Daniel Ortega: "Nos est¨¢n obligando a apoyar a la guerrilla hondure?a
Pregunta. ?Existe un riesgo real de generalizaci¨®n de la guerra en Am¨¦rica Central?Respuesta. Estamos a las puertas de una guerra de este tipo en Centroam¨¦rica. Ya la hemos empezado a vivir. Honduras est¨¢ apoyando a los que desde su territorio quieren invadir Nicaragua...
P. Detr¨¢s del somocismo, seg¨²n aseguran todos los observadores, no existe ninguna alternativa pol¨ªtica. Somoza fue derrocado por una insurrecci¨®n popular. ?No cree que ustedes, sin fundamento, est¨¢n convirtiendo al somocismo en un verdadero fantasma?
R. En estos momentos hay unos 5.000 guardias somocistas en Honduras. Sabemos que no pueden darle la vuelta a la historia, porque Nicaragua los expuls¨® con su revoluci¨®n. Sin embargo, pueden hacer todav¨ªa mucho da?o a nuestro pueblo, porque detr¨¢s de su actividad lo que se oculta es el deseo del comprometer al Ej¨¦rcito de Honduras en una guerra contra Nicaragua.
P. ?Podr¨ªa precisar m¨¢s?
R. Desde Honduras se han lanzado ataques contra Nicaragua en ocho puntos de nuestro territorio. En Puerto Cabezas causaron recientemente 51 muertos y m¨¢s de veinte heridos. El jefe del Ej¨¦rcito hondure?o, Gustavo Alvarez, se ha caracterizado casi siempre por pedir la guerra contra Nicaragua. Nos est¨¢n obligando a apoyar a la guerrilla hondure?a. Con El Salvador ocurre otro tanto, al mover Honduras sus fuerzas regulares en actitud hostil por la frontera. Todas estas operaciones cuentan con el respaldo de la Administraci¨®n de Ronald Reagan.
P. ?No exagera el Gobierno nicarag¨¹ense el papel norteamerica no en la regi¨®n?
R. Mire: en Honduras hay m¨¢s de una compa?¨ªa del Ej¨¦rcito norteamericano comprometida en labores de apoyo a las agresiones contra Nicaragua y de desestabilizaci¨®n. En la pen¨ªnsula norteamericana de Florida siguen existiendo campos de entrenamiento de guardias somocistas, cuya existencia la Administraci¨®n Reagan justifica como garant¨ªa de libertad, que, por cierto, no se aplica hacia la guerrilla guatemalteca o salvadore?a. En Nicaragua no exageramos nada sobre este asunto.
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque tenemos todo el derecho a pensar que pueda darse una intervenci¨®n de Estados Unidos en Nicaragua. La historia de las intervenciones norteamericanas contra nuestro pueblo est¨¢n ah¨ª. La Administraci¨®n Reagan est¨¢ dispuesta a liquidar la revoluci¨®n nicarag¨¹ense, cort¨® la ayuda econ¨®mica, sembr¨® la confusi¨®n presionando contra nosotros entre pa¨ªses europeos amigos y organizaciones internacionales y da?¨® nuestra imagen ante la banca internacional.
P. ?Qu¨¦ efectos han causado estas presiones sobre los Gobiernos europeos?
R. Las consecuencias han sido parciales.
"Reagan, responsable"
P. ?Ha habido alg¨²n cambio de actitud hacia la revoluci¨®n nicarag¨¹ense por parte de la Internacional Socialista?
R. La Administraci¨®n norteamericana quiso golpear por todas partes y confundi¨® a un sector de la IS. Sin embargo, confiamos en que se imponga la sensatez.
P. En los problemas que afronta su pa¨ªs, ustedes culpan al Gobierno de Estados Unidos de la mayor parte de sus males. ?Qu¨¦ cuota atribuyen ustedes a sus propios errores?
R. La cuota de responsabilidad sobre nuestros problemas pertenece en un ciento por ciento a la actual actitud norteamericana. Al triunfar nuestra revoluci¨®n, pese al efecto que caus¨® en los sectores m¨¢s conservadores de Estados Unidos, el Gobierno de Jimmy Carter adopt¨® una actitud realista y pragm¨¢tica hacia nosotros. Se observaban los derechos humanos. Se abrieron entonces conversaciones, me entrevist¨¦ con Carter y cre¨ª que se inauguraba entonces una nueva era que Nicaragua desea.
P. ?Qu¨¦ impidi¨® este proceso?
R. El triunfo de Reagan ha sido determinante para limitar las posibilidades de negociaci¨®n y para incrementar los riesgos de desestabilizaci¨®n en toda la zona. Sin embargo, Nicaragua desea sentarse alrededor de una misma mesa con el Gobierno norteamericano, pero Washington plantea condiciones previas inadmisibles. Para alcanzar nuestro prop¨®sito, proponemos, con un pa¨ªs mediador (M¨¦xico, Venezuela, Francia o Espa?a) por testigo, repasar y arreglar todos los contenciosos y adquirir una situaci¨®n normal en nuestras relaciones. Hasta ahora no hemos tenido ¨¦xito.
