Cr¨ªticas en el Reino Unido por la informaci¨®n oficial durante la guerra de las Malvinas
Los militares brit¨¢nicos han ganado la guerra de las Malvinas, pero no la batalla de la informaci¨®n que les libran los enviados especiales brit¨¢nicos que cubrieron este conflicto sobr¨¦ el terreno. Uno tras otro, vienen desfilando estos d¨ªas ante la Comisi¨®n de Defensa de la C¨¢mara de los Comunes, que est¨¢ investigando la pol¨ªtica informativa del Ministerio de Defensa durante la crisis. Las quejas de los periodistas son pr¨¢cticamente un¨¢nimes, acusando al ministerio de incompetencia y de haber intentado deliberadamente manipular la informaci¨®n.
El vicealmirante John Sandy Woodward, comandante del destacamento naval brit¨¢nico, intent¨® que los periodistas mandaran informaci¨®n falsa para confundir al enemigo y retras¨® el despacho de cr¨®nicas, asegur¨® Brian Manrahan, de la BBC. Los corresponsales tuvieron que luchar contra tres barreras de censura: la de los militares sobre el terreno, la de los civiles del ministerio que acompa?aban a la fuerza expedicionaria y la del propio ministerio en Londres.D. McGowan, del Daily Express (conservador), considera que la ayuda sovi¨¦tica a los periodistas en Afganist¨¢n hab¨ªa sido mejor que la brit¨¢nica en las Malvinas, Las quejas de los periodistas son a¨²n m¨¢s duras contra los civiles encargados de las relaciones p¨²blicas que contra los militares. Muchas veces aqu¨¦llos censuraban informaci¨®n que los mandos militares hab¨ªan autorizado. As¨ª, Max Hastings, del vespertino londinense The Standard, logr¨® mandar una cr¨®nica a trav¨¦s del sistema de comunicaciones directas con Londres de los comandos SAS (Special Air Service) y el ministerio la retuvo tres d¨ªas.
Sir Frank Cooper, subsecretario permanente del Ministerio de Defensa, asegur¨® que su departamento, aunque no hubiese revelado toda la verdad, no hab¨ªa mentido. A Michael Nicholson, de la cadena comercial de televisi¨®n ITN, un militar, le dijo que ten¨ªa que hacer "una labor propagand¨ªstica" en sus informaciones. Nicholson piensa que incluso la censura militar israel¨ª es mejor, porque al menos se pueden usar las c¨¢maras libremente y discutir despu¨¦s con el censor. Durante la guerra, no llegaron im¨¢genes de las acciones, aunque, asegura la BBC, t¨¦cnicamente era posible. Seg¨²n Nicholson, los periodistas no pod¨ªan ni siquiera informar que sus cr¨®nicas eran censuradas. No se pod¨ªa mencionar la isla de la Ascensi¨®n para no poner en aprietos a Estados Unidos.
Se tomaron fotograf¨ªas del destructor Sheffield -alcanzado por un misil Exocet- porque Woodward quer¨ªa verlas y no pod¨ªa ir ¨¦l mismo en helic¨®ptero. Los. enviados especiales no pudieron informar de que el Sheffield hab¨ªa sido tocado. Ese mismo d¨ªa, en Londres, John Nott, ministro de Defensa, lo revelaba. El ministerio dijo que el Sheffield se hundi¨® en una tempestad cuando era remolcado. En realidad, ya incendiado, lo hundi¨® la Royal Navy.
Los periodistas, seg¨²n el capit¨¢n Middleton, del portaaviones Hermes, no pod¨ªan transmitir sus cr¨®nicas desde los buques a los barcos auxiliares -desde donde eran enviadas, a Londres por sat¨¦lite- porque hubiesen revelad¨® la posici¨®n de las unidades navales. Middleton autoriz¨®, sin embargo, el uso de este sistema en dos ocasiones en que le urg¨ªa que buenas noticias llegaran, a Londres. Una fue el hundimiento del crucero argentino General Belgrano.
La censura lleg¨® a niveles insospechados. Un coronel suprimi¨® de una cr¨®nica la referencia a la gorra del general Jeremy Moore, que un periodista hab¨ªa comparado con la de Fidel Castro. John Withero, de The Times, descubri¨® a su llegada a Londres que la mayor¨ªa de sus cr¨®nicas nunca llegaron a su peri¨®dico.
La gran parte de los corresponsales admiten que alg¨²n tipo de informaci¨®n no pod¨ªa ser publicado. As¨ª, el hecho de que muchas bombas argentinas no hicieran explosi¨®n al tener defectuosos sus detonadores; de haberlo sabido, los hubiera cambiado el enemigo. Pero los periodistas brit¨¢nicos se quejan del retraso de las informaciones y de la mezcla por el ministerio de noticias buenas y malas, para que ¨¦stas pasaran inadvertidas. As¨ª, se anunci¨® que un helic¨®ptero se hab¨ªa estrellado -veintisiete muertos- cuando la atenci¨®n p¨²blica estaba concentrada en los desembarcos.
Ning¨²n periodista extranjero fue autorizado a viajar a las Malvinas hasta pasadas tres semanas de la rendici¨®n argentina. La Comisi¨®n de Defensa de la C¨¢mara de los Comunes espera hacer unas recomendaciones al ministerio cuando haya completado su labor.
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