?Qu¨¦ hiciste en la guerra, Fraga?
A m¨ª me parece que Fraga siempre ha habido, como Franco. Franco / Fraga no son sino cristalizaciones peri¨®dicas de un estilo de se?or nacional, de una manera de ser espa?ol, ¨¦quite o no, que siempre vuelve cuando ¨¦l decide que hace falta.Mirando por el calendario de cocina, se dir¨ªa que Fraga, cuando la guerra, era como mucho un joven virgen m¨¢s conturbado por salvar su virginidad que por salvar su vida.
Pero el estilo preelectoral que le est¨¢ echando a su mayor¨ªa natural de lata es puramente guerracivilista, en cambio, como si hablase un hombre de la vieja guardia izquierda / derecha. Un slogan que Fraga repite mucho ¨²ltimamente, en conversaciones, art¨ªculos, discursos, conferencias y panfletos, tras su recia endecha a la familia y el orden, es que si no viene esa Espa?a, la suya, vendr¨¢ la Espa?a "que valora m¨¢s un republicano que una iglesia en llamas". Uno es que le oye y se queda tieso. ?C¨®mo es posible, en 1982, estar haciendo precampa?a democr¨¢tica a base de republicanos anticlericalotes e iglesias llameantes? El otro d¨ªa hemos denunciado aqu¨ª lo de las bases americanas. Los yanquis siguen movi¨¦ndose dentro de la empalizada at¨®mica de sus bases en Espa?a, cuando faltan muchos meses para que el Parlamento debata y ratifique la continuaci¨®n y vigencia de dichas bases. Pero de eso (y ah¨ª s¨ª que veo yo peligro, fuego, incendio, llama, cosa) Fraga no dice nada nunca. Su mayor y mejor argumento, contra Felipe Gonz¨¢lez, es sacar una capilla ardiendo y un republicano que se pasea por delante leyendo Ahora tan ricamente.
Pero todos sabemos que el republicanismo moderado y reformista de Aza?a no quemaba iglesias. Era una cosa burguesa, liberal, laica y librepensadora, m¨¢s bien lentorra y nada violenta.
Claro que a lo mejor Fraga tiene raz¨®n y estamos otra vez en pleno guerracivilismo, s¨®lo que por otras v¨ªas, y esta vez, en lugar de iglesias, se quemar¨¢n las computadoras que den ganador al socialismo. Como Fraga no para y echa m¨¢ximas hasta cuando est¨¢ en el agua, como el otro d¨ªa en la costa catalana, yo creo que se est¨¢ inflacionando y, agotados sus argumentos pol¨ªticos, econ¨®micos, ideol¨®gicos, que no sabe c¨®mo distanciar de la moderad¨ªsima moderaci¨®n centrista, ha decidido, como el poeta Francis Ponge, no dar una idea, sino una cosa, una imagen, y conmover al personal mediante la bonita vi?eta de la capilla ardiendo y el republicano liberalote y paseante, que es un juego a pilas que Fraga lleva incorporado a todas partes, como otra temporada llev¨® un almohad¨®n.
Este cartel¨®n de ciego, esta aleluya carpetana y oretana del santo ardiendo y el republicano riendo, es una cosa que va mucho con el folklore legendario, itinerante y atroz de la Galicia natal de Fraga. Pero en trance democr¨¢tico y a pocos a?os del 2000, es como si Schmidt les hablase a los alemanes del genocidio nazi, las duchas de gas y los cinco millones de jud¨ªos para favorecer por contraste su imagen democr¨¢tica, pac¨ªfica, incruenta.
No es correcto seguir haciendo guerracivilismo de cara a las terceras elecciones democr¨¢ticas espa?olas, y a esto s¨®lo le encuentro dos explicaciones: o el guerracivilismo sigue peligrosamente ardiente en Fraga o ¨¦ste inflaciona una hip¨®tesis de trabajo en la que no cree.
Ya vemos a Felipe, reci¨¦n salido presidente, peg¨¢ndole fuego a la Almudena con su chisquero Bic. G¨®mez Llorente, que es m¨¢s culto, se ha reservado la Capilla del Obispo para incendiarla con bengalas. Alfonso Guerra, pir¨®mano verbal, quiere levantar hoguera en Los Jer¨®nimos, para que se calienten las novias abandonadas. El pol¨ªtico, al contrario del poeta, cuando recurre a las im¨¢genes -y qu¨¦ im¨¢genes- es porque se le han acabado las ideas.
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