Dal¨ª decide quedarse a vivir en el castillo medieval de P¨²bol, donde est¨¢ enterrada su esposa
Salvador Dal¨ª vive encerrado en s¨ª mismo en el castillo medieval de P¨²bol, donde reposan los restos de Gala su musa y compa?era. El artista recibe muy pocas visitas, por propio deseo, y pinta con dificultad unas telas de peque?o tama?o, en las que refleja, en cobres y formas, su drama, la angustia por la muerte de su esposa y por su delicada salud. A pesar de los consejos de sus amigos no quiere volver a su residencia de Port Lligat, como homenaje a Gala y como despecho familiar. Junto a esta cr¨®nica sobre el momento de Dal¨ª, publicamos un art¨ªculo en el que se cuenta un pasaje ins¨®lito de su vida: su estancia en Torremolinos en 1930, en plena luna de miel.
El artista Salvador Dal¨ª ha decidido quedarse a vivir definitivamente en el castillo de P¨²bol, donde est¨¢ enterrada Gala. All¨ª, en un inexpugnable caser¨®n del siglo XI, pasa sus horas, atendido permanentemente por una enfermera y su fiel Arturo, su asistente de siempre. No recibe ni a periodista ni a amigos. S¨®lo un reducido c¨ªrculo de personas tiene acceso al artista: los m¨¦dicos que le atienden, un par de familiares y los pintores Isidoro Bea y Antoni Pitxot. El primero, colaborador desde hace varias d¨¦cadas, le pinta los fondos de los cuadros que Dal¨ª perge?a; el segundo, amigo insobornable, le hace de introductor de embajadores de Madrid y Barcelona. Robert Descharnes, su actual secretario, tambi¨¦n accede al artista, aunque sus relaciones se han enfriado visiblemente."Nunca m¨¢s volver¨¦ a pisar Port Lligat", le coment¨® hace apenas una semana Dal¨ª a su primo, Gonzalo Serraclara. El propio Antoni Pitxot ha explicado a este peri¨®dico "que ser¨ªa muy positivo para su salud que decidiera volver a Port Lligat; pero ¨¦l dice que le aterroriza el turismo, el ruido de las barcas...". Otras fuentes consultadas opinan, en cambio, que Salvador Dal¨ª "no desea volver a su casa de la Costa Brava por una doble raz¨®n: como homenaje a Gala y por venganza familiar en la persona de su hermana, Ana Mar¨ªa, que vive en Cadaqu¨¦s".
Reconciliaci¨®n frustrada
En efecto, las relaciones entre la familia Dal¨ª y el pintor sufrieron un deterioro progresivo desde que, en 1929, dejara su entorno y se marchara con la compa?era de Paul Eluard, Helena Deluvina Diakonoff, m¨¢s conocida por Gala, a Par¨ªs. Dal¨ª era entonces un joven artista con serios problemas de realizaci¨®n sexual, al que Gala sedujo de forma apasionada, tal como cuenta el propio Luis Bu?uel en Mi ¨²ltimo suspiro, su libro de memorias. Tanto el padre de Dal¨ª como su hermana criticaron duramente a Gala y entre la futura musa y ellos se abri¨® un abismo, que fue haci¨¦ndose m¨¢s profundo con los a?os. Aunque al final de sus d¨ªas el padre le perdon¨®, Dal¨ª siempre vio en su familia a un agente agresor. Rafael Santos Torroella, que est¨¢ ¨²ltimando una tesis doctoral sobre una interpretaci¨®n freudiana de la obra de Dal¨ª, explica que esta contestaci¨®n del artista hacia los suyos la reflej¨® el mismo a?o de su partida a la capital francesa: "Entonces pint¨® tina tela titulada La silueta del Sagrado Coraz¨®n, en la que hab¨ªa un texto que dec¨ªa. A veces, para pasar el rato, escupo sobre el retrato de mi madre". La muerte de Gala pudo suponer la reconciliaci¨®n entre Dal¨ª y su hermana, Ana Man¨ªa, pues ¨¦sta, seg¨²n han contado personas presentes en el di¨¢logo, se ofreci¨® a su hermano incondicionalmente, pero rechaz¨® el ofrecimiento de inmediato, volvi¨¦ndola la espalda.
Control m¨¦dico
Los intentos de sus m¨¦dicos, incluido su neur¨®logo, el doctor Balcells, y de sus amigos para que regrese a Port Lligat topan siempre con la negativa m¨¢s rotunda. Dal¨ª vive una gran tensi¨®n emocional, agravada por el, p¨¢rkinson y el avance de la arterioescierosis, aunque, al caer el d¨ªa, el personaje vive una mayor lucidez, que le lleva a pintar unos cuadros de poco m¨¢s de un metro. Seg¨²n su amigo el pintor Antoni Pitxot, es una obra de diversidad pl¨¢stica, aunque dominan los grises." No pinta en ellos a Gala, aunque est¨¢n insertos en un marco de gran dramatismo". Dal¨ª est¨¢ sometido a un constante control de los m¨¦dicos, a quienes preocupa lo poco que come el paciente, que teme, en algunos momentos, que lo encierren en un manicomio, a ¨¦l, que un d¨ªa dijo que la ¨²nica diferencia entre un loco y ¨¦l es que ¨¦l no est¨¢ loco.Dal¨ª desea vivir los d¨ªas que le quedan en P¨²bol a setenta kil¨®metros de a Cadaqu¨¦s, y all¨ª, junto a Gala, quiere ser enterrado. Muy significativo es para los expertos dalinianos el que haya querido ser marqu¨¦s de P¨²bol y no de Port Lligat, Cadaqu¨¦s o Figueres, domo ser¨ªa m¨¢s l¨®gico. "Puede haber sido la ¨²ltima agresi¨®n hacia los suyos", comenta uno de ellos.
El caser¨®n medieval de P¨²bol se lo regal¨® Dal¨ª a Gala en su cumplea?os, tras pagar un mill¨®n y medio a sus propietarios, los marqueses de Blondel. Cuando se lo obsequi¨®, Gala le hizo prometer que no lo pisarla nunca sin su autorizaci¨®n por escrito. All¨ª, Helena Deluvina Diakonoff acudi¨® varias veces con sus j¨®venes amantes, pero Dal¨ª nunca lo visit¨® desde aquel cumplea?os ya lejano.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.