Humor suave y tierno
Tuvo mala suerte esta ¨²ltima pel¨ªcula de Rohmer cuando tan ampliamente se coment¨® que hab¨ªa sido rechazada en el Festival de Cannes. Aunque su cine es positivamente valorado por la mayor¨ªa de los cr¨ªticos, tiene Rohmer la desventaja de hacer creer a muchos que sus pel¨ªculas no se diferencian suficientemente; interese o no, incluso aunque apasione, rara vez sorprende.A esa posibilidad ha contribuido el propio autor al agrupar sus pel¨ªculas por ciclos; ¨¦l mismo calific¨® de cuentos morales seis de sus m¨¢s famosas pel¨ªculas (Una noche con Maud y La rodilla de Clara, entre ellas), y ahora inicia una nueva serie que denomina Comedias y proverbios, que no diferenci¨® mucho su primera entrega, La mujer del aviador, de los t¨ªtulos anteriores. En todos ellos Rohmer ha utilizado un lenguaje de enorme sencillez, de muy claro enunciado, que convierte en f¨¢bulas sus mensajes.
Le beau mariage (La buena boda)
Gui¨®n y direcci¨®n: Erich Rohmer. Fotograf¨ªa: Bernard Lutie. M¨²sica: Ronan Girre y Simon des Innocents. Int¨¦rpretes: Beatrice Romand, Andr¨¦ Dussolier, Feodor Atkine, Huguette Faget. Comedia. Francesa, 1982. Local de estreno: Alphaville.
La buena boda es un ejemplo de ello. Narra en ella la ins¨®lita historia de una joven que quiere casarse: harta de sus relaciones con un hombre casado, decide elegir a un nuevo hombre con el que contraer inmediato matrimonio. Aunque hasta los personajes de su entorno se sorprenden de que en esta ¨¦poca pueda existir una obsesi¨®n como la suya, ella se empe?a en el objetivo , persiguiendo sin tregua al primo de una amiga a quien apenas interesa. Sus fantas¨ªas se transforman en subjetivas versiones de lo que el espectador contempla desde fuera; el contraste provoca la sonrisa y hasta la solidaridad.
Porque de nuevo Rohmer ha elegido un punto de vista que objetiva con elementales datos las peripecias de su personaje. La ternura le inspira y ¨¦l la contagia. Por su parte, la sutil interpretaci¨®n de los actores enriquece un texto que, o¨ªdo sin pasi¨®n, pod¨ªa entenderse como superficial. Es el riesgo que corre Rohmer al no buscar an¨¦cdotas m¨¢s complejas o al no presentarlas con un brillante tratamiento cinematogr¨¢fico que redondee sus intenciones ocultas. En todas sus pel¨ªculas aparecen actores poco o nada conocidos, y en todas tambi¨¦n utiliza la c¨¢mara como simple observadora; no elabora con ella, no inventa im¨¢genes.
Es la estructuraci¨®n literaria de la historia la v¨¦rtebra fundamental de La buena boda. Las secuencias se suceden sim¨¦tricas, con encabezamientos y desenlaces similares. La progresi¨®n se basa, pues, en los di¨¢logos y actores; as¨ª, cuando llega el momento culminante en el que la protagonista confiesa su amor al hombre elegido y ¨¦ste, presuntuoso y contradictorio, le responde con ret¨®rica, la pel¨ªcula alcanza su m¨¢xima altura. Es el desarrollo verbal el que ha conducido a esa brillantez, ya que Rohmer no ha variado su ritmo ni su enfoque.
Los apasionados del autor tendr¨¢n en esta pel¨ªcula una nueva invitaci¨®n al aplauso. Quienes no le conozcan, encontrar¨¢n en ella una de las mejores muestras de su sensibilidad.
El ¨¦xito de cr¨ªtica que tuvo en el reciente Festival de Venecia pareci¨® coincidir en ello y, al tiempo, en desmentir las razones que pudieron tener para su rechazo los seleccionadores de Cannes.
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