Los manifiestos de Nairobi
El verano de 1982 est¨¢ siendo pr¨®digo en episodios ecol¨®gicos en Espa?a y en todo el entorno. Primero fue la resistencia del Gobierno a apoyar la moratoria internacional de la caza de la ballena (finalmente aprobada en la ¨²ltima reuni¨®n de la comisi¨®n ballenera internacional). Luego vinieron, como todos los veranos, los incendios forestales -la plaga que puede calcinar Espa?a-, y m¨¢s tarde resurgi¨® la pol¨¦mica sobre las centrales nucleares con los episodios, todav¨ªa no suficientemente aclarados, de Almaraz y Asc¨®.Y, por si fuera poco, ahora se desencadena el tema de los vertidos de desechos nucleares en la sima atl¨¢ntica, a 350 millas de Galicia, que han concitado el rechazo casi un¨¢nime, excepto del Gobierno, al d¨ªa en que esto escribo (23 de agosto de 1982).
En un verano as¨ª, creo que no estar¨¢ de m¨¢s recordar que hace poco m¨¢s de diez a?os en Estocolmo se celebr¨® por primera vez la conferencia sobre el medio humano. Un decenio despu¨¦s, en mayo -y ahora el Bolet¨ªn de Informaci¨®n sobre el Medio Ambiente acaba de publicar sus resoluciones-, el Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA) convoc¨® una sesi¨®n especial de conmemoraci¨®n de la conferegicia de Estocolmo, que se celebr¨® en su sede de Nairobi; all¨ª destacaron los miembros de las Naciones Unidas sus respectivas delegaciones para recapitular lo realizado entre 1972 y 1982 y formular nuevas propuestas de cara a un futuro con el horizonte ya pr¨®ximo del a?o 2000.
Esta sesi¨®n especial del PNUMA fue interesante. Por acuerdo pr¨¢cticamente un¨¢nime surgieron la Declaraci¨®n de Nairobi y una revisi¨®n global del Plan de Acci¨®n para el Medio Ambiente, dos documentos que lo m¨¢s brevemente posible vamos a analizar.
La Declaraci¨®n de Nairobi se formul¨¦ a modo de dec¨¢logo solemne, de conformidad con la ocasi¨®n. En ella quedaron subrayados los extremos concretos de la situaci¨®n medioambiental al nivel de 1982. Un panorama ciertamente nada alentador, a pesar del lenguaje m¨¢s bien diplom¨¢tico de la declaraci¨®n, en la que se subrayaron los siguientes extremos: 1) La indudable influencia de la conferencia de Estocolmo de 1972, en la opini¨®n y en los poderes p¨²blicos para dar idea de la fragilidad del medio humano. 2) El car¨¢cter insatisfactorio, sin embargo, de la aplicaci¨®n real del plan de acci¨®n surgido una d¨¦cada antes en la reuni¨®n de Estocolmo. 3) La progresiva comprobaci¨®n de que todas las cuestiones medioambientales est¨¢n interrelacionadas, de lo cual se deriva la exigencia de una metodolog¨ªa integradora. 4) La apreciaci¨®n de que los peligros que amenazan al medio se agravan a¨²n m¨¢s por la pobreza y el consumo derrochador, as¨ª como por la falta de una correcta combinaci¨®n de mercado y planificaci¨®n en la elaboraci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica, 5) La idea de que el medio ambiente no se ver¨¢ mejorado sino en un contexto internacional de paz y seguridad, en el que se potencie la lucha contra actitudes at¨¢vicas del tipo del racismo y del colonialismo. 6) La necesidad de una estrecha cooperaci¨®n entre Estados para resolver los problemas, que simult¨¢neamente les afectan y que hunden sus ra¨ªces en las mismas causas. 7) La constataci¨®n de que los problemas inedioambientales m¨¢s graves se dan en los pa¨ªses menos desarrollados, lo cual exige la ayuda solidaria de los m¨¢s avanzados. 8) La evidencia de que la disminuci¨®n de los recursos naturales exige planificar su mejor aprovechamiento. 9) El ¨¦nfasis en prevenir los da?os al medio ambiente, en vez de, por negligencias inadmisibles, esperar a acometer despu¨¦s la compleja tarea de repararlos a un elevado coste, o de simplemente resignarse a aceptar su irreversibilidad. 10) La acuciante obligaci¨®n de los Estados, de las organizaciones de todo tipo y de los individuos, de apoyar el plan de acci¨®n 1982-1992 y de contribuir al fortalecimiento del PNUMA.
