El caso de la v¨ªctima complaciente
Quer¨ªa matar a su esposa porque constitu¨ªa una carga y un yugo para ¨¦l
Incluso para un lugar como Texas, el hecho resultaba algo ins¨®lito. Comenz¨® el a?o pasado, cuando Chanslor bajo el nombre falso de John G. Thompson, public¨® anuncios en peri¨®dicos paramilitares buscando un "experto en venenos y agentes qu¨ªmicos, con capacidad para acceder a los mismos". En una revista, Soldier of Fortune. descubri¨® el anuncio de una colecci¨®n de cinco vol¨²m¨¦nes titulada C¨®mo matar, escrita por un canadiense, experto en armas (ver recuadro).Adquiri¨® lo libros y so las arregl¨® para conocer personalmente al aut¨®r, John Minnery, y visitarle en su casa de Ontario. Entre marzo y octubre de este a?o, los dos hombres mantuvieron cerca de media docena de conversaciones telef¨®nicas, cuyo tema era el del envenenamiento. En un principio, Chanslor se interes¨® por la manera de matar animales; luego revel¨® que su futura v¨ªctima era humana, de 42 a?os, con par¨¢lisis parcial y en una silla de ruedas.
Cuando Chanslor pidi¨® a Smith que le proporcionara el veneno, Minnery se fue a la polic¨ªa. Finalmente, los dos hombres se vieron en abril, en el aeropuerto de Toronto, donde Minnery present¨® al tejano, todav¨ªa bajo falso nombre, a Keith Symons, un polic¨ªa de tario que simulaba ser persona con recursos para proporcionar venenos. Durante una conversar ci¨®n de una hora, grabada y fotografiada por la polic¨ªa canadiense, Chanslor detall¨® su plan. Cuando se le pregunt¨® si la v¨ªctima cooperar¨ªa suicid¨¢ndose, se lament¨®: "Es imposible. Lo hablamos una vez y luego la persona se acobard¨®... Ha pasado demasiado tiempo, demasiado... Estoy harto de esperar, esta perra ya a acabar conmigo".
Tras hablar sobre varios tipos de veneno y rechazarlos -pues dejaban rastros- se decidieron por la ricina, una toxina m¨¢s potente que el veneno de cobra; es sumamente rara y provoca una muerte lenta y con convulsiones. Es pr¨¢cticamente imposible su detecci¨®n: Minnery asegur¨® a Chanslor que una autopsia, achacar¨ªa la muerte a una embolia, un ataque al coraz¨®n o insuficiencia ur¨¦m¨ªca. Chansior dijo que pensaba suministrar el veneno a la v¨ªctima a la hora de acostarse y pregunt¨® sobre el tiempo que deber¨ªa esperar antes de llamar a los vecinos para que le ayudaran. "Unas ocho o diez horas", respondi¨® Minnery.
Antes de que pasaran dos semanas, Symons vol¨® a Houston y, filmados esta vez por la polic¨ªa de Texas, entreg¨® a Chanslor u?a c¨¢psula amarilla (que conten¨ªa simplemente vitamina C), junt¨® con una mascarilla, unos guantes y unas pinzas quir¨²rgicas para evitarle que tocara o inhalara el veneno. Despu¨¦s de pagar al agente 2.500 d¨®lares, Chansior subi¨® a su coche y, en ese momento, la polic¨ªa le cerc¨® y le detuvo.
La defensa no discuti¨® los hechos, s¨®lo su interpretaci¨®n, con el argumento de que Chanslor llev¨® a cabo la acci¨®n movido por compasi¨®n, y sin intenci¨®n de cometer un cnmen, Los Chanslor trataron de corroborar lo anterior mediante mutuas demostraciones de cari?o a lo largo de los ocho d¨ªas que dur¨® el juicio; ¨¦l pasaba a su mujer en la silla a la sala del tribunal, y ella se situaba lo m¨¢s cerca posible de su marido. En el estrado, uno las repet¨ªa la palabras del otro, afirmando que su complejo proyecto de tratar de que la muerte pareciera natural surg¨ªa del miedo de que su hijo, Brandon, quedase marcado por el suicidio de su madre. Pero el fiscal, Kim Lavine, rechaz¨® el alegato de la defensa como "un caleidoscopio de enga?os", y la declaraci¨®n de la se?ora Chanslor, como un pat¨¦tico enga?o -de s¨ª misma. Present¨® declaraciones de la se?ora Chanslor, hechas el mismo d¨ªa de la detenci¨®n de su marido, en las que afirmaba que nunca hab¨ªa pedido a su esposo que le buscara un medio de morir y que ella no ten¨ªa la menor disposici¨®n a quitarse la vida. "Quer¨ªa matar a su esposa porque constitu¨ªda una carga y un yugo para ¨¦l", afirm¨® Lavine. "El acto de misericordia era para ¨¦l, no para ella".
Al jurado le bastaron solamente tres horas para pronucniar el veredicto. La se?ora Chanslor subi¨® al estrado de nuevo, esta vez para suplicar que su -marido no fuese enviado a la c¨¢rcel- 'No puedo vivir sin ¨¦l". El mismo Chanslor rog¨® al jurado que no lo separara de su familia porque "no pueden pasar sin m¨ª, y yo no puedo pasar sin ellos". Al -final, el acto de m¨ªsericordia de la se?ora Chanslor result¨® mucho m¨¢s efectivo que el de su marido. El jurado rechaz¨® los argumentos de la acusaci¨®n para imponer -una condena de diecis¨¦is a veinte a?os y conden¨® a Chanslor a -s¨®lo tres a?os de prisi¨®n, con perspectivas de lograr la libertad provisional para dentro de un a?o. "La se?ora Chanslor estuvo impresionante", admiti¨® Lavine. Su compa?ero en las tareas fiscales, Brad Bcers, afirm¨® que "si no hubiera sido por la declaraci¨®n de su esposa, a Chanslor le habr¨ªan ca¨ªdo veinte a?os".
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