P. ?Qu¨¦ opina usted sobre la defecci¨®n de Ed¨¦n Pastora y del sector tercerista?
R. No ha habido defecci¨®n del sector tercerista. Cuando el Frente Sandinista pas¨® por su escisi¨®n, en agosto- septiembre de 1977, Tirado L¨®pez, Humberto Ortega y yo llamamos a Ed¨¦n Pastora, que se hab¨ªa apartado. El verdadero problema sobre Ed¨¦n Pastora es que cuando una revoluci¨®n quiere ser aut¨¦ntica produce enormes presiones, ante las cuales no todos los hombres tienen resistencia para enfrentarse.
P. En un caso normal esto puede arg¨¹irse. Pero el caso de Ed¨¦n Pastora, veinte a?os luchando en la guerrilla, no parece que pueda aplicarse...
R. A decir verdad, Ed¨¦n luch¨®, tuvo sus m¨¦ritos, esto hay que reconocerlo y yo no lo dudo, pero su lucha pas¨® por per¨ªodos en los cuales se dedic¨® a su vida privada. Su capacidad combativa y el valor que ¨¦l demostr¨® no otorgan autom¨¢ticamente capacidad para enfrentarse a los problemas complicados de una revoluci¨®n como la nuestra. Esta complejidad debilita la fortaleza revolucionaria que ¨¦l mostr¨® hasta entonces. El nos acusa de provocar innecesariamente a Estados Unidos, que no sabemos tratar con Washington. Nuestra idea es que, si deseamos defender nuestra revoluci¨®n, tendremos que enfrentarnos con Estados Unidos. Yo s¨¦ que Pastora no va a actuar como los guardias somocistas, pero quiero recordar a Ed¨¦n que, al igual que no hay dos revoluciones, sino una, no existen dos contrarrevoluciones, sino una sola, y que quien se pone enfrente de la revoluci¨®n pasa m¨¢s tarde o m¨¢s temprano a la ¨²nica contrarrevoluci¨®n.
P. Ed¨¦n Pastora habla de corrupci¨®n gubernamental en Managua. ?Qu¨¦ opina usted?
R. Estas acusaciones son las, m¨¢s f¨¢ciles de propalar, pero las m¨¢s dif¨ªciles de probar. El sabe que est¨¢ mintiendo. Todo ser humano que alcanza una situaci¨®n de poder puede caer en corruptelas, pero en Nicaragua mantenemos una vigilancia permanente para evitar estas cosas. En cuanto a lo que ha dicho de que utilizamos veh¨ªculos como el Mercedes Beriz, yo no veo delito en usar autos buenos, como este modelo, que ya estaban all¨ª en Nicaragua.
"Tenemos derecho a defender nuestra revoluci¨®n"
P. Estados Unidos achaca a Nicaragua haber emprendido una carrera armamentista desproporcionada y peligrosa. ?Qu¨¦ opina usted, de este tema?
R. Todo esto obedece al deseo de presentarnos como un pa¨ªs superarmado cuyo Gobierno no cuenta con el apoyo del pueblo. A estas alturas, Nicaragua no tiene fuerza a¨¦rea. Han dicho que tenemos Mig y no s¨¦ que m¨¢s. Nosotros tenemos medios t¨¦cnicos muy modestos. Lo que s¨ª tenemos es la confianza y capacidad combativa de nuestro pueblo, as¨ª como la posibilidad de ponerlo en armas si fuera necesario. Nicaragua se reserva el derecho soberano a armarse y defender su revoluci¨®n.
P. Se asegura que Nicaragua se ha alineado con el mundo socialista. ?Cu¨¢les son las relaciones entre su pa¨ªs y el Este?
R. Si estuvi¨¦ramos tan alineados con el Este como dicen, no andar¨ªamos tan preocupados en desarrollar nuestras relaciones con Espa?a, Francia, M¨¦xico o Venezuela, por poner algunos ejemplos. Para favorecer nuestra pol¨ªtica de no alineamiento estamos obligados a buscar apoyos econ¨®micos, militares y pol¨ªticos de signo pluralista. Hemos planteado repetidamente nuestro deseo de mantener buenas relaciones con EE UU. La URSS ha observado hacia Nicaragua una actitud muy respetuosa, no ha condicionado su ayuda y respeta nuestra posici¨®n. Nuestras relaciones con la URSS, as¨ª como con Espa?a, M¨¦xico, Venezuela y Francia, son ejemplares.
P. Conseguir relaciones ejemplares entre Nicaragua y Estados Unidos, ?implicar¨ªa relaciones no ejemplares con la URSS?
R. No podemos aceptar condiciones en este sentido. En el momento en que aparecen condicionamientos, no es posible seguir una pol¨ªtica cabal de no alineamiento.
M¨¢s informaci¨®n en la p¨¢gina 15
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Visitas oficiales
- FSLN
- Daniel Ortega
- Declaraciones prensa
- Eden Pastora
- Contra nicarag¨¹ense
- Nicaragua
- Contactos oficiales
- Revoluci¨®n Sandinista
- Honduras
- Centroam¨¦rica
- Incidentes
- Acci¨®n militar
- Estados Unidos
- Revoluciones
- Guerrillas
- Partidos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica exterior
- Conflictos pol¨ªticos
- Historia contempor¨¢nea
- Latinoam¨¦rica
- Guerra
- Gobierno
- Sucesos
- Gente