Hacia la normalidad en Bolivia
SILES ZUAZO llega a su pa¨ªs, desde el exilio, para ocupar la presidencia de la Rep¨²blica el domingo. La normalidad del pa¨ªs iba a reanudarse el primero de julio de 1979, despu¨¦s de diez a?os de desastroso -en todos los sentidos- r¨¦gimen militar; pero estos mismos desastrosos ejecutores de su pa¨ªs no aceptaron entonces lo que las urnas -a¨²n manipuladas- dieron como resultado aquel d¨ªa: una mayor¨ªa -pero no la absoluta- para Hern¨¢n Siles Zuazo, representante de la izquierda, frente a Paz Estensoro, que hab¨ªa sido colaboracionista con la extrema derecha de Hugo Banzer y frente a ¨¦ste mismo, que trataba de reanudar la dictadura por las elecciones. Frente a la huelga general sindical y la de hambre de Siles Zuazo, como protesta al pucherazo militar en las urnas, hubo un presidente provisional -Guevara-, un golpe de Estado -el coronel Natusch- con estado de sitio y toque de queda, una condena popular a Natusch, otro presidente provisional -Lidia Gueiler-, unas nuevas elecciones generales -el 29 de mayo de 1980-, que refrendaron la mayor¨ªa del izquierdista Siles Zuazo, y otro golpe de Estado, el del general Garc¨ªa Meza, el 17 de julio de 1980.Es dif¨ªcil saltar esos tres a?os de irregularidad como un simple "dec¨ªamos ayer"; menos a¨²n contando con los otros diez a?os anteriores de incuria militar. Siles Zuazo se encuentra con un pa¨ªs devastado por la corrupci¨®n, por la mala administraci¨®n, por el desd¨¦n a la legalidad. Algunos altos jefes del Ej¨¦rcito -repudiados por otros y por la oficialidad no comprometida- han conseguido enormes beneficios con el tr¨¢fico de drogas, y han formado verdaderas bandas que han dominado el poder, y han exportado al extranjero sus enormes beneficios. La represi¨®n, las matanzas, las c¨¢rceles y los exilios han destruido la textura social del pa¨ªs. Esto hereda Siles Zuazo: propone, para resolverlo -o para ir empezando a resolverlo- lo que ¨¦l llama "una econom¨ªa de guerra".
No s¨®lo va a encontrarse con eso, sino tambi¨¦n con toda la estructura de corrupci¨®n que mantiene todav¨ªa una fuerza, y con unas clases olig¨¢rquicas, antiguas algunas, pero la mayor¨ªa formada en este tiempo, que trata de defenderse. Algunos jefes de las Fuerzas Armadas han advertido ya que no tolerar¨¢n ninguna cr¨ªtica a "la instituci¨®n": enti¨¦ndase a sus actividades personales, y lucrativas, durante la dictadura.
La ca¨ªda del r¨¦gimen dictatorial no s¨®lo obedece a la presi¨®n ejercida por los sindicatos y a la resistencia de la poblaci¨®n, sino a la propia falta de salidas para seguir gobernando un pa¨ªs que ha culminado su ruina econ¨®mica entre sus manos. Su poder ha muerto como de muerte natural. El equilibrio del viejo y tenaz pol¨ªtico Siles tratar¨¢ de evitar su regreso; intentar¨¢, tambi¨¦n, que el cambio profundo que necesita el pa¨ªs se haga sin violencias y sin venganzas. Nada le va a ser f¨¢cil. Pero el camino hacia la recuperaci¨®n de la normalidad est¨¢ abierto, y es ya un bien adem¨¢s de una esperanza.
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