Es necesario el indulto
Hace no muchos meses en no s¨¦ qu¨¦ discurso pronunciado por el anterior jefe del Gobierno al Congreso de los Diputados, explicaba con detalles las mejoras que en breve iba a experimentar la realidad espa?ola. Aumentar¨ªa moderadamente el producto interior bruto. Ascender¨ªa la deuda p¨²blica. Se frenar¨ªa en lo posible el paro. Ascender¨ªan los ¨ªndices de productividad. Se incrementar¨ªa el turismo y, en consecuencia, la inyecci¨®n de divisas, y ?asombrense! en los pr¨®ximos doce meses aumentar¨ªa el n¨²mero de internos de las prisiones espa?olas en un tanto por ciento elevado.Redord¨¦ entonces la amarga reflexi¨®n que un parado me hizo unos d¨ªas antes. "A los desempleados nos pueden dedicar a construir c¨¢rceles", dec¨ªa, "y luego cuando las terminemos, antes de volver de nuevo al paro, nos pueden ir encerrando en ellas".
Lo cierto es que para algunos sectores de la sociedad espa?ola el que haya muchos presos es saludable, como es saludable que haya mucho ej¨¦rcito y haya muchos polic¨ªas. Y mucho mejor todav¨ªa les parecer¨ªa que cada uno de nosotros se convirtiera en el polic¨ªa de su vecino, cerrando de ese modo el c¨ªrculo del orden p¨²blico perfecto.
Creo tambi¨¦n que hay quien puede incluso pensar que no es del todo malo que de vez en. cuando los delicuentes encerrados eliminen a algunos de entre ellos porque total para lo qu¨¦ sirven... 'Hoy como ayer, la mayor parte de las c¨¢rceles espa?olas son lugares de encierro, por no decir de hacinamiento, inadecuados en los que no se reforma. Solamente se reprime. La instituci¨®n penitenciaria pierde con ello su raz¨®n de ser, pero, pese a ello, no desaparece. Es incre¨ªble la falta de imaginaci¨®n de esta generaci¨®n que, persuadida del estruendoso fracaso penitenciario, es incapaz por otra parte de descubrir otro tipo de controles sociales adecuados al delito y distintos de la privaci¨®n de libertad.
Deuda pendiente
La sociedad espa?ola tiene una deuda con los presos sociales o comunes. Ellos no han sido redimidos todav¨ªa del franquismo. Yo recibo muchas cartas de ellos. Cada uno tiene su nombre y apellidos, Cada uno su vocaci¨®n de libertad. Cada uno su tragedia personal. Son personas humanas no mejores ni peores que usted lector o que yo mismo.
Muchos fueron condenados de acuerdo con leyes penales que protegen m¨¢s la propiedad privada que la vida. Y hoy todav¨ªa no se ha procedido a una reforma en profundidad del C¨®digo Penal.
He o¨ªdo decir que los italianos, cuando sus c¨¢rceles rebosan, conceden un indulto generaL
Nuestra Constituci¨®n lo proh¨ªbe y desgraciadamente no se admiti¨® una enmienda constitucional presentada por m¨ª mismo que hubiera hecho posible un s¨®lo y ¨²nico indulto general para presos sociales antes de la entrada en vigor de la prohibici¨®n.
Pese a ello, todav¨ªa es posible una soluci¨®n. La situaci¨®n actual es insostenible. Que se tramiten todos los indultos particulares necesarios que pongan en libertad a quienes cometieron delitos menos graves, a quienes se hubieran visto favorecidos por la aplicaci¨®n retroactiva del actual proyecto del C¨®digo Penal, a quienes tienen cumplida una buena parte de su pena y a quienes garantizen con su conducta o por sus condiciones personales y familiares un comportamiento futuro alejado de las leyes penales.
Tambi¨¦n el indulto, en casos como estos, puede ser una medida de estricta justicia.
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