El asedio de Beirut
Como si de un relato fatalista se tratase, la maquinaria homicida israel¨ª contin¨²a cercando a fuego y hambre la capital libanesa. Proeza militar, para los amantes de haza?as b¨¦licas, ejecutada fr¨ªa y cronometradamente, minuto a minuto y vida a vida; de acuerdo con un plan cuidadosamente establecido. La actuaci¨®n letal, propia de mentalidades fan¨¢ticas, se ha completado mediante el uso del armamento m¨¢s sofisticado; cosechando sus m¨¢s heroicos laureles a costa de la poblaci¨®n civil de Beirut. Nombre que se ha incorporado de pleno derecho a la fat¨ªdica estirpe de ciudades martirizadas por ciertos antropoides a lo largo de la historia infamante de la humanidad; la graf¨ªa de Beirut ya figura junto a las de Madrid y Varsovia, en nuestro desgraciado siglo XX; s¨ªmbolos las tres, de poblaciones inmoladas por la barbarie fascista, En todos estos casos, el crimen no persigue la derrota militar de un ej¨¦rcito enemigo, sino el aterrorizamiento de la poblaci¨®n civil indefensa; m¨¢s a¨²n, convertir en rehenes de la negociaci¨®n a paisanos inermes.Condenas de la ONU
En esta nueva agresion israel¨ª, contra un pa¨ªs ¨¢rabe, a la crueldad de la guerra no declarada -los cr¨ªmenes nunca se anuncian- hay que sumar las comedias que ser¨ªan grotescas, si no hubiera tanta sangre derramada, del juego de los enga?os. Entre otras, las solidaridades siempre proclamadas, pero n¨²nca honradas, de los gobiemos ¨¢rabes con el pueblo paIestino.
Pero entre tanta representaci¨®n, destaca el grosero reparto de papeles entre los norteamericanos, que hacen de moderadores, y la no disimulada intransigencia de Israel. Es el nuevo rostro del imperialismo americano, un edificio antiguo torpemente maquillado. por Reagan, que vocea su inconiodidad ante, la ferocidad israel¨ª; pero que veta cualquier iniciativa de las Naciones Unidas condenatoria del Gobiemo de Tel Aviv que ose ir m¨¢s all¨¢ de la mera expresi¨®n de una condolencia verbal. Por tanto, nada de sanciones econ¨®micas, pol¨ªticas o de cualquier otro tipo contra el Estado de Israel; el cual, en buena l¨®gica y de acuerdo con los principios m¨¢s elementales del Derecho Internacional, deber¨ªa haber sido expulsado de la comunidad internacional civilizada desde hace ya bastantes a?os.
No es ahora el caso de recordar las m¨²ltiples condenas emitidas contra Tel Aviv desde el foro de la ONU: negativa a la devoluci¨®n de los territorios ocupados en junio de 1967, violaciones constantes de los derechos humanos en Cisjordania y en Gaza, establecimientos de colonias en territorios bajo ocupaci¨®n militar, anexi¨®n de las Alturas del Gol¨¢n, etc. Y no se trata, como algunos malintencionados afirman, de ineficacia de las Naciones Unidas para aplicar unas medidas concretas; el propio Gobierno espa?ol ha podido comprobar c¨®mo su aliado preferente, Estados Unidos, no vacila en vetar sus propuestas; propuestas que honran al Estado espa?ol, ante el Consejo de Seridad.
No es la ONU la que fracasa; lo que hace quiebra es la voluntad de los Estados que componen la organizaci¨®n intemacional. Al igual que. ocurri¨® en los a?os treinta con el sistema de seguridad colectiva de la Sociedad de las Naciones boicoteado por Jap¨®n, Italia y Alemania; el Manchuk¨²o y la Abisinia fueron dos agresiones cometidas por dos Estados fascistas que no se pueden imputar a los hombre que fundaron y creyeron en la organizaci¨®n ginebrina. La ONU est¨¢ muriendo, en 1982, a mano de Israel y de Estados Unidos.
Declaraciones de Peres
En esta comedia de los enga?os no faltan tampoco los desprop¨®sitos irreverentes. Como las declaraciones de Shimon Peres, afirmando, tras entrev¨ªstarse con .Reagan, que "la soluci¨®n pac¨ªfica al problema de Beirut est¨¢ cerca?a". Posiblemente, un lapsus oportuno le evit¨® hablar de la soluc¨ª¨®n final al problema palestino.Como ha soficitado el PSOE, un partido de la catadura del laborismo israel¨ª no puede permanecer, por m¨¢s tiempo, en las filas de la Intemacional Socialista.
Para los ¨²nicos que la comedia reviste caracteres de tragedia, aparte los propios libaneses, son los palestinos, tanto los combatientes como las mujeres y los ni?os de los campos de refugiados. Tragedia que, no se olvide, comenz¨® en 1948.
En pocas ocasiones habr¨¢ contado la comunidad internacional con un movimiento de liberaci¨®n que de forma tan coherente haya combinado la lucha armada con la gesti¨®n diplom¨¢tica como la OLP. Sin embargo, de nada ha servido. Las negociaciones de Ph. Habib son buena prueba de ello. Una tras otra, la OLP ha ido aceptando todas las condiciones iinpuestas por Israel, incluso las m¨¢s humillantes, con tal de salvar a Beirut del holocausto final y de ahorrar m¨¢s sufrimientos, s¨ª es posible, a libaneses y palestinos. Condiciones entre las que figura la exigencia de una relaci¨®n nominal de los 9.000 combatientes palestinos que habr¨¢n de salir de Beirut; relaci¨®n que posiblemente necesite el Gobierno de Israel para obsequiar a cada uno de los arrojados a la di¨¢spora con una estrella de David que los haga m¨¢s identificables en la persecuci¨®n y en la derrota.
Cuando los palestinos abandonen Beirut nada habr¨¢ concluido. La humanidad entera sabr¨¢ que ha comprado una paz precaria al precio de todo un pueblo. Y no habr¨¢ respiro, porque no se habr¨¢ saciado el ansia expansion¨ªsta de Israel, que ya proyecta una ocupaci¨®n permanente de L¨ªbano. Finalmente, cuando m¨¢s tarde o m¨¢s tempra?o, desde Siria, desde Jordania, desde donde puedan, los palestinos contin¨²en su lucha, nuevamente se pondr¨¢ en marcha el Ej¨¦rcito israel¨ª, encam¨ªn¨¢ndose hacia Amm¨¢n o hacia Damasco. No es ninguna profec¨ªa; es, sencillamente, la aplicaci¨®n de la l¨®gica intema del sionismo, una de las formas m¨¢s crueles del racismo.
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