?Qui¨¦n teme a la energ¨ªa nuclear?
LAS DECLARACIONES del director general de la Energ¨ªa sobre la peligrosidad de los posibles escapes radiactivos de las centrales nucleares de Asc¨® y Almaraz le han hecho merecedor de un pronunciado tir¨®n de orejas, propinado por su jefe inmediato, y el ejercicio de un acto de contrici¨®n p¨²blico ante las c¨¢maras de televisi¨®n.Todos supon¨ªamos que la Administraci¨®n hab¨ªa tocado ya techo en su carrera de desatinos y nuestra capacidad de sorpresa no encontrar¨ªa emociones de mayor envergadura. Pero supon¨ªamos mal. Esta guerra de comunicados y ment¨ªs entre el director general y el comisario de la Energ¨ªa ha elevado los techos por los que puede discurrir nuestra sorpresa, sin que los responsables del ramo se sientan obligados a tomar medidas m¨¢s severas que las de introducir confusi¨®n y contradicciones en notas oficiales y, eso s¨ª, usar las c¨¢maras de la televisi¨®n p¨²blica con largueza y sentido patrimonial.
En un principio parece poco adecuado el marco protocolario de la Feria de Muestras de Gij¨®n para brindar a la opini¨®n p¨²blica una afirmaci¨®n de la envergadura de que las aver¨ªas detectadas en estas dos centrales nucleares revisten la peligrosidad suficiente para que s¨®lo puedan funcionar al 50% de su capacidad si se quiere impedir absolutamente cualquier riesgo de escape radiactivo. La desautorizaci¨®n posterior a su subordinado del comisario de la Energ¨ªa, afirmando que no hay ning¨²n peligro en las dos plantas el¨¦ctricas, no hace sino a?adir matices grotescos a esta cuesti¨®n. O bien el director general ha cometido una insensatez o sus palabras, quiz¨¢ por no ocupar posiciones de mayor mando y responsabilidad en el organigrama del Ministerio de Industria, responden a un pensamiento m¨¢s cauteloso y menos optimista que el de su superior. De cualquier manera, fuera lo que fuera, los contribuyentes de este pa¨ªs tienen derecho a saber cu¨¢l de los funcionarios p¨²blicos ha servido mejor los intereses que se le han confiado, y es preciso exigir alg¨²n tipo de responsabilidad ante afirmaciones de este tipo.
Pero la cuesti¨®n no se agota ah¨ª. Preguntarse en abstracto si se est¨¢ a favor o en contra de la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear para producir electricidad es una sana pregunta intelectual, en la que no caben las respuestas contundentes y un¨ªvocas si se tienen presentes todos los tipos de condicionantes que conducen siempre a un resultado contradictorio y donde no existe el reino de los esp¨ªritus puros. Normalmente se ha concluido que la estructura energ¨¦tica espa?ola precisaba de una componente nuclear si no se quer¨ªa conducir a la econom¨ªa nacional a una situaci¨®n peligrosa, que propiciara crecientes y gravosas importaciones petroleras. Al mismo tiempo, sin embargo, siempre se ha recomendado el uso y perfeccionamiento de otras tradicionales fuentes de energ¨ªa y el desarrollo, estudio y puesta en marcha de otras nuevas. La energ¨ªa el¨¦ctrica de origen nuclear es una opci¨®n que siempre ha de ser limitada por el momento y rodeada de todo tipo de garant¨ªas y controles.
El mismo hecho de que equipos nuevos como los de Asc¨® y Almaraz registren anomal¨ªas y defectos no hace sino avalar las tesis ecologistas de que la tecnolog¨ªa de estas centrales ni es tan perfecta como algunos ap¨®stoles afirman ni constituye el ¨²ltimo grito de esta tecnolog¨ªa. Todas estas cuestiones son dignas de tener en cuenta, y aunque en este campo es preciso manejar sofisticados conocimientos para fundamentar una opini¨®n, la proliferaci¨®n del uso de la energ¨ªa nuclear para la producci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica no es una liturgia s¨®lo al alcance de unos privilegiados hechiceros.
La opini¨®n tiene derecho a saber si esas dos plantas pueden funcionar sin ning¨²n tipo de riesgo. ?Cu¨¢les son las razones para que unos equipos no funcionen correctamente en tan poco periodo de uso? ?Qu¨¦ garant¨ªas existen de que no se terminar¨¢ detectando otras anomal¨ªas? Y ?qu¨¦ tipo de responsabilidades se le ha exigido a la Westinghouse por suministrar unos componentes defectuosos? La respuesta clara y sin encubrimientos t¨¦cnicos a estas cuestiones puede tranquilizar a los ciudadanos, quienes, a pesar de su ignorancia, tienen, no obstante, la suficiente inteligencia para comprender las cosas que les afectan y no verse sobresaltados en el mes de agosto con un carnaval de notas oficiales orquestado por la propia Administraci¨®n.
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