A la sombra de Lampedusa
LOS ESFUERZOS de UCD orientados a mejorar su imagen p¨²blica y a suscitar una impresi¨®n de dinamismo tropiezan, inevitablemente, con el limitado n¨²mero de elementos disponibles para innovar el aspecto del escaparate. Pese a la voluntad de cambio de sus dirigentes, el banquillo del centrismo apenas ofrece oportunidades para la sorpresa, de forma tal que casi todas las combinaciones imaginables, est¨¢n condenadas a parecerse entre s¨ª como gotas de agua. Landelino Lavilla, investido de poderes, excepcionales para dar una milagrosa salida de urgencia a la crisis end¨¦mica del partido del Gobierno, se ha visto forzado a recurrir, en su intento de renovar el secretariado de UCD, a personalidades muy familiares en el planetario centrista. Siete ex ministros, de los cuales tres formaban,parte hasta ayer del Gabinete, ocupan cargos de primera importancia en el organigrama de UCD, sin que la atribuci¨®n de camisetas ideol¨®gicas a los miembros del nuevo colectivo permita extraer conclusiones definitivas acerca de la orientaci¨®n futura del partido. No queda m¨¢s remedio, as¨ª pues, que echar mano de la rutinaria cita de Lampedusa y se?alar que todo ha cambiado en UCD para que todo contin¨²e igual.Los cuatro primeros puestos del ¨®rgano dirigente centrista est¨¢n en manos de hombres con claras connotaciones democristianas. Landelino Lavilla ha desigriado como adjuntos al presidente a Juan Antonio Ortega y a Marcelino Oreja -de quien no hay que olvidar que obtuvo autorizaci¨®n del ejecutivo centrista para formar coalici¨®n en el Pa¨ªs Vasco con Alianza Popular- y ha confirmado en sus funciones de secretario general a I?igo Cavero. La concentraci¨®n de personalidades democristianas en la c¨²pula del aparato centrista no ha impedido, sin embargo, que la fracci¨®n de Oscar Alzaga, tambi¨¦n situada en la tradici¨®n del confesionalismo laico, haya abierto tienda propia al marcharse de UCD y crear el Partido Dem¨®crata Popular.
La pol¨ªtica centrista resulta imposible de entender si s¨®lo se toman en cuenta las, ideolog¨ªas de las que suelen presumir buena parte de sus protagonistas. Tal vez alg¨²n enfoque hermen¨¦utico original pueda dar en su d¨ªa explicaciones v¨¢lidas. En estos momentos, las llamadas familias ideol¨®gicas de UCD tienen todas ellas una segunda residencia en el exterior del partido, sin que sea f¨¢cil adivinar ni las razones del divorcio entre esos hermanos separados ni los v¨ªnculos que unen entre s¨ª, dentro del partido del Gobierno, a democristianos, liberales, socialdem¨®cratas y azules. Sucede as¨ª que los liberales de Camu?as, los democristianos de Lavilla y los socialdem¨®cratas de Parc¨ªa D¨ªez tienen su r¨¦plica, a extramuros del centrismo oficial, en los liberales de Garrigues, los democristianos de Alzaga y los socialdem¨®cratas de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Y para que no se diga que la providencia pone fronteras al desconcierto, ahora resulta que algunos antiguos suaristas de UCD -capitaneados por Rafael Arias-Salgado- irrumpen en el secretariado del partido cuando Adolfo Su¨¢rez se dispone a tomar el portante para establecer su propia casa chica.
En cualquier caso, el an¨¢lisis de la composici¨®n del nuevo secretar¨ªado no puede agotarse en la constataci¨®n de que los puestos formalmente m¨¢s importantes en el organigrama corresponden a democristianos. Rodolfo Mart¨ªn Villa ha resurgido de sus cenizas tras su voto negativo contra Landelino Lavilla y ha cambiado su coche oficial de ministro por la secretar¨ªa de organizaci¨®n, cargo decisivo para administrar la delegaci¨®n de poderes extraordinar¨ªos exigidos por Lavilla a fin de poner disciplina en las filas centr¨ªstas. El aire est¨¢ ya cargado de olor a papeletas y umas, y Rodolfo Mart¨ªn, Villa puede coordinar con Juan Manuel Reol de Tejada, Rafael Arias-Salgado y Jaime Lamo, tres antiguos suaristas que desempe?an ahora, respectivamente, las secretarias de Acci¨®n Electoral, Pol¨ªtica Territorial y Coordinaci¨®n con las Administraciones Locales, la preparaci¨®n de las listas y de la campa?a de los pr¨®ximos comicios.
El reajuste del secretariado de UCD- ha tenido, al menos, la ventaja de saldarse con la designaci¨®n de s¨®lo un nuevo ministro, ahorrando a la vida p¨²blica espa?ola el desmoralizador espect¨¢culo de una cr¨ªsis ministerial en v¨ªspera de las vacaciones veraniegas. En cualquier caso, este movimiento c¨ªrcular en la c¨²pula del centrismo, que ni siquiera ha conseguido crear la ilusi¨®n de un cambio, deja sin despejar las grandes inc¨®gnitas del momento. Queda pendi¨¦nte, para cuando las Cortes Generales rea bran sus sesiones, la obligada dimisi¨®n de, Lavilla como presidente del Congreso, cargo institucional incompatible, por razones de ¨¦tica pol¨ªtica e incluso de est¨¦tica p¨²blica, con la jefatura de un partido. Aunque UCD no se haya visto reforzada con los nombramientos en el seno del secretariado, el Gobierno, en compensaci¨®n, se halla en clara p¨¦rdida de imagen y prestigio. Esta es la hora en la que se ignora todav¨ªa si los poderes de -Landelino Lavilla abarcan disciplinariamente al presidente del Gobierno o si Leopoldo Calvo Sotelo trabaja por su cuenta. Y queda, finalmente, la inc¨®gnita de la decisi¨®n que adopte finalmente Adolfo Su¨¢rez, abandonado por algu nos de quienes fueron sus colaboradores y enfrentado con el duro dilema de emprender una incierta y arriesga da aventura electoral o de resignarse a esperar tiempos mejores.
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