En resumen, la Declaraci¨®n de Nairobi constituye todo un llamamiento. Marcasobre la precedente de Estocolmo de 1972 la idea de que la situaci¨®n es peor que diez a?os antes y que por ello mismo la verdadera acci¨®n no puede demorarse por m¨¢s tiempo.
En cuanto al plan de acci¨®n 1982-1992, tambi¨¦n aprobado en Nairobi, supone un esfuerzo para sistematizar la lista de futuras acciones, actualizando lo previsto en Estoicolino y puntualizando las deficiencias observadas desde entonces. La estructura de lo esencial del documento la resumimos escuetamente:
I. Los logros principales del plan de acci¨®n. El balance cr¨ªtico del decenio 1972-1982 - revela importantes desfases entre previsiones y realizaciones, y la disminuci¨®n, en consecuencia, de las holguras para la acci¨®n futura. El tiempo apremia.
II. Nueva percepci¨®n de las cuestiones ambientales. De cara a los a?os ochenta y al a?o 2000, se plantea la necesidad del desarme, la prudente utilizaci¨®n de los recursos, la b¨²squeda imaginativa de nuevos modelos d¨¦ desarrollo con una planificaci¨®n que reconozca los l¨ªmites externos, la conveniencia de no privatizar el patrimonio gen¨¦tico (por ejemplo, concediendo patentes de semillas), y la, precisi¨®n ineludible de analizar las ra¨ªces profundas de la pobreza.
III. Tendencias principales y acci¨®n de las Naciones Unidas. El examen, caso por caso, de las tendencias y los problemas revela su gravedad en los distintos aspectos de la realidad ambiental, marc¨¢ndose las prioridades para el decenio 1982-1992 en todo lo relativo a atm¨®sfera, oc¨¦anos, litosfera, bi¨®tica terrestre y sistemas bioproductivos, poblaci¨®n y asentamientos humanos, salud, energ¨ªa, desarrollo industrial y econ¨®mico, as¨ª como la cuesti¨®n cruc¨ªal de la paz y la seguridad en relaci¨®n con el medio ambiente. Esta secci¨®n constituye, pues, el n¨²cleo de todo el plan de acci¨®n.
El problema global del plan de acci¨®n 1982-1992 es su escasa concreci¨®n a nivel territorial y su car¨¢cter no vinculante. Constituye m¨¢s bien un conjunto de directrices, o a lo sumo un programa indicativo. Y la verdad es que con esas limitaciones no parece que pueda frenarse el deterioro del planeta.
Por eso, para evitar un verdadero desastre global, el PNUMA habr¨¢ de adquirir necesanamente mayor rango entre los organismos de las Naciones Unidas, asumiendo poderes ejecutivos para las diversas cuestiones concretas.
En el futuro, el plan de acci¨®n, si se quiere que vaya m¨¢s all¨¢ de las palabras, habr¨¢ de imbricarse cada vez m¨¢s con las estrategias nacionales de conservaci¨®n de todos y cada uno de los pa¨ªses de la Tierra. Como igualmente habr¨¢n de impulsarse las acciones regionales conjuntas para la conservaci¨®n de r¨ªos y mares comunes, de parques multinacionales, de defensa de las especies, etc¨¦tera.
Por lo dem¨¢s, para dar car¨¢cter ejecutivo al plan en los temas de alcance m¨¢s inmediato, ser¨¢ preciso contar con toda una serie de convenios y tratados internacionales que contengan verdaderos mecanismos coercitivos en temas como el uso del mar y de sus fondos continentales, la prohibici¨®n de los sprays, medidas efectivas contra la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, lucha contra la desforestaci¨®n y la desertificaci¨®n, etc¨¦tera.
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