El hombre que nacionaliz¨® el terror
Los monstruos de celuloide han sido para los espa?oles claros productos de importaci¨®n. Si aqu¨ª fabric¨¢bamos fundamentalmente cine en traje de calle, con la excepci¨®n del drama hist¨®rico de m¨¢s peluca que espada, porque sal¨ªa m¨¢s barato de decorados, el terror nos ven¨ªa siempre del extranjero. Frankenstein y su r¨¦plica, pese a la paternidad inglesa de la figura, eran un producto genuinamente americano, como lo era tambi¨¦n el hombre lobo, aunque su primer colmillo lo hubiera clavado en la nacarada garganta de una campesina transilvana, y el terror g¨®tico de Dr¨¢cula s¨®lo pod¨ªa escenificarse en los estudios de Hollywood. El que en los primeros sesenta la Hammer brit¨¢nica inventara el vampiro h¨²ngaro en color y otros horrores, descentralizaba la producci¨®n mundial de encogimientos cardiacos, pero dejaba igual de hu¨¦rfana de terror filmado a la producci¨®n nacional.
Tal era el despegue de la cinematograf¨ªa espa?ola de todo lo que oliera al azufre del g¨¦nero, que cuando se tocaba el muestrario se hac¨ªa, como en Tres eran tres, pel¨ªcula interpretada por Tip cuando todav¨ªa trabajaba con Top, una parodia en la que el doctor Frankenstein daba risa pero de pena.
Y entonces, en esos a?os sesenta en los que uno a veces tiene la impresi¨®n de que pod¨ªa haber ocurrido cualquier cosa, porque efectivamente todo ocurr¨ªa, lleg¨® Ib¨¢?ez Serrador con un programa de televisi¨®n titulado Historias para no dormir, cuya primera caracter¨ªstica era la de nacionalizar un g¨¦nero, dar a los espa?oles la convicci¨®n de que las brumas centroeuropeas, el diestro manejo de la estaca apuntada al coraz¨®n, y la punter¨ªa con balas de plata que s¨®lo en una noche de luna pueden acabar con la fiera peluda, eran tambi¨¦n posibles en estudios del pa¨ªs. Actores que parec¨ªan haber nacido para sugerir cautela en el primer rollo de metraje, y desencadenar un terror perfectamente homologable en la ¨²ltima parte de la cinta, llevaban nombres de la tierra. Si Ib¨¢?ez Menta no hubiera tenido un hijo metido en TV posiblemente nos habr¨ªamos quedado sin conocer las posibilidades de desencajamiento que ten¨ªa su enigm¨¢tico rostro rilla en la serie sobre el mito de Jekyll y Hyde, y tampoco que pocos actores como Manuel Galiana pueden representar el desvalimiento de, quien se siente presa del p¨¢nico.
Con el tiempo, la brecha ser¨ªa ensanchada por tenaces continuadores como Jacinto Molina, m¨¢s conocido como Paul Naschy , que contumazmente se ha disfrazado de lic¨¢ntropo para hacemos sentir el agradable calorcillo del terror que se descarga en la seguridad de los cines. Pero, incluso su caso es excepci¨®n m¨¢s que regla por el maquillaje al que ha tenido que someter su nombre.
Con la zeta de Ib¨¢?ez y las erres de Serrador, sin enmascararse como los personajes de sus f¨¢bulas barrocas, fue un milagro que en los a?os sesenta, un realizador de TV nos hiciera creer que al caer la noche ocurren t¨¦tricos portentos y que con la luna llena hay rostros que se transforman en aquella ferocidad hirsuta que tambi¨¦n hicieron suya los Lon Chaney, padre e hijo.
Historias para no dormir se emite esta noche a las 21.35 por la primera cadena.
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