n, es algo distinto de lo que cl¨¢sicamente ha sido la teolog¨ªa fundamental, teolog¨ªa al fin y al cabo, con lo que su proyecto diricilmente conseguir¨ªa pasar la rev¨¢lida de la raz¨®n cr¨ªtica, que tanto le importa.El fil¨®sofo marxista Manuel Ballestero daba por buena la confesi¨®n de Marx, "la cr¨ªtica de la religi¨®n es el principio de toda cr¨ªtica", pero entendi¨¦ndola como una actividad constante que nunca puede ser concluida. A lo largo de un magistral discurso filos¨®fico, el profesor emigrante en Paris trat¨® de mo ¨¢trar que el antihumanismo de un Althuser o el mismo estalinismo tienen su raiz en una concepci¨®n positivista de Marx que aparece all¨ª donde Marx afirma que el nudo gordiano de la marcha de la historia reside en la producci¨®n material. Marx dec¨ªa que no hab¨ªa que quitar s¨®lo las flores de las cadenas (la religi¨®n), cuanto realizar el sentido de las flores so?adas. Pero el marxismo se ha empe?ado en quitar las flores y romper las cadenas, olvidando la utop¨ªa de las flores so?adas. Tanto Ballestero como Jos¨¦ Antonio Gimbernat, director del seminario, recurrieron a Ernst Bloch, "el detective rojo de la Biblia", para quien el misterio del Dios escondido es la clave del misterio del hombre.
Para este cronista, que terci¨® con Ignacio Sotelo en el intento de una fundamentaci¨®n de la ¨¦tica, la cruz de la religi¨®n en el presente es el desaf¨ªo de la raz¨®n cient¨ªfica, que como el villano de la obra "desprecia cuanto ignora". Hay demasidas evidencias, ¨¦ticas y pol¨ªticas, como para no cuestionar el concepto moderno de ciencia y de raz¨®n que s¨®lo toma en consideraci¨®n lo dado. Lo que no est¨¢ ah¨ª delante, sea porque se ha malogrado o todav¨ªa no ha llegado, no existe para la raz¨®n darwinista. Se impone un nuevo concepto de realidad y de raz¨®n, una nueva ontolog¨ªa, que siente a su mesa a lo logrado y malogrado, a vencedores y vencidos, a lo conocido y a lo so?ado. En esa tarea tiene su sitio una filosof¨ªa de la religi¨®n, y no s¨®lo para creyentes, ya que la religi¨®n es hasta ahora el lenguaje de los silencios.
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