El Covent Garden, de Londres, tendr¨¢ un museo internacional del teatro
Londres tendr¨¢, al fin, su museo internacional del teatro. Despu¨¦s de pol¨¦micas, protestas y peticiones, as¨ª lo acaba de anunciar el secretario de las Artes, Paul Shannon. El proyecto para albergar definitivamente las ricas colecciones que hay en los s¨®tanos del Victoria and Albert Museum se hab¨ªa visto amenazado por la dr¨¢stica pol¨ªtica de reducci¨®n del gasto p¨²blico que lleva adelante, en algunos sectores de los presupuestos generales del Estado, la Administraci¨®n Thatcher.Cuando se supo que el Gobierno estaba pensando seriamente en ahorrar las 4.300.000 libras esterlinas que costar¨¢ instalar el museo, la reacci¨®n no se hizo esperar. Un centenar de parlamentarios protest¨® desde la C¨¢mara de los Comunes, los actores pusieron el grito en el cielo y el p¨²blico se dedic¨® a firmar peticiones, que fueron a parar al despacho de Paul Shannon.
Resultado: luz verde al proyecto. El museo del teatro estar¨¢ en Covent Garden, el barrio londinense que se puso de moda tras la restauraci¨®n del edificio del ex mercado de frutas y hortalizas. El mismo en donde Liza Doolittle encuentra al profesor Higgins, en Pygmalion, la comedia de Bernard Shaw que se llam¨® My fair lady al ser transformada en un musical.
"No hay trabajo", le dir¨¢ un actor, y el empresario afirmar¨¢: "No hay suficiente p¨²blico", y el aficionado apuntar¨¢ que "ya no hay grandes figuras". En una palabra, que el teatro, en Londres -y por extensi¨®n, en todo el Reino Unido-, pasa por un mal momento.
No hay duda de que la situaci¨®n financiera de los teatros est¨¢ lejos de ser floreciente; en parte, porque el Gobierno se niega, a pesar de las reiteradas peticiones, a eliminar el impuesto al valor a?adido, que hace que las entradas cuesten un 15% m¨¢s y en parte, por los crecientes costes de producci¨®n y porque ir al teatro, tomar una copa e ir a cenar representa, para dos personas, un gasto m¨ªnimo de 6.000 pesetas.
Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la crisis, la oferta teatral se mantiene y, lo que es m¨¢s importante, conserva un buen nivel de calidad. Una r¨¢pida mirada a la cartelera y se ven tres producciones del T¨ªo Vania, de Chejov: una, en el West End (la zona de teatros comerciales); otra, en una sala habitualmente dedicada al teatro marginal, y la tercera, en el National Theatre. Hay Shakespeare en el Young Vic (Hamlet) y en el Barbican (Sue?o de una noche de San Juan), y Cervantes, por medio de Dewhurst, tambi¨¦n en el National Theatre, y Brecht (El c¨ªrculo de tiza caucasiano), y Nelson Rodrigues (Album defamilia y Toda desnudez ser¨¢ castigada), y un prolongado etc¨¦tera.
En estos momentos, para el turista extranjero, el nombre m¨¢s conocido en la cartelera del West End es, sin duda, el de Glenda Jackson. La actriz de Sunday, bloody sunday, ha vuelto al escenario, tras dos a?os de ausencia, con Summit conference, de Robert David Mac Donald, cuya acci¨®n transcurre en Berl¨ªn durante el verano de 1941. La Jackson hace de Eva Braun, la amante de Hitler, y Georgina Hale, de Clara Petacci, que compart¨ªa el lecho con Mussolini. La obra pretende ser dram¨¢tica, pero en general resulta melodram¨¢tica
Los amantes del musical tienen bastante para elegir. Evita sigue en el Prince Edward, en una calle del Soho altamente recomendable por sus pasteler¨ªas italianas, en las que se sirve buen caf¨¦, cosa dif¨ªcil de encontrar en Londres. Evita lleva ya cuatro a?os en cartelera, y amenaza con repetir el ¨¦xito de Jesus Christ Superstar, de Tim Rice y Andrew Lloyd Weber. Este ¨²ltimo, responsable de Cats (con textos del poeta T. S. Eliot), cuya producci¨®n es realmente espectacular, y de Song and dance, en un teatro de Cambridge Circus. Y para los nost¨¢lgicos est¨¢ Guys and dolls, puro Broadway a la vera del T¨¢mesis.
Babelia
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