L¨®pez Cobos dirige una obra de Mahler al frente de la Filarm¨®nica inglesa
El Festival de Santander termina con las actuaciones de las orquestas de Londres y Dresde
ENVIADO ESPECIAL, El Festival Internacional de Santanderino de 1982 termina ma?ana con tres fuertes y decisivos acordes: los conciertos de las orquestas filarm¨®nicas de Londres y Dresde, dirigidas respectiva mente por Jes¨²s L¨®pez Cobos y Jiri Belohlavek. Finaliza as¨ª un certamen que ha traido hasta la capital c¨¢ntabra a personalidades y grupos de la escena internacional, relacionados con el teatro, la m¨²sica y otros espect¨¢culos. El festival, que cumple de este modo su 31? edici¨®n, ha convertido a Santander en un foco de cultura que en verano se complementa con exposiciones en la Fundaci¨®n Santillana y otros centros y con la intensa actividad de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo.
L¨®pez Cobos, que dirige a la Filarm¨®nica londinense en este certamen, goza en Santander, como en tantos otros sitios, de aut¨¦ntico prestigio, lo que, por cierto, es algo superior a la popularidad, a su vez versi¨®n modesta y transitoria de la fama. Una fama, y m¨¢s a¨²n, una cierta popularidad, pueden montarse en falso; obedecen a un deseo de parecer antes que a una voluntad de ser.La biograf¨ªa del actual director de la Opera de Berl¨ªn y futuro titular de la Orquesta Nacional de Espa?a constituye una trayectoria en la b¨²squeda del ser; un camino no siempre f¨¢cil, recorrido por Jes¨²s L¨®pez Cobos con pulso firme, paso seguro y vocaci¨®n aut¨¦ntica.
Como en el pensamiento y el lenguaje, existen en m¨²sica verdades, si no ¨²nicas, f¨¢cilmente reconocibles: la fidelidad al esp¨ªritu de las partituras, cumplida a trav¨¦s de su texto; la indagaci¨®n del pensamiento del autor; la conformaci¨®n del estilo, la l¨®gica del discurso y, en fin, ese algo m¨¢s que brota de la personalidad del int¨¦rprete y diferencia las buenas, versiones de unos de las de otros. Ll¨¢mese a tan inasible y fugitivo a?adido inspiraci¨®n o misterio, no por ello es menor su evidencia. Basta para comprobarla la reacci¨®n de una gran masa de auditores, tocada por el pacto colectivo de una tan excelente realizaci¨®n y tan buena versi¨®n como la escuchada a L¨®pez Cobos y la filarm¨®nica londinense de la primera sinfon¨ªa de Mahler.
Actitud creativa
El criterio mahleriano de L¨®pez Cobos posee una primera virtud: tiende a liberar los pentagramas de la llamada sinfon¨ªa Tit¨¢n de toda la hojarasca extramusical con la que los comentaristas al uso y al abuso llegan a ocultar las ¨²ltimas razones musicales: esto es, la actitud creativa de Mahler en funci¨®n de su mero oficio de compositor. Insist¨ªa Falla en un concepto que Federico Garc¨ªa Lorca lleg¨® a adoptar para s¨ª, cuando se refer¨ªa "a los que tenemos el oficio de componer". Admirable postura frente a los automitificadores que, en gesto de soberbia, pretenden ensalzar su noble oficio para ser, de ¨¦l y de cuantos lo ejercen, entes aparte y superiores, detentadores de no se sabe qu¨¦ cimas de cultura y merecedores de un trato especial por parte de toda la sociedad.Creo que en Mahler, por varias y complejas que fueran sus circunstancias vitales e hist¨®ricas, domina la condici¨®n profesional, el ejercicio honesto del oficio desde su ¨®ptica particular, y el deseo de realizar, cada vez con mayor exactitud, un proceso creador, a partir, incluso, de materiales humildes. Desde su actitud y capacidad artesanal domina y transforma Mahler ideas de curso popular y, en ocasiones, de fisonom¨ªa vulgar.
El combate de la larga invenci¨®n mahleriana se libra exclusivamente en el campo de lo musical, por m¨¢s que existan vecindades y connotaciones de otro orden, agigantadas por los sempiternos mahleristas -suerte de nuevos y duraderos wagnerianos-, hasta trocar un m¨²sico. de raros m¨¦ritos en una especie de fen¨®meno aparte; hasta hacer del compositor Mahler el caso mahler.
En sus programas, L¨®pez Cobos suele acompa?ar a Mahler de alguna sinfon¨ªa importante de Mozart, que en esta ocasi¨®n ha sido la denominada Praga. No me parece elecci¨®n azarosa, fruto del capricho, sino objetivaci¨®n de un pensamiento y raz¨®n argumental: m¨²sica frente a m¨²sica, oficio de compositor frente a oficio de compositor, cada uno situado en su tiempo y en su ambiente. Lo confirma la visi¨®n mahleriana de L¨®pez Cobos, objetiva en su misma expresividad, en la plasticidad de la narraci¨®n, huidora de todo exceso y afanosa de servicio a la verdad. L¨®pez Cobos se inclina ante Mahler o ante Mozart sin intentar convertirlos en espectaculares plintos de su propio monumento. En suma, tambi¨¦n L¨®pez Cobos podr¨ªa repetir las palabras de Falla -"los que ejercemos el oficio de dirigir"-, en una actitud m¨¢s humilde y verdadera y mucho m¨¢s moderna que la de los conductores vivos, o sea, divinos.El ¨¦xito de L¨®pez Cobos y la espl¨¦ndida Filarm¨®nica de Londres fue arrollador. La Porticada se llen¨® hasta la bandera, y el p¨²blico y la misma orquesta visitante dedicaron al maestro espa?ol largas ovaciones despu¨¦s de su bello y bien articulado Mozart y su claro y meridianamente explicado Mahler.
Renovaci¨®n del certamen
El XXXI Festival alcanza su fin y, aun con tantas impresiones vivas por recientes, la visi¨®n de conjunto nos habla de varios pasos adelante en el proceso de renovaci¨®n iniciado hace unos a?os, cuando Jos¨¦ Luis Ocejo tom¨® la direcci¨®n de los ciclos.Ha aumentado notablemente el n¨²mero de asistentes y ha crecido la participaci¨®n en el festival de muy diversos estamentos sociales, regionales y nacionales. Los concursos de ¨¢mbito internacional, piano, discos, las exposiciones y conferencias, los ciclos de teatro y cine, la extensi¨®n de los programas a ocho lugares monumentales e hist¨®ricos, la presencia de orquestas, ballets, solistas y agrupaciones de primera categor¨ªa; la atenci¨®n a expresiones contempor¨¢neas -sea el concierto segundo de Luis de Pablo, sean los ballets de B¨¦jart-; las explosiones de folklore c¨¢ntabro, los homenajes a artistas del pa¨ªs; toda la suma, en fin, de m¨¢s de sesenta espect¨¢culos que definen la intenci¨®n y el talante del festival intemacional.
Babelia
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