El ¨¢rbitro no ayud¨® a poner paz en la Supercopa
Arconada y Agust¨ªn no vieron la tarjeta de amonestaci¨®n, pero debi¨® ser porque el ¨¢rbitro se olvid¨® de ellos. No pueden decir lo mismo Gallego, Zamora, Olaizola, Stielike, Uralde, Miguel Angel, Juan Jos¨¦, Cortabarr¨ªa, Celayeta y G¨®rriz. Para Juanito hubo dos y, por tanto, fue expulsado. El Madrid se qued¨® con diez hombres desde el minuto veintitr¨¦s. Enr¨ªquez Negreira, que debi¨® pensar que el ¨²nico modo de mostrar su autoridad era tarjetear a diestro y siniestro, estuvo a punto de quedarse solo en el campo. Le hubiera bastado con insistir un poco para diezmar a ambos conjuntos. El ¨¢rbitro, con su actitud, no logr¨® poner paz. Los jugadores acabaron por darle toda suerte de facilidades para que Juanito no fuera el ¨²nico expulsado.No era previsible el espect¨¢culo de anoche. Los jugadores espa?oles, en un excesivo n¨²mero, por cierto, cometen irregularidades con harta frecuencia y no ayudan a los ¨¢rbitros, pero cuando ¨¦stos, que son quienes tienen que impartir justicia y poner serenidad en los lances, pierden la cabeza, todo va a peor. El estreno de la Supercopa no pudo ser m¨¢s triste. El buen juego se vio con cuentagotas, y el p¨²blico acab¨® tom¨¢ndose a chacota a Enr¨ªquez Negreira. Y as¨ª, cada vez que se?alaba una falta, gritaba: ?tarjeta!
Lo peor que le puede ocurrir a un ¨¢rbitro es que intente imponer su autoridad, y en su desmedido af¨¢n de demostrar qui¨¦n manda se le vaya la mano. Enr¨ªquez Negreira estuvo acertado en algunas de las amonestaciones. En otras pec¨® de excesivo celo. El juego se enrareci¨® m¨¢s a medida que fue aumentando la suma de las amonestaciones. Enr¨ªquez Negreira estuvo falto de temple. Entre ¨¦l y los protagonistas del juego, el partido acab¨® convirti¨¦ndose en una pesadilla.
Nunca tendr¨¢ la Real Sociedad una ocasi¨®n tan pintiparada para ganarle al Madrid en su casa. Desde la expulsi¨®n de Juanito, tuvo una ventaja num¨¦rica que fue incapaz de aprovechar. No me gust¨® la Real, porque, a pesar de su superioridad, no vari¨® un ¨¢pice sus esquemas de juego. Con la lesi¨®n de Murillo y el pase de Celayeta a la defensa para que el puesto de ¨¦ste lo cubriera Diego, todo se convirti¨® en un partido robotizado. La Real vino a sacar un resultado apa?adito de cara al encuentro de vuelta y no hizo m¨¢s que eso. Le falt¨® valor para intentar el triunfo. Jug¨® su contragolpe sin aprovechar la falta de un elemento en el bando contrar¨ªo.
La Real Sociedad perdi¨® la Liga hace tres temporadas porque en Sevilla, contra nueve jugadores, no fue capaz de dar el do de pecho. Anoche le sucedi¨® algo parecido. Salir a realizar un determinado partido puede ser lo id¨®neo en circunstancias normales. Cuando se obtiene una ventaja como la expulsi¨®n de un jugador contrario hay que modificar los planes sobre la marcha.
El Madrid no le perdi¨® la cara a la Real en ning¨²n momento. Atr¨¢s, a pesar de que Juan Jos¨¦ tuvo algunas dificultades para sujetar a L¨®pez Ufarte, hubo firmeza, y en el centro del campo, aun cuando Stielike se escondi¨® algo durante el primer per¨ªodo, se funcion¨® con la suficiente serenidad para evitar que Zamora, que est¨¢ encontrando su tono, y Zubillaga, que mueve bien el bal¨®n, aunque m¨¢s en corto, en pases profundos, se hicieran con el mando absoluto.
Madrid y Real hicieron un partido mediocre. Las m¨²ltiples faltas y las constantes interrupciones del juego por discusiones, est¨²pidas no propiciaron la creaci¨®n. Hubo abuso de centrocampismo y de pasecitos laterales. Quiz¨¢ lo mejor del equipo fue el sacrificio general. A la Real le falt¨® hacerse a la idea de que pod¨ªa ganar